Durante el verano, los viajes en diversos medios de transporte, como aviones, trenes, autobuses y automóviles, aumentan significativamente y suelen ser más largos en comparación con el resto del año, especialmente hacia destinos vacacionales. Este incremento en la duración de los viajes eleva el riesgo de desarrollar una condición conocida como ‘síndrome del viajero’ o “trombosis del viajero”.

La Sociedad Española de Trombosis y Hemostasia (SETH) ha alertado sobre el riesgo de trombosis asociado con los trayectos prolongados. Este síndrome, también denominado ‘trombosis del viajero’, se caracteriza por la formación de coágulos en las venas de las piernas, que pueden desplazarse y provocar complicaciones graves como embolias pulmonares. La falta de movimiento durante el viaje puede ralentizar el flujo sanguíneo, aumentando así el riesgo de formación de coágulos.

El doctor Joan Carles Reverter, presidente de la SETH, aclara que la trombosis del viajero ocurre debido a la inmovilización prolongada durante los desplazamientos, lo que facilita la formación de coágulos en las venas de las piernas. Aunque este problema es más frecuente en vuelos, también puede suceder en autobuses y coches. “Un coágulo formado en las piernas puede desprenderse y moverse hacia la circulación pulmonar, lo que puede derivar en condiciones más graves”, advierte Reverter.

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Los expertos señalan que el riesgo de trombosis venosa profunda se incrementa significativamente en viajes de más de 4 horas, especialmente en aquellos que superan las 8 horas. La trombosis puede presentarse días o incluso semanas después del viaje, aunque también puede aparecer de forma inmediata.

La tromboembolia venosa afecta a aproximadamente 1 de cada 1.000 personas al año, pero la incidencia es mayor en quienes realizan viajes largos, especialmente si tienen factores de riesgo adicionales como edad avanzada, antecedentes de trombosis, cirugías recientes, embarazo, uso de anticonceptivos orales, obesidad, cáncer o predisposición genética.

Durante los viajes, la inmovilización prolongada, la deshidratación, y en el caso de los vuelos, la reducción en los niveles de oxígeno y la presión atmosférica, son factores clave en el desarrollo de trombosis. La SETH recomienda a los viajeros sin factores de riesgo que eviten ropa ajustada, mantengan una buena hidratación y realicen ejercicios regulares, como caminar o hacer ejercicios de contracción y extensión de las piernas. Para aquellos con factores de riesgo, se aconseja considerar el uso de medias de compresión o la administración de medicamentos anticoagulantes.

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Ante este posible riesgo, los especialistas recomiendan:

  • Hidratación adecuada: Beber agua regularmente para evitar la deshidratación, la cual puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos.
  • Ropa cómoda: Usar ropa holgada y cómoda para evitar la compresión de las venas en las piernas.
  • Ejercicio y movimiento durante el viaje: Realizar ejercicios simples como mover y estirar las piernas, girar los tobillos y levantar las rodillas. En trayectos largos, levantarse y caminar al menos cada dos horas. En el caso de viajes en coche, hacer paradas frecuentes para caminar y estirar las piernas.
  • Evitar la inmovilización prolongada: Cambiar de posición con frecuencia y evitar cruzar las piernas durante largos periodos de tiempo.
  • Medias de compresión: En personas con riesgo elevado de trombosis, considerar el uso de medias de compresión graduada que ayuden a mejorar la circulación sanguínea en las piernas.
  • Medicación preventiva: Consultar con un médico sobre la posibilidad de tomar medicamentos anticoagulantes si se tiene un alto riesgo de trombosis debido a factores como antecedentes médicos, edad avanzada, o enfermedades preexistentes.
  • Alimentación: Evitar el consumo excesivo de alcohol y cafeína, ya que pueden contribuir a la deshidratación. Optar por comidas ligeras y saludables. (I)