Somos una pareja aparentemente estable, tenemos 60 años de edad y 30 de matrimonio, hijos de 30, 28, 26 y 18 años de edad. Mi mujer maneja un carácter fuerte, hasta el punto de ser grosera con sus hijos, empleados y personas que dependen de ella. Luego de la menopausia está insoportable, se enoja y llora por cualquier cosa. Cuando se pone así, no me habla durante cuatro o cinco días. Esta situación me desespera. He pensado en dejar mi casa, pero mis hijos, a quienes amo tanto, me detienen. Estoy haciendo lo mismo: no hablarle. Yo amo a mi esposa y no quiero irme de mi hogar.

Marido preocupado

Sí, es difícil convivir con los cambios de ánimo o alteración de comportamientos que afectan la armonía. Pienso que el mal genio es un problema en la convivencia en general y, si está más fuerte, es preocupante, pero no imposible de solucionar y cambiar.

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Si piensa que es un trastorno a consecuencia de la menopausia, debería acudir a una cita ginecológica. A veces con la ayuda de vitaminas se disminuyen estos síntomas.

Por otro lado, pido entender que el proceso trae situaciones de irritabilidad que están unidos a una depresión por miedos sociales, miedos personales. Explico: se oye que con la menopausia la mujer envejece y es inservible para diferentes actividades, especialmente las sexuales; de ahí nace un miedo al abandono, al envejecimiento, y otros miedos más. Hay cambios corporales que no se pueden controlar. Por eso, se alteran las emociones, los pensamientos, y el comportamiento se vuelve caótico en algunos casos. Es el miedo a qué va a suceder.

En este caso, usted quiere irse y abandonar la situación. Y ese debe de ser el miedo que ella tiene. De lo que podría pasar que ella esté más irritable. Nace una desconfianza consigo misma. Y se vuelve un círculo vicioso.

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Algunas personas tienen problemas de memoria y están muy afectadas en el sueño, y de ahí se irritan más. Lo primero es saber qué le pasa a ella particularmente. Hablar con tranquilidad y no amenazarla con que la va a dejar, sino que la quiere y que van a luchar juntos. Ir a un psicólogo que los oriente. Explicar a sus trabajadores que es una situación embarazosa y que disculpen. Y lo más importante: no abandonar el equipo, sino ponerse la camiseta y ayudar a cambiar el partido.

Ella tiene que tener una rutina de vida, salir, evitar el café, el alcohol y divertirse; llévela de paseo. Que entienda que es un proceso, no una enfermedad; que no es un trastorno que no pueda manejar. Y hay que trabajar en conjunto, con sus hijos también. Suerte.

Paquita Brito Clavijo,

psicoterapeuta especializada en Francia