Generalmente, el “lenguaje de bebés” se utiliza afectuosamente y con buena intención. Así, el perro termina convirtiéndose en un guau guau y la vaca es un mu. El lenguaje simplificado y las onomatopeyas pueden ser divertidos, pero solo son un inicio, y deben asociarse desde el primer momento a la palabra correcta y a la imagen.