Un nuevo estudio sugiere que los cuentos de los pueblos inuit -quienes habitan en los pueblos árticos- de siglos de antigüedad sobre osos polares que matan morsas rompiéndoles el cráneo con objetos pesados son reales.

Al revisar relatos de primera y segunda mano escritos por naturalistas occidentales y cazadores inuit, los autores del estudio, Ian Stirling, Kristin Laidre y Erik Born, investigadores de instituciones de ciencias biológicas de Canadá, Dinamarca y Estados Unidos, evaluaron la veracidad de informes anecdóticos de que los osos polares matan a las morsas con rocas o bloques de hielo.

Sus hallazgos, que fueron publicados en la edición de junio de la revista académica Arctic, indican que un comportamiento comparable ocurre en la naturaleza, aunque con poca frecuencia. Los osos polares pueden confiar en esta táctica para cazar morsas “debido a su gran tamaño, dificultad para matar y su posesión de armas potencialmente letales tanto para su propia defensa como para el ataque directo de un depredador”, escribieron.

Publicidad

Además de los humanos, se sabe que los cuervos, los orangutanes y muchos otros animales manipulan su entorno para sus propios fines. Los peces arquero escupen agua a la vegetación para derribar a los insectos; los chimpancés utilizan piezas de madera o piedras para abrir el casco de las nueces; y delfines de la bahía Shark en Australia llevan esponjas marinas en la nariz para evitar lesiones mientras se alimentan en el fondo del mar.

Desde 1780, las historias de osos polares que actúan de manera similar han circulado en la comunidad científica occidental. Los cazadores inuit les contaron a los exploradores y naturalistas sobre la práctica, pero el establecimiento científico a menudo descartaba sus relatos como fabulosos. Por ejemplo, en 2009, el autor Richard Ellis describió tales informes como “mitológicos”, según detalla el marco teórico de la investigación. Pero Stirling no estaba tan seguro.

En esta ilustración, que aparece en un libro de 1865 del aventurero Charles Francis Hall, un oso polar usa una piedra como herramienta para matar una morsa. Foto: Biblioteca del Congreso de Estados Unidos

“Mi observación general ha sido que si un cazador inuit experimentado te dice que ha visto algo, vale la pena escucharlo y es muy probable que sea correcto”, dijo a Science News.

Publicidad

Él y sus colegas se propusieron revisar la evidencia disponible para determinar si se trataba de algo real. Además de la prevalencia de relatos contemporáneos, la evidencia circunstancial también apoya la idea de que los osos son capaces de conceptualizar el potencial de las herramientas para adquirir y acceder a alimentos.

En 2010, un reportero japonés fotografió a un oso polar macho de 5 años llamado GoGo empleando con éxito ramas de árboles y un trozo de tubería para alcanzar un pedazo de carne que había sido suspendido tres metros por encima de su piscina en el Jardín Zoológico Tennoji de Osaka, Japón.

Publicidad

Dos imágenes que muestran a GoGo, un oso polar macho en los Jardines Zoológicos de Tennoji, Osaka, Japón, usando un tubo de plástico y una rama de árbol para acceder a un trozo de carne suspendido por encima de su alcance. Foto: Jardines Zoológicos de Tennoji

Los osos pardos, el pariente más cercano de los osos polares, también han sido documentados utilizando herramientas en cautiverio, según el estudio.

“Los [inuit] de diferentes tribus ampliamente separadas me han dicho que han visto a un oso acechar a una joven morsa en el hielo, aprovechando un montículo para acercarse y luego golpear a la morsa en la cabeza con un trozo de hielo en una pata“, se lee en un relato de un explorador identificado como Munn publicado en el artículo.

Teniendo en cuenta, escribieron los autores, no es inconcebible que “un oso polar adulto ocasional podría ser capaz de conceptualizar mentalmente un uso similar de un trozo de hielo o una piedra como herramienta para atacar el cerebro bien protegido de una morsa con el fin de matar eso”.

Además, agregaron, las osas pueden impartir este conocimiento a sus cachorros, asegurándose de que se transmita de generación en generación. (I)

Publicidad