Hoy es el Día del Padre, fecha en la que hijos e hijas reconocen y honran las contribuciones de aquella figura paterna que ha contribuido a su crianza en el hogar.
Y es que al igual que la madre, los padres desempeñan un papel importante e irremplazable en la vida de sus hijos, especialmente en el de las hijas. Un vínculo sólido entre padre e hija tiene un efecto duradero en cómo crecen ellas y perciben el mundo, pero ¿cómo se puede construir, nutrir y cimentar?
De acuerdo con la psicóloga Zoraya Aguilar, el vínculo afectivo entre estos comienza incluso antes del nacimiento, pues durante el embarazo, el padre puede establecer conexión emocional al involucrarse activamente en el proceso a través de actividades como asistir a los controles médicos o tocando la barriga de su pareja. Estas acciones, aunque parezcan pequeñas, generan un lazo simbólico que luego se fortalece con el contacto físico, la mirada y los cuidados en los primeros días de vida.
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Aguilar explica que en términos clínicos, se habla de una “sintonía emocional temprana”, donde la presencia y disponibilidad del padre aportan al apego seguro de la niña. Sin embargo, es importante recordar que cada historia es única: no todas las niñas crecen con un padre presente, y eso no define por completo su bienestar emocional.
Por su parte, la psicóloga Elaine Cevallos afirma que se debe entender de dónde proviene la palabra papá. “Papá, según la RAE, proviene del latín pater. Esto nos hace referencia a un patrón protector Y cuidador. Entonces podemos decir de esta manera que la figura paterna simboliza protección”, dice.
Desde la infancia, la figura paterna significa guía y a medida de su desarrollo, genera otros roles de aprendizaje como la autonomía, la resiliencia y el modelo a seguir que podemos percibir de un papá.
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“En cuanto a mayor interacción y guía exista, esta dinámica de padre e hija puede favorecer a la identificación de experiencias y comprensión de las propias emociones de la hija. Esto a su vez va a generar un impacto, ya sea positivo o negativo en su bienestar emocional y gestión emocional”, comenta.
La interacción amena y segura entre padre e hija a través de, por ejemplo, juegos, diálogos y los diferentes momentos compartidos sin sobreprotección o exclusión van a favorecer a la hija a desarrollar sus habilidades sociales y a su vez va a permitir que ella aprenda a relacionarse con los demás de una manera asertiva, sin idealización constante o dependencia emocional.
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Cevallos agrega que un vínculo fuerte con el padre puede proteger a una hija de ciertos problemas psicológicos y afectaciones tales como la ansiedad o depresión. “Desde la infancia, vemos que la hija busca al padre para comprender situaciones y poder sentir seguridad y refugio”, afirma.
¿Cuáles son las claves para que un padre pueda mantener una relación sólida con su hija a medida que crecen?
Aguilar manifiesta que la clave está en el vínculo emocional, no en la autoridad ni en la “corrección”, ya que a medida que la hija crece, necesita de un padre que escuche sin juzgar, que respete su autonomía y que esté presente emocionalmente, incluso cuando no se tienen todas las respuestas.
“La comunicación abierta, la validación de emociones, el reconocimiento de sus logros y también de sus frustraciones, son herramientas fundamentales. Ser un padre ‘emocionalmente disponible’ es más importante que ser perfecto”, sentencia y recalca la importancia de cultivar una relación en el respeto, la escucha y la empatía.
Ella añade que en ocasiones, sin intención, algunos padres invalidan las emociones de sus hijas o se ausentan emocionalmente incluso estando presentes. “Lo más valioso que puede ofrecer un padre es su escucha y su mirada que valida”, declara.
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Y es que tener una buena relación beneficia a ambos por completo, pues el padre es quien permite, por medio de su vínculo con la hija, desarrollar conocimiento de sí mismo, aprender a identificar su sistema de creencias y valores con los que se desarrolla, sigue construyéndose continuamente y que le traspasa. (F)
