Texto y fotos: Gerardo Centeno, especial para La Revista

En medio del sofocante día en Lima, el tigre blanco de Bengala decide refrescarse. Su magnífica silueta se despliega con serenidad sobre un espejo de agua como si fuera un cachorro gigante.

Así asombra a los visitantes del Parque de las Leyendas Dr. Felipe Benavides Barreda, sede San Miguel, ubicado en el distrito de San Miguel, en pleno corazón de la capital peruana, donde podemos contemplarlo gracias a un mirador que brinda un plano cenital (desde arriba) que nos permite abrazarlo por unos segundos con nuestros ojos cargados de admiración. Sí, ¡un tigre blanco en Lima!

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Cinco zonas, 1.600 animales

Este zoológico fue fundado por el conservacionista limeño Felipe Benavides Barreda, el 20 de marzo de 1964, y actualmente es administrado por el Municipio local. Existe un segundo Parque de las Leyendas en el distrito Ate, pero el de San Miguel es la sede central.

La primera impresión es abrumadora, el tamaño del lugar es impresionante; nadie espera que un zoológico pudiera ser tan grande: tiene 970.000 metros cuadrados; intentar recorrerlo todo puede tomar todo el día, y aún así es difícil observar sus aproximadamente 1.600 animales, en su mayoría especies rescatadas del cautiverio. Es como adentrarse en un verdadero safari dentro de la ciudad.

Su inmensidad provoca dividirlo en cinco zonas: Costa, Sierra, Selva, Internacional y Granja Interactiva.

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Mi primera parada es la sección de la selva, donde me encontré con el majestuoso oso de anteojos, símbolo de los Andes. Observé maravillado cómo se movía con gracia entre los árboles, recordándome la importancia de proteger su hábitat natural. Lo mismo debemos hacer los ecuatorianos porque felizmente esa especie también habita en nuestro territorio.

Continué mi travesía hacia la sección de la sierra, donde el imponente cóndor andino me recibió con su envergadura impresionante, apreciando la grandeza de las aves rapaces que surcan los cielos peruanos.

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El cóndor andino es una de las especies rescatadas.

Lección de conciencia

Deteniéndome en cada recinto, absorbo la riqueza cultural que emana del zoológico. En una presentación educativa aprendo sobre la labor de conservación que se lleva a cabo para proteger a especies en peligro de extinción, como el lobo marino, cuya presencia en el parque es un testimonio vivo de la dedicación de quienes luchan por su supervivencia.

De inmediato continúo por los acuarios, espacios llenos de colores que me hacen recordar fotografías de documentales, debido a la gran diversidad de peces y especies marinas. Puedo divisar algunos desde arriba de sus piscinas, pero otros estanques permiten una vista lateral gracias a sus muros de cristal, para observar esa vida subacuática nadando y jugando dentro del agua; parece que yo también estoy sumergido.

El lobo marino es un emblema de la sostenibilidad.

Al final del día, mientras el sol se oculta en el horizonte, reflexiono sobre la experiencia vivida en el Parque de las Leyendas. Más que un simple paseo entre animales, es un viaje emocional que nos conecta de manera profunda con la riqueza natural de nuestro país vecino, la cual es muy similar a la ecuatoriana.

Así que, para los ecuatorianos, recorrer el Parque de las Leyendas es casi como mirarnos en un espejo que nos invita a la conciencia.

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En cada rincón de ese fantástico zoológico, al igual que en cada rincón natural de nuestros países, se esconde una historia que nos recuerda nuestra responsabilidad de proteger y valorar el patrimonio natural de nuestra tierra.