En 2016, el ídolo musical Prince murió por una sobredosis accidental de una droga usada para el dolor, el fentanilo. En su casa, los investigadores encontraron esa y otras sustancias, algunas de ellas falsificadas.

En 2018 tuvo el mismo fin el rapero Mac Miller, por una mezcla desafortunada de fentanilo, cocaína y alcohol. En 2022, el rapero Coolio hizo su propia mixtura, en la que también aparecía el fentanilo.

Tal vez mayor impacto y difusión han tenido los videos de las aceras de ciudades estadounidenses en las que filas de personas de toda edad tienen signos del consumo de la droga, en especial la postura, reclinada hacia adelante. Esta semana, el reportero Jon Michael Raasch declaró en el New York Post que la ciudad de Oakland, en California, es la “tierra de leche y fentanilo”, en alusión a la frase bíblica de “tierra de leche y miel”.

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Foto: El Universo

La ‘droga zombi’, que pertenece al grupo de los opioides (morfina, heroína, metadona) ha causado alarma por su posible llegada a los países latinoamericanos, Ecuador entre ellos.

“No hay pacientes de fentanilo en Ecuador, pero sí de otros opioides (tramadol, ketorolaco y tapentadol), que son utilizados como analgésicos posquirúrgicos o en dolores crónicos como el cáncer terminal; ciertas personas se habitúan a ellos y siguen consumiéndolos aunque que ya no los necesitan”, dice el doctor Rómulo Bermeo Sañudo, vocal principal del directorio del Colegio de Médicos del Guayas, y director de la Comisión de Proyectos Comunitarios y Prevención del Consumo de Drogas.

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Él hace una diferencia entre el fentanilo medicinal (de uso terapéutico) y el ilegal, artesanal o generador de dependencia. Es un opioide sintético (elaborado en un laboratorio), 40 veces más potente que la heroína y 100 veces más fuerte que la morfina, según Bermeo. Bajo prescripción y administración médica es “seguro, manejable y da óptimos resultados”.

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Pero en su uso recreacional, el método de elaboración cambia, se utilizan precursores de ese compuesto, y se crea algo con un poder extremadamente superior a la versión terapéutica. “Es este el que en el último lustro ha causado un verdadero problema de salud pública en Estados Unidos, Canadá y México”.

Daños irreversibles

El fentanilo no es una droga nueva, lo que preocupa es su mal uso. “Puede generar daños irreversibles, porque es un opiáceo, la familia de las drogas más fuertes”, indica la médica psiquiatra María José Palomeque, que atiende en un Centro Especializado de Tratamiento a Personas con Consumo Problemático de Alcohol y otras Drogas – Adolescentes (Cetad), en Guayaquil.

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“Ha sido utilizado en el área médica por los anestesiólogos. No cualquier especialidad lo prescribe”, dice Palomeque, porque deprime el sistema nervioso y paraliza el aparato respiratorio”. En psiquiatría, por ejemplo, no es una herramienta.

Qué es el fentanilo y los efectos de usar esta peligrosa droga

Que se comercialice de forma clandestina es terrible, considera la especialista, pues los daños físicos se igualarían a los de la heroína. “Es altamente adictivo, y como la forma de uso es endovenosa, es más invasivo”.

La dosis letal del fentanilo es de 1 a 2 microgramos, y quienes lo consumen ilegalmente lo utilizan en forma de pastillas o de polvo (fentanilo callejero), que resulta más barato que la heroína. Pueden pedir hasta $ 20 por la dosis. “Un kilo de fentanilo callejero tiene un valor aproximado de $ 5.000 a $10.000”, dice el doctor Bermeo. Los traficantes lo incorporan a otras drogas para potencializar el efecto y el craving, el impulso de volver a consumir.

Una persona intoxicada por fentanilo tiene pupilas dilatadas o contraídas, primero euforia y luego aletargamiento y somnolencia. No responde a estímulos auditivos o táctiles. Adopta una posición antinatural y hace movimientos involuntarios y repetitivos con las extremidades. La piel está pálida y puede haber sudoración profusa, y uñas y labios azules. La respiración se vuelve lenta e imperceptible, hay náuseas y peligro de que aspiren su propio vómito y se ahoguen. También hay delirios y alucinaciones auditivas y visuales.

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El tratamiento (no cura) para la intoxicación es la naloxona intramuscular o intranasal, un antagonista de los receptores opioides. Una vez que se le ha administrado este, se dispone de 60 a 90 minutos para hacer una valoración de los signos vitales, frecuencia respiratoria, presión arterial y la posibilidad de resucitación cardiopulmonar (RCP).

La naloxona se usa para el tratamiento en una crisis aguda por intoxicación con fentanilo. Foto: El Universo

Bermeo detalla: “En Ecuador, a título personal, no he atendido a pacientes con intoxicación o con síndrome de abstinencia del fentanilo. Pero sí he atendido a siete pacientes en el último semestre (enero a junio de 2023) con habituación a otros medicamentos analgésicos opioides, adquiridos después de una cirugía o un golpe fuerte”.

El síndrome de abstinencia es muy similar en los opioides, solo que en el fentanilo tiene mucha mayor intensidad. La persona siente ansiedad, no puede conciliar el sueño, se despierta antes de tiempo, tiene sensaciones de hormigueo, piel erizada, dolores musculares y articulares, incapacidad de estar quietos y necesidad imperiosa de volver a consumir.

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En Ecuador no ha existido consumo de este fármaco, porque no ha existido facilidad para conseguirla, comenta la psiquiatra Palomeque. Se vende con receta especial. Sí se han visto casos aislados entre el personal médico, pero no en la población general.

“La droga es un problema psicosocial y cultural, porque se pone al alcance de todos, se vende por fuera de la ley”. Si bien pone en riesgo a todos, los más propensos son quienes ya son consumidores de alcohol o de otra sustancia y que tienen menos miedo a las consecuencias. “El fentanilo es una droga que va a destruir muy rápidamente el cerebro”. Con el consumo, los receptores cerebrales se lesionan, hasta necesitar dosis cada vez más frecuentes o mayores de droga o hacer mezclas que lleven a la sobredosis.

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Para Palomeque, este problema se veía venir desde el mal uso (no regulado, automedicado, recreacional) de ansiolíticos como las benzodiacepinas (clonazepam, diazepam).

En Ecuador, el opiáceo que más daños causa es la heroína pura, que es costosa, y su forma más barata, la hache, que toma de varios compuestos. De fentanilo no hay pacientes reportados, tal vez porque este es un problema que recién está empezando.

Una breve historia del fentanilo y los opiáceos

En el siglo XIX no había anestésicos efectivos en los procedimientos quirúrgicos, por lo que se amarraba al paciente y se procedía a la cirugía. En el siglo XX se incorporaron anestésicos como el éter etílico y el cloroformo. “Lamentablemente, la dosis terapéutica y la dosis letal tenían un margen mínimo, y en muchas ocasiones el paciente fallecía por estos químicos (el 50 %). Posteriormente se usó la morfina, y derivados, cuya diferencia entre la dosis terapéutica y la letal era más manejable.

En 1959, el francés Jansen sintetizó la molécula del fentanilo. “Desde esa época hasta la actualidad se lo ha manejado como un inductor anestésico y como potente analgésico en el tratamiento del dolor. Bajo uso y prescripción facultativa es muy seguro, manejable, y brinda óptimos resultados en la medicina. (I)