¿Qué es ser humano y cómo hacer para gozar de una vida digna de tal condición? Ser humano supone enfrentarse a desafíos y elecciones, y preguntarnos cómo funciona en verdad el mundo. Pero en el mundo de las noticias se hacen generalizaciones que esconden la verdadera diversidad: ¿son los refugiados todos iguales?, ¿son lo mismo todos los políticos?, ¿son los delincuentes todos iguales? Las generalizaciones, que sirven para introducirnos a los grandes problemas, también pueden ocultar facetas centrales de una situación.

Los humanos somos mejores que peores

Rutger Bregman es un pensador holandés que, ante el análisis de los hechos de la realidad, observa que, a pesar de todos nuestros problemas y yerros —las guerras, la pobreza, el aumento de divorcios, la desnutrición infantil, el deterioro ambiental, los feminicidios—, el mundo en general ha ido mejorando y convirtiéndose en un buen lugar para que una persona desarrolle sus potencialidades.

En su libro Utopía para realistas (2014) trataba de favorecer la renta básica universal y la semana laboral de quince horas para que la mayoría de la humanidad tuviera una vida mejor. Ser realistas era entonces un elemento que debía considerarse a la hora de hacer los planes privados y públicos.

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Para Bregman —y otros que ya veremos— una de las lecciones que debemos asimilar de la historia es que en el pasado todo era peor para los humanos: “El 99 % de la humanidad, a lo largo del 99 % de la historia, pasaba hambre y era pobre, sucia, temerosa, ignorante, enfermiza y fea”. Pero desde el siglo XIX las cosas empezaron a cambiar rápidamente y el mundo fue superando de a poco estos problemas que parecían atávicos de la humanidad: “Los últimos dos siglos han visto un crecimiento exponencial en población y en prosperidad en el mundo entero”.

Rutger C. Bregman (1988) es un historiador y autor holandés. Foto: Wikipedia. Foto: Marla Aufmuth

Steven Pinker, profesor canadiense de ciencia cognitiva, en En defensa de la Ilustración. Por la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso (2018), sostiene que, frente al desasosiego del momento actual, los ideales de la Ilustración son una razón para vivir. Pinker también insiste en que los datos y los hechos nos confirman que los humanos vivimos más años y la salud ha mejorado, que somos más libres y más felices, y, aunque los problemas nos agobian a diario y afectan nuestras vidas, las soluciones provienen de los ideales de la Ilustración basados en el uso de la razón y de la ciencia: “La Ilustración ‘ha funcionado’ y tal vez sea la mayor historia jamás contada”.

Pero ¿no estamos al borde de una terrible conflagración en Ucrania? Es posible. ¿Han aumentado la inseguridad y las muertes violentas en nuestras ciudades, incluso con muertos colgados en los puentes? Sí, y los feminicidios no parecen acabar. Mas, a pesar de esto, los seres humanos no están tomados por el empeño de hacer el mal, sino más bien de procurar para ellos y su entorno un ambiente en el que se entronice una vida mejor. Por eso van en aumento la vida, la salud, la paz, la prosperidad, la seguridad, el conocimiento y la felicidad. Y por eso es obligación de los medios de comunicación empeñarse en mostrar más el lado bueno de los humanos.

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7.000 millones de prioridades

7.000 millones de personas tienen 7.000 millones de prioridades, advierte el historiador israelí Yuval Noah Harari, en '21 lecciones para el siglo XXI'. Foto: Shutterstock

La vida que buscamos garantiza mínimamente las condiciones de desarrollo material y espiritual del ser humano, sus familias y sus comunidades. Sin embargo, en medio de ideologías políticas, no es fácil llegar a acuerdos sobre lo que esto significa. El historiador israelí Yuval Noah Harari, en 21 lecciones para el siglo XXI, advierte que 7.000 millones de personas tienen 7.000 millones de prioridades

El psicólogo clínico canadiense Jordan Peterson, en 12 reglas para vivir: un antídoto al caos (2018), diferencia entre estar feliz y estar satisfecho, y nos invita a interrogarnos si las cosas han ido mejorando y observar qué da más sentido a la vida cuando uno se hace mayor. Según él, las historias de superación tienen que ver más con el desarrollo personal y no con la búsqueda de la felicidad. Por esto, Jordan considera que las personas necesitamos principios rectores para impedir que el caos se imponga; para ello, considerando que la gente es básicamente buena, ha formulado unos principios para mantenernos en el buen camino: “No te compares con otro; compárate con quien eras tú antes”; “Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden”; “Da por hecho que la persona a la que escuchas puede saber algo que tú no sabes”.

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En su nuevo libro, Más allá del orden: 12 nuevas reglas para vivir (2021), formula más reglas: “No denigres a la ligera ni las instituciones sociales ni el logro creativo”; “Al menos esfuérzate al máximo en una cosa y espera a ver qué pasa”; “Muestra gratitud a pesar de tu sufrimiento”.

Algunos pensadores —incluso desde la Antigüedad— consideran que la felicidad absoluta no debería estar en nuestro horizonte. La filósofa española Victoria Camps, en La búsqueda de la felicidad (2018), señala que la felicidad debe ser planteada como una búsqueda inacabada, y no como algo que se alcanza de una vez. Por tanto, debemos armarnos de razones para no desmayar en ese empeño, pues la vida que buscamos “exige esfuerzo, paciencia, perseverancia y tiempo”.

Siempre se encuentran estas preguntas en los clásicos de la Antigüedad, algunas de cuyas respuestas deben actualizarse con el paso de los siglos. Tal vez no haya recetas, sino que cada uno de nosotros está llamado a construir sus propios caminos, reflexionarlos y, si cree que son valiosos, tratar de legarlos a quienes vienen detrás de nosotros.

Humanos dignos

Cada persona debe decidir una manera de ser que le dé paz, pues la vida buena hay que ganarla, no viene dada ni por otros ni por instituciones privadas ni por el Estado. Foto: Shutterstock

Volviendo a Bregman, su nuevo libro Dignos de ser humanos: una nueva perspectiva histórica de la humanidad (2019) insiste en la necesidad de revelar los hechos y no solo confiar en las fantasías. Así, una novela de 1954, El Señor de las Moscas, de William Golding (existe una versión fílmica de 1990, dirigida por Harry Hook), muestra la maldad inherente del ser humano, en este caso de unos niños náufragos que forman verdaderas hordas que se enfrentan entre sí.

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Bregman, que ve allí una gran novela que nos alerta sobre la condición humana, también se preguntó si esa historia estaba documentada. Y lo que encontró fue exactamente lo contrario: en 1965 un grupo de seis niños de la isla de Tonga, cerca de Tasmania, se quedó perdido en una isla deshabitada, y, en lugar de matarse por el territorio, el alimento y el poder, ellos cooperaron para sobrevivir en las condiciones más adversas. De modo que la vida real nos muestra un ser humano más acogedor.

Pero lo principal de este camino es comprender que cada persona debe decidir una manera de ser que le dé paz, pues la vida buena hay que ganarla, no viene dada ni por otros ni por instituciones privadas ni por el Estado. La conquista de una buena vida no es un logro individual, sino el resultado de una tarea colectiva.

Las reglas de Rutger Bregman

  1. En caso de duda, piensa bien.
  2. Crea situaciones en las que todos salgan ganando.
  3. Plantea más preguntas.
  4. Modera tu empatía y entrena tu compasión.
  5. Trata de comprender al otro, aunque no compartas su opinión.
  6. Ama a los tuyos como los demás aman a los suyos.
  7. Evita las noticias.
  8. No linches a un nazi (tiéndele la mano a tu enemigo).
  9. Sal del armario: no te vergüences de hacer el bien.
  10. Sé realista.