La escuela en casa es, en realidad, la modalidad educativa más antigua que existe, y que en algún momento dio paso a la escolarización en la mayoría de las sociedades modernas.

En países como Ecuador había sido una excepción, restringida a familias con perfiles muy específicos, para estudiantes con necesidades educativas especiales, deportistas de alto rendimiento, artistas o que habitaban fuera del alcance de algún centro escolar, según una ley de 2009. Debían tener, eso sí, acceso a internet y un tutor con título de pedagogía. Eso fue actualizado y ampliado en 2012.

Foto: Francisco Verni

Pero en 2020, a partir de la pandemia, la escuela en casa (que no es lo mismo que no teleducación ni educación a distancia) tuvo un boom mundial. “Es la educación en familia”, como prefiere llamarla Fabiola Narváez, de la organización Skholé (Quito), una de las responsables de la Convención de Homeschoolers realizada en Guayaquil el pasado 12 de febrero, en el parque Samanes.

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“Muchas de las familias se vincularon por el descontento con la educación virtual, tal como se empezó a llevar en la pandemia”, explica Narváez, quien es educadora y ha mantenido este método en su casa durante diez años, con sus tres hijos.

“Otra de las razones es el tema económico: no veían el costo-beneficio; lo que estaban recibiendo no les satisfacía como familia”. Pero piensa que hubo algo más. “Muchos vieron más allá de esa coyuntura, el homeschooling como un estilo de vida, una oportunidad de ampliar horizontes para sus hijos, sea que tengan igual alguna necesidad especial o algún requerimiento, pero también cuando no se adaptan al sistema regular, porque la escuela puede ser muy buena para muchos, pero no necesariamente para todos”.

Foto: Francisco Verni

El retorno a la presencialidad ha hecho que se queden con este concepto las familias para las que realmente ha funcionado. “Que vean que existimos ha sido un paso enorme, que formemos redes, nos apoyemos mutuamente y veamos que no somos pocos”.

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Una educación flexible, costoeficiente y comprometida

Otra de las mentalizadoras de la convención es María Laura Guerrero, de Out of The Box, de Guayaquil. “Tenemos familias de varias partes del país: Cuenca, Portoviejo, Milagro, Salinas, Montañita; nos está permitiendo mapear cuántas y cuáles familias están interesadas o ya hacen homeschooling en Ecuador”.

La motivación más grande de Guerrero, docente, ha sido romper con una educación tradicional. “La pandemia fue una brecha para nosotros, una oportunidad de brindar a las familias ayuda que realmente les sirva”.

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¿Cuáles son los principales atractivos del homeschooling? “Es costoflexible y costoeficiente”, sostiene Narváez. “Dependiendo de sus prioridades, necesidades y el plan de educación de sus hijos, usted decide cuánto, cómo, en qué y dónde gastar. Si tengo un gran presupuesto, me voy a estudiar sobre las especies a Galápagos, pero si no, lo puedo hacer en casa, con los recursos que tenemos”, sin gastos escolares estandarizados: uniformes, transporte, almuerzos empacados, libros de texto que pueden terminar sin uso.

Foto: Francisco Verni

“Una educación de calidad en Ecuador está sobrevalorada, y la educación fiscal, sentimos, no llega a ser aprovechable para los niños, que son el futuro de un país”, opina Guerrero, “mientras que en homeschooling puedes encontrar programas completos en idiomas, en deportes, en lo que más le apasiona a tu hijo o a tu hija, y poder rendir ante universidades al momento en que se gradúen”.

El Ministerio de Educación tiene un documento oficial con lineamientos para esta modalidad o “servicio educativo extraordinario” de educación en casa, a través de la Subsecretaría de Educación Especializada e Inclusiva. Los ciudadanos ecuatorianos tienen derecho a elegir la educación en casa para sus hijos e hijas “de acuerdo con sus principios, creencias y valores”, indica el documento.

Este servicio es para la educación general básica y bachillerato. Los padres, madres de familia o representantes asumen la responsabilidad de educar a los niños directamente o a través de docentes-tutores especializados, “con el apoyo y seguimiento de una institución educativa de cualquier sostenimiento, que regularice y garantice su derecho a la educación”.

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El ministerio enfatiza que no se trata solo de una formación académica, sino del desarrollo armónico e integral de cada estudiante, así que la familia que elige esta forma de estudio amplía sus funciones y responsabilidades.

En Ecuador, señala Guerrero, todavía no hay una ‘escuela paraguas’ privada que ampare la educación en casa. “Pero tenemos la posibilidad de que instituciones extranjeras nos den los pases de año, para validarlos acá”, explica Guerrero. Y también puede hacerse a través de centros fiscales.

Diferentes modalidades para educar en casa

Hay diferentes formas de hacer homeschooling. Por ejemplo, Out Of The Box sí brinda educación en línea, con tutores en vivo, capacidad de aulas virtuales limitadas, más convocatorias presenciales para socializar, sobre todo en educación inicial.

Foto: Francisco Verni

¿Por qué hace falta un tutor? “No todos los papás sabemos educar, ya vendrá el momento en que tengamos que enseñar física y química, y un tutor nos dará los recursos y herramientas para que el aprendizaje sea mucho más significativo”.

En el caso de Homeschool by Homework, que dirige Isabella Roditti, en Samborondón, tienen clases presenciales y personalizadas, un niño y una maestra. “Hacemos un horario diario por niño, para que la maestra vaya a su ritmo de aprendizaje, y manejamos el currículum que nos provee el Ministerio de Educación”. Hay dinámicas grupales semanales, para conservar el hábito de la socialización, y modalidad en línea para quienes viven fuera de la provincia del Guayas.

En Skholé el enfoque está en los padres. “Capacitamos a los papás y les damos recursos, sean descargables, talleres o actividades presenciales. Pero son los padres quienes arman su propuesta”.

Sea cual sea el estilo, no se trata de trasladar la escuela a la casa, que es lo que Narváez siente que fue la estrategia del confinamiento. “El homeschooling es crear tu propia forma de educar a tus hijos de acuerdo a sus necesidades, los valores familiares, tus recursos; existen tantas formas de hacerlo como familias, con recursos remotos, virtuales, presenciales, con libros o con un tutor”.

Pero hay algo que está muy claro, agrega: quien manda en la educación no es el profesor o el director de la escuela, sino mamá y papá. “Nosotros (las organizaciones) somos un acompañamiento, un recurso más”, sea de tutoría virtual o profesor en casa o de adiestramiento para darles el protagonismo a los padres.

¿Cómo saber si la educación en casa es para mi familia?

Es importante quitarse la idea preestablecida de lo que deben ser la escuela y el colegio, es la primera sugerencia de María Laura Guerrero. “Homeschool es igual a familia; una familia sana hace que el estudiante pueda surgir en su educación”, expresa, añadiendo que cuando el niño o joven se sienten cómodos con este diseño, su crecimiento académico puede acelerarse, llegando a completar su educación secundaria en menor tiempo.

Foto: Francisco Verni

También recomienda empoderarse de la situación, apoyándose en distintos recursos, sabiendo que la familia es insustituible. “Me he encontrado con padres que creen que hacer homeschool es entregarnos al niño para que nosotros hagamos de escuela, responsables al 100 %. No. La familia es el pilar fundamental”. Los padres tendrán que entrenarse en el uso y filtro de recursos disponibles en la web o en otros medios, y también capacitarse con talleres como, por ejemplo, la disciplina positiva.

“Les diría que deben tener claro su proyecto de vida familiar; el homeschooling es solo un medio, no es el fin. Si tengo claro qué quiero para mis hijos, voy a saber qué camino tomar. Puede ser que la escuela me esté dando todo lo que necesito, y está muy bien, pero puede ser que no. Entonces existe esta otra opción. La educación de los hijos es un derecho y una obligación de los padres, no pueden quitárnoslo, pero tampoco podemos delegarlo”, dice Narváez. “Aunque vayan a la escuela, sigo siendo la responsable, no la profesora ni la directora. Y si hago educación en casa y tengo un tutor, sigo estando a cargo. Ese compromiso responsable y consciente no es sencillo. Para educar en casa se necesita tiempo y entrenamiento”. (F)