Las diminutas plantas de manglar rojo que se han sembrado desde el 2017 en el sector conocido como El Limbo, en el noroccidente de la isla Puná, ahora alcanzan los cuatro metros de alto. Su verdor contrasta con las plumas blancas de garzas, fragatas y otras aves que se posan en una especie de playa que se forma cuando la marea baja, atraídas por la abundancia de organismos que crecen en medio de raíces, tallos y hojas.