Las aves playeras son un grupo vulnerable. Los ecosistemas de los que dependen para reproducirse, descansar e invernar son víctimas de impactos producto del crecimiento poblacional y desarrollo humano, entre otros factores.

En el estudio ‘Plan de conservación de aves playeras’, realizado por la ONG Aves y Conservación, la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras (RHRAP) y el Ministerio del Ambiente, se identifican 29 subcategorías de amenazas directas. Las más preocupantes, anota el documento, tienen relación con el cambio climático, acuacultura intensiva y contaminación por efluentes y desechos inorgánicos.

Otras amenazas con puntuación intermedia son la apertura de vías de acceso a diversas zonas y el desarrollo urbanístico y comercial, y en el páramo andino, la cacería y la quema de pajonal.

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Según Diego Luna, especialista de la RHRAP y parte de los autores del estudio, en Ecuador se identifican nueve sitios prioritarios que cumplieron con los criterios de la entidad respecto a su importancia biológica.

No obstante, “las amenazas y fuentes de presión en estos sitios son diversas”, indica Luna. Entre ellas menciona la extracción de petróleo y gas, el desarrollo de carreteras, los proyectos de energía eólica, tendidos eléctricos, los disturbios originados por las actividades recreacionales, como el tránsito de vehículos en playas y humedales, e incluso los perros sin hogar.

Ana Agreda, bióloga y también autora de la investigación, explica que estos nueve sitios son los más conocidos internacionalmente, pero que en total son 68 los lugares prioritarios porque allí anidan las aves playeras en Ecuador. Algunos de estos puntos están en las regiones Sierra y Amazonía. 

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La iniciativa de desarrollar el estudio nació en el 2015, con el objetivo de evaluar los puntos que congregan importantes poblaciones de estas especies en el país.

El análisis identifica los hábitats críticos (en la investigación se define como cualquier ambiente o ecosistema del cual dependen las poblaciones de aves playeras para la reproducción, tránsito y/o invernada) para aves playeras, tales como los planos lodosos intermareales y el bosque de manglar, las playas de la faja costera, los páramos altoandinos y los hábitats artificiales. Estos son designados como objetos de conservación. 

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Dentro de estos lugares habita la mayor cantidad de aves y nidos correspondientes a estas especies, afirma Agreda.

La bióloga puntualiza que el estado de conservación de dichos lugares es bueno. Sin embargo, advierte que el análisis de riesgos arrojó como resultado que algunos están en categoría de amenaza alta. El páramo andino es el más afectado, lo que se debe tomar como una alerta.

Los gobiernos, las empresas privadas y la sociedad civil en general plantean estrategias de conservación que tienen que ver con el monitoreo de las poblaciones de aves playeras, la participación de las comunidades en procesos de conservación, entre otros, dice la investigadora.

Respecto de las aves, la especialista comenta que la investigación destaca la importancia de estas identificadas por sus hábitos migratorios y la necesidad de conservación de los lugares que este tipo de aves requieren para realizar sus ciclos de vida.

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Vuelvepiedras rojizo (Arenaria interpres), especie que habita en roqueríos costeros. Foto: Cortesía Aves y Conservación. 

Ambos autores coinciden, basados en el estudio, en que en el país se registran en total 59 especies de este tipo de aves que pertenecen al grupo Orden Charadriiformes, que se conoce comúnmente como chorlos, playeros, agachadizas, agujetas, etc.

Ostreros Americanos (Haematopus palliatus pitanay/galapagensis). Foto: Cortesía Aves y Conservación. 

Añaden que dentro de este grupo, 42 especies tienen poblaciones establecidas en territorio ecuatoriano y se las clasifica según sus hábitos migratorios en tres grupos.

Aquellas con poblaciones reproductivas denominadas residentes; las que son migratorias de larga distancia, que arriban a Ecuador para pasar el invierno boreal o austral, y las playeras migratorias, que transitan por el país para poder alcanzar sus ciclos de invierno en otras naciones ubicados a latitudes mayores y se denominan migratorias transitorias.

Para Luna, las especies que necesitan mayor cuidado son las locales, es decir, las que anidan en el país. Entre estas se incluye al chortilejo blanco (Charadrius nivosus), que tiene alrededor de 10.000 ejemplares. El ostrero americano (Haematopus palliatus pitanay/ galapagensis), que es una subespecie endémica de las islas Galápagos y tiene una población menor de 500 individuos.

Por último está la agachona grande (Attagis gayi), subespecie endémica con una población total menor de 600 individuos.

Ecuador, con una extensión de 256.370 km², se localiza en América del Sur y tiene una diversidad de ecosistemas de agua dulce que proveen de hábitat y alimento a las aves playeras y es considerado megadiverso a nivel global.

(I)