La época de Navidad pueda que sea una de las que más genera ilusión en los niños. Todo el mes de diciembre hay actividades para ellos, por parte de sus familias, en las escuelas, en centros comerciales... Y también porque es una fecha que, entre otros aspectos, se relaciona con recibir regalos (sobre todo juguetes).

En las casas donde se guarda la creencia de Papa Noel, o Santa Claus, seguramente los pequeños ya hicieron sus pedidos al mágico ser y están esperando con ansias esta Nochebuena un obsequio específico, que tal vez aterrice bajo sus decorados árboles navideños. O que tal vez no. ¿Qué tan grave es realmente que ocurra lo segundo?

Qué expectativas tenemos como familia acerca de la Navidad

“Creo que el impacto que puede tener un niño en recibir o no un regalo determinado tiene que ver con lo que como familia hablamos sobre lo que es la Navidad, nuestras aspiraciones y deseos. Cuando un niño nos reclama que no ha recibido el regalo esperado, puede ser por varias razones. Como familia le hemos generado una expectativa que estaba fuera de nuestra capacidad”, ilustra Marcela Frugone, PhD. en Psicología del Aprendizaje y docente investigadora de la Universidad Casa Grande.

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Con los niños conversar que el tema de los regalos conlleva un esfuerzo de quienes lo aprecian, y que por eso cada obsequio que le entregan es importante por la persona que se lo pudo entregar. Foto: Shutterstock

Frugone explica que la Navidad a veces se convierte en el momento de conquistar un regalo especial para el niño, que no se lo compraría en otra época del año, como una bicicleta o una casa de muñecas. Pero las familias también tienen la obligación de hablar de la Navidad y sus sentidos, aunque suene trillado, como un tiempo especial de unión con sus seres queridos, de generosidad, entre otros.

“Digo la obligación, aunque es una palabra fuerte, porque siento que como familia hablamos muy poco en términos generales. La sociedad está agachada frente al celular y eso implica que estamos chateando con todo el mundo, pero no estamos hablando con nuestros cercanos, con nuestros hijos y quizás sustituimos el hablar con dar. Y no nos estamos planteando que ese dar tiene que ver con sueños compartidos y con lo que las familias sí pueden ofrecer”.

Frugone considera importante que los parientes mayores del pequeño hablen sobre sus ilusiones este día. “Los papás, como adultos responsables del niño, podamos decirles a los otros familiares que si están pensando en darle un regalito, esto es lo que más o menos le gusta a mi hijo, para que el esfuerzo que hacen tíos, abuelos, reconozca el interés de su hijo. Uno no compra regalos para llenar canastas de cosas, pero sí debe pensar que cuando le está dando un regalo a un niño está cumpliendo una expectativa de él, tomando en cuenta el momento de su desarrollo y sus gustos”.

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Y con los niños, en cambio, conversar que el tema de los regalos conlleva un esfuerzo de quienes lo aprecian, y que por eso cada obsequio que le entregan es importante por la persona que se lo pudo entregar. “Hacerlos sensibles a que lo que el otro me regala es porque concibió lo mejor para mí”.

La psicóloga Aranzazu Cisneros, directora de la maestría en Psicología de la Universidad Técnica Particular de Loja, complementa que en esta conversación se debe explicar que no siempre se puede obtener el regalo exacto que quisiéramos. “Hay que darle un valor a estas fechas desde la afectividad, que si estamos entregando un regalo es con una connotación de afecto, de decir ‘pienso en ti, en lo que te gusta y trato de adquirir algo lo más semejante posible a lo que te gusta, para que eso te haga sentir bien’. Es importante mostrar que un regalo se basa más hacia una acción de empatía y de querer generar un vínculo más cercano con esa persona, para disfrutar de un interés, y así vamos sacando un poquito ese concepto de lo material”.

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Esa orientación hace que se reafirmen sentimientos de gratitud, que también son importantes inculcar en esta época. “Si tenemos una comunicación adecuada, los niños van a entender estos temas y si no lo entienden, ellos preguntarán. Por eso debemos que tener una comunicación muy clara como adultos y mucho más como padres o personas que estamos al cargo de infantes. Justamente así también ayudamos a evitar emociones negativas”.

Navidad con el “regalo prometido” (como la película)

Muchos posiblemente recuerden El regalo prometido (1996), la película de comedia de Arnold Schwarzenegger en la que interpreta a un padre que debe de hacer lo imposible y lo impensable, porque no compró a tiempo el muñeco que tanto prometió regalar a su hijo en Navidad.

“Una característica de una buena parentalidad es que los padres desean el bienestar emocional y material de sus hijos. Y en ese deseo material es válido que esperen en Navidad poderles dar algo significativo. En la búsqueda de ese bienestar, los papás tenemos que reflexionar que le damos a nuestros hijos lo que está dentro de un presupuesto, porque también las Navidades terminan siendo un punto de quiebre en las economías familiares. Y es válido que las familias puedan organizarse, saber hasta dónde se puede endeudar y pueda ilusionar a su hijo”.

La docente Cisneros comprende la desesperación del personaje de Schwarzenegger por darle a su hijo lo que quiere. “Es normal, es entendible. Un padre quiere sacrificar todo por sus hijos, pero este sacrificio no necesariamente se tiene que centrar en lo material, sino también en su calidad de tiempo, en compartir espacios con ellos para transmitirles enseñanzas y sobre que el amor no solamente se demuestra mediante regalos”.

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Tal vez la Navidad para muchas familias se pueda convertir en una oportunidad de conversar internamente sobre cómo nos demostramos cariño, puntualiza Aranzazu Cisneros. “Cuestionarse cuál es la mejor forma de demostrarnos cariño y centrarnos en esa posibilidad de establecer vínculos seguros, sanos, con nuestros hijos, con nuestra pareja, con nuestros hermanos, con padres. Si bien un detalle es agradable, no solamente se centra en ese valor que le damos sino también en todas las circunstancias que se presentan alrededor de la Navidad”.

Un gran regalo que siempre se pueden obsequiar las familias en esta época, y que vale la pena recordar siempre, es sencillamente que puedan pasar juntas. “Muchas de las veces, con los tiempos limitados, el trabajo, los problemas de la casa, nos impiden estar constantemente reunidos con abuelos, con tíos. Estos espacios nos ayudan a que los vínculos permanezcan por más tiempo y que se hagan más fuertes. Podemos darle la vuelta e ir enseñándole a nuestros hijos que más importancia tiene quizás estos espacios que el mismo regalo y que si reciben obsequios, lo material no tiene el mayor valor, sino todo lo que hay detrás”.

Regalos y sentimientos

Los niños pueden entender que en la vida no llegamos a tener todo lo que queremos. Así que si un pequeño termina abriendo un detalle que a primera vista no le gustó o llamó la atención, la reacción de sus padres o cuidadores harán que la experiencia no sea necesariamente negativa. Foto: Shutterstock

“Como sociedad hemos concentrado en esta fecha la posibilidad de recibir regalos grandes o muy representativos y los niños tienen esa expectativa que creció durante todo el año. Y un poco va siendo retroalimentada por la misma familia, cuando le dicen ‘puedes pedirle lo que quieras a Santa’, incluso como una instrucción”, ilustra la psicóloga Cisneros.

“Ahí les estamos dando una disonancia cognitiva, dejando de lado otros aspectos en torno a la adquisición de ese juguete, entonces le va a generar diferentes emociones, sobre todo tristeza, frustración, incluso cierta decepción por no recibir lo que en principio les dijimos que sí podía obtener”.

Además, agrega Cisneros, la situación empeora si relacionamos los regalos de Papa Noel con el comportamiento del niño. “Esto puede influir incluso en su percepción de valor propio, porque para esta fecha le inculcamos la idea de que si te has portado bien, Santa Claus te va a traer tal cosa, le estamos poniendo un valor a cómo es él o ella y va a asociar este regalo con su valía personal, afectando su autoestima”.

Hay niños que por su religión no celebran Navidad y por tanto justamente en estas fechas no reciben obsequios. “Y no pasa nada”, asegura Frugone. “Porque el discurso familiar no es de sufrimiento, sino de que en otro momento lo alcanzamos y lo compramos, no tenemos que hacerlo ahora”.

El tema de los regalos puede volverse traumático, es decir, generar un daño en el sistema emocional, en efecto por el discurso que generan las familias en torno a este tema. “Si estamos como el papá de la película, obsesionados, y quizás sin darnos cuenta empezamos a decirles palabras que pueden ser hirientes o sonar como un reclamo, entonces la Navidad no va a ser bonita. El recuerdo de ese regalo estará asociado a un momento que no es placentero”.

Los niños pueden entender que en la vida no llegamos a tener todo lo que queremos. Así que si un pequeño termina abriendo un detalle que a primera vista no le gustó o llamó la atención, la reacción de sus padres o cuidadores harán que la experiencia no sea necesariamente negativa. “El adulto maneja la expectativa y la decepción del niño, si no le gustó el regalo que con tanto esmero le dio. El padre puede decirle ‘hijo, veamos cómo podemos jugar con esto, cómo se prende’, y así. Porque la reacción del adulto es la que podría limitar su malestar”. (F)