Crear comida a partir de moléculas de aire y agua quizás parezca una idea salida de un cuento de ciencia ficción. Sin embargo, en realidad es una práctica que ya se está desarrollando para reducir el impacto ambiental de los procesos alimentarios.

Savor, una start-up de California, produjo exitosamente mantequilla y helados usando dióxido de carbono e hidrógeno. El CO2 es un gas de efecto invernadero que se acumula en la atmósfera del planeta y provoca el calentamiento global, mientras que el hidrógeno es usado en las industrias para el refinado del petróleo y que a su vez genera más CO2.

Empresa busca convertir gases de efecto invernadero en grasas, aceites y combustibles

La mantequilla, el primer producto creado por Savor, no es una alternativa ni una imitación, como podría pensarse. Se forma con moléculas orgánicas complejas como las que se encontrarían en la grasa de un animal, pero son sintéticas.

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“No puedo creer que no sea mantequilla”, dijo Bill Gates, el creador de Microsoft y uno de los inversionistas de la start-up.

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Cómo funciona la creación de mantequilla sintética

“Con tanto potencial tecnoeconómico acumulado, nos sentimos obligados a explorar el potencial de comercialización de la producción de grasas sintéticas”, asegura Kathleen Alexander, cofundadora de Savor, en el blog de la compañía.

Ella explica que el primer paso para desarrollar el producto fue acudir a un laboratorio para intentar fabricar algunas grasas sintéticas y determinar si serían seguras para comer. Pronto se dieron cuenta de que sí se podían usar combustibles fósiles como el gas natural o de CO2 capturado e hidrógeno verde para su misión.

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De acuerdo con la empresa, el proceso para crear las moléculas consiste en extraer dióxido de carbono del aire e hidrógeno del agua, calentar estos elementos y oxidarlos para separar los ácidos grasos, que luego se formulan como grasa.

El CO2 es un gas de efecto invernadero dañino para el medioambiente. EFE/ Sascha Steinbach Foto: SASCHA STEINBACH

Este tratamiento resultó ser eficaz, pues no emite gases de efecto invernadero ni consume toneladas de agua o plantas para crear la mantequilla.

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“Para nosotros, el éxito se mide en la concentración de gases de efecto invernadero atmosféricos y en hectáreas de ecosistemas diversos preservados o restaurados”, señala Alexander. “Ese trabajo apenas está comenzando”.

Según Gates, uno de los desafíos más grandes que enfrentan estos productos “es reducir el precio para que sean asequibles, con el mismo o menor precio que las grasas animales”. (I)