El estudio de la naturaleza o de las características tumorales a través de una simple muestra de sangre puede parecer algo, a priori, futurista o incluso sacado de una película de ciencia ficción. Pero la realidad es otra. No necesitamos ir al cine o leer a Asimov para comprobar que este hecho no pertenece al mundo de la fantasía. Pertenece al mundo real. Al nuestro.