Mi padre tiene 72 años, y tiene mal de Parkinson desde hace 15. Se mantiene estable con mucha medicina diaria. Deseo saber si tal como va avanzando la enfermedad llegará el día en el pierda el conocimiento, porque estaba bien, pero ahora se pasa alucinando. Quisiera saber si es verdad que en Ecuador ya están operando para esta enfermedad, también escuché que se inyectan células madre.

N. N.

Estimado lector: respondiendo a su concreta inquietud acerca de la enfermedad de Parkinson de su señor padre de 72 años, empiezo por señalar que como toda patología, los síntomas y evolución en términos generales pueden ser los mismos, pero cada quien los desarrolla a su manera particular. Como por ejemplo, la rigidez y el temblor agitante que en unos es severo desde el inicio y en otros muy progresivamente va en aumento.

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En el caso planteado de su progenitor, su pregunta específica es si se mantendrá como está o llegará un momento en que pierda la conciencia, porque actualmente alucina, la respuesta es que habrá que determinar si no hubo microinfartos cerebrales en el transcurso del tiempo y si perdió más neuronas que llevaron a ese estado. Eso se diagnostica con una resonancia magnética de cerebro sin contraste, que mostrará el estado del cerebro en cuanto a pérdidas de masa o si es simplemente un avance de la enfermedad.

En cuanto a si en el Ecuador ya se practican operaciones para mejorar el estado del enfermo parkinsoniano debo decir que sí, y evidentemente influyen en la parte invalidante física, sin abrigar esperanzas en el plano de la recuperación intelectual. Igual consideración va para el cuestionamiento de las células madre, procedimiento que se realiza en nuestro medio con resultados similares a la operación en el plano neuromotor.

Finalmente, debo insistir en que el cerebro es una computadora perfecta que nos regaló el Creador, y que no la cuidamos a lo largo de la existencia. En ella están los centros de memoria, atención, aprendizaje, lenguaje, escritura, control de los esfínteres, postura del cuerpo, personalidad, y uno especialísimo, el de la adaptación, compuestos por neuronas, las cuales mantienen su frescura por el mecanismo de la neurotransmisión que se activa por cualquier actividad intelectual que realizamos. Al decir cualquier actividad, esto va desde amarrarse el cordón de los zapatos hasta escribir una carta o hacer un crucigrama.

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Se puede decir en términos simples que cuando se ejecuta una actividad se tocan dos neuronas y en el sitio de contacto se secretan estas sustancias llamadas neurotransmisores, que dan vida a las que se tocaron y a las vecinas, manteniendo el terreno fértil, fresco, abonado. De ahí que esa función se mantendrá en gran porcentaje conservada en tanto en cuanto practiquemos sencillos ejercicios que incluyen hasta los juegos de salón.

Nuestra salud cognitiva depende de cada uno de nosotros, porque depende de la neurotransmisión. No es tan complicado conservarla cuando estamos a tiempo. Espero haber contribuido a aclarar el panorama al preocupado lector.

Dr, Aldo Guevara D’Aniello, geriatra y gerontólogo