El tema de la deserción escolar, provocada por la adicción a las drogas, ha tocado de forma muy cercana a Martina Tacle de 23 años. Aunque no es su caso personal, la estudiante de la carrera Comunicación Organizacional, de la Universidad San Francisco de Quito, lamenta que conocidos y amigos suyos detuvieran sus estudios y su camino a ser profesionales debido a esta enfermedad que al momento, dice, los tiene viviendo con los mínimos recursos para subsistir. “Ellos nunca tuvieron apoyo y consideraron que el sistema les falló y, además, que se fallaron a sí mismos y eso es peor, es bastante fuerte. Lastimosamente nunca pudieron salir de eso”.

Por este motivo, Tacle está liderando una campaña social que busca hacer conciencia en la prevención del consumo de drogas en los jóvenes en edad secundaria (de 12 a 18 años), con la intención de disminuir el abandono de los estudios en cualquier etapa. La iniciativa se llama ‘Te doy un abrazo’, que tiene el propósito de crear una red de apoyo para que los estudiantes puedan acceder a sesiones de rehabilitación, con ayuda psicológica, y seguimiento, todo de forma gratuita.

“La idea de que sea gratuito surge porque en Ecuador, sobre todo en Quito, no hay lugares de rehabilitaciones de bajo costo, el más bajo cuesta 500 dólares por día. Es bastante alto más bien”, explica la universitaria que cursa el octavo y último semestre de su carrera.

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Como comunicadora, escogió este enfoque porque siente que es su tarea y responsabilidad “informar, educar y prevenir”. “Todos podemos ser voceros de estas temáticas. Para mí lo más importante es dar entender que a los adictos, ya sea el tabaco, a las drogas, al alcohol, no se los considere personas marginales, raros, personas sin oportunidades... Quiero quitar ese estigma porque incluso ellos mismos se consideran así. Me gustaría ayudar a las personas a que entiendan que no se vean así, que no son malas personas”.

El proyecto de la joven debutó a inicios de septiembre, con charlas y capacitaciones a los niños y adolescentes que han sido acogidos por la fundación franco-ecuatoriana Ecuasol, que a su vez ofrece acompañamiento en sus estudios a al menos 60 menores de edad (ecuasol.org/es/que-hacemos).

“Les ayuda a niños y a jóvenes a que no deserten los colegios, porque como provienen de los sectores más vulnerables es más probable que dejen los estudios por el trabajo infantil, entre otros motivos”, ilustra Martina Tacle, quien se vinculó con la fundación por medio del trabajo de voluntariado que organiza su universidad.

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Las capacitaciones y charlas mencionadas son impartidas por una psicóloga que aborda temas de drogadicción, prevención, autoestima, seguridad y confianza en uno mismo; incluso, también se dirigen a los padres, “para que entiendan que ellos no solo son una figura de autoridad, sino que también pueden tener acercamientos con sus hijos para hablar todo tipo de temas”. De ahí el nombre de la campaña, que el abrazo representa esta sensación de confort y bienestar que se pueden dar padres e hijos ayudados por una red de apoyo profesional.

Entre las siguientes actividades de la iniciativa se desarrollará un brunch benéfico el 11 de noviembre, para recaudar fondos para la fundación Ecuasol; y el 17 de noviembre se llevarán las charlas al colegio Séneca, justamente donde Tacle cursó sus estudios de secundaria.

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“Vamos a abrir una red de apoyo para las personas que quieran donar al proyecto, además estamos reclutando psicólogos que están dispuestos a tratar a uno o dos niños (que necesiten atención). Estamos conscientes de que al principio no vamos a tener 20 niños, sino máximo unos cinco”. Al momento cuenta con la ayuda de tres psicólogos.

En esta primera etapa de gestión, Tacle espera llegar a un total de 100 adolescentes. Los primeros 50 beneficiados provienen de la fundación Ecuasol, puntualiza. Por lo pronto, la joven siente que su iniciativa va viento en popa. Y eso no solo es bueno para ella, sino para los menores que puedan salir favorecidos.

“Hemos recibido llamadas de interesados preguntando por nuestras próximas charlas, de los padres. En la Fundación nos han pedido nuestros números o nos han dado los suyos porque quieren saber más”. Es es su primer gran medidor para seguir solidificando esta campaña. (I)