A las 05:15 del 26 de enero de 1995, una bala penetró en el pecho del soldado Vicente Arnulfo Rosero Palacios, oriundo de Puyo, lo que le provocó la muerte. Fue el primer héroe de la guerra con Perú, librada en el valle del Cenepa y que significó un triunfo militar ecuatoriano.

Según cifras entregadas en su oportunidad por el Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, en esa guerra murieron 34 soldados ecuatorianos. Una galería en honor a estos héroes existe desde hace 24 años en la Brigada 21 Cóndor, cuyo estandarte posee la condecoración Cruz de Guerra por la Victoria del Cenepa, al igual que las otras unidades que fueron parte del conflicto.

Hace una semana, en diversas unidades se rememoró aquel triunfo. En Quito, el 25 de enero se hizo un homenaje a los héroes. Las autoridades militares resaltaron su valor y destacaron su lucha como ejemplo de defensa de la patria.

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Y justamente la patria, sus ciudadanos y familiares se han encargado de perennizar el nombre de cada uno de estos valerosos hombres. Hoy, un cuatro de siglo después, unidades educativas, calles, parques y otros espacios públicos llevan sus nombres. En la parroquia El Carmelo, Carchi, en el parque principal, por ejemplo, hay un monumento al sargento Luis Hernández Tello, uno de los caídos. En Guayaquil, planteles llevan el nombre de los sargentos Richard Burgos Suárez y Gabriel Solís Moreira.

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Los 34 héroes, así como cientos de combatientes que aún viven, entre ellos casi medio centenar heridos y mutilados, pelearon y defendieron los destacamentos que entonces Perú aseguraba haberse tomado, como Cueva de los Tayos, Tiwintza, Coangos, Banderas, Teniente Hugo Ortiz, Etza, Cóndor Mirador, Soldado Monge.

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Con la firma de un acta de cese el fuego, conseguida por cuatro países garantes, Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, el conflicto concluyó a fines de febrero. La firma definitiva de la paz se dio el 26 de octubre de 1998 en Itamaraty, Brasil, entre los presidentes Alberto Fujimori y Jamil Mahuad, de Perú y Ecuador, respectivamente. Pero Ecuador cedió territorios que sus soldados no perdieron en la guerra. Tiwintza, que se constituyó en el símbolo del conflicto, quedó en suelo peruano y ese país solo cedió derechos de propiedad en un kilómetro cuadrado. Este hecho es reprochado aún por los héroes vivos.

AMBATO

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Luis Urquizo y Gladys Chango: ‘Jamás podremos llenar el vacío que dejó en nuestras vidas’

AMBATO. Gladys Chango y Luis Urquizo, padres del héroe José Luis Urquizo, visitaron su tumba junto con su otro hijo Santiago y la tía de ellos, Sara Urquizo. Foto: Wilson Pinto/EL UNIVERSO.

Luis Urquizo y Gladys Chango, acompañados de otros miembros de la familia, llegan semanalmente a la tumba del héroe nacional José Luis Urquizo Chango, el hijo que perdieron en la guerra del Cenepa. Era cabo segundo y murió en un ataque en la línea de frontera, el 22 de febrero de 1995.

El miércoles 29 de enero, en el cementerio municipal La Merced, en Ambato, los progenitores limpian la tumba y depositan flores. Los acompañan el hermano Santiago y la tía Sara Urquizo.

En la tumba flamea una bandera tricolor. Luis Urquizo dice que tiene tres, que las cambia en cada fecha cívica.

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Al hablar del cabo segundo José Luis Urquizo Chango, los padres señalan que jamás podrán llenar el vacío de la pérdida. La madre recuerda que de niño, él decía que quería ser parte del Ejército ecuatoriano. El papá menciona que apoyaron su carrera militar. “Se le tenía que dejar que sea lo que él quería, no lo que nosotros queríamos”, reflexiona.

Recuerda que en el cuartel de Riobamba se fue a rendir las pruebas que le permitieron estar entre los escogidos para ingresar a la Escuela de formación de soldados que en ese entonces había en Machachi, provincia de Pichincha.

“Claro que uno siempre se siente apenado y cada que me acuerdo de él los ojos se me ennublecen, porque es un hijo el que se nos fue, por esa razón durante estos 25 años siempre nos acordamos de cómo era. Para nosotros aún no se ha muerto”, comenta el progenitor.

La mamá reconoce que desde la presidencia de Sixto Durán-Ballén (+) no les ha faltado apoyo por parte del Estado, aunque menciona que eso es lo de menos si de por medio está la pérdida de un hijo. Agrega que una escuela de una comunidad de Quisapincha fue bautizada con el nombre de su hijo. No obstante, el plantel se perdió con la unificación de las unidades educativas.

La mamá recuerda que asimismo a una calle de la ciudadela Simón Bolívar, en donde vive la familia, le pusieron el nombre de su hijo, pero que cuando el Municipio hizo una nueva nomenclatura llevó la denominación a la parroquia Atahualpa. “Ahí están concentrados los nombres de todos los héroes”, comenta.

Santiago Urquizo dice que él tenía 15 años cuando su hermano falleció en defensa del territorio ecuatoriano. Remarca que su partida marcó a la familia y menciona que los niños de la casa crecen sabiendo que en su entorno hay un héroe del Alto Cenepa.

“Yo también quería ser parte del Ejército, pero ellos (progenitores) tuvieron algo de temor y ya no pudo ser”, expresa Santiago sobre la falta de apoyo que tuvo para ingresar a la vida militar.

Dice que siente orgulloso de su hermano, que él es reconocido tanto en la provincia como en el país, que está seguro de que nunca se lo olvidará, menos aún en los corazones de sus parientes.

GUAYAQUIL

Corina Tello: ‘Después de la Navidad de 1994, nunca más volví a hablar con él’

Corina Tello es viuda de Richard Burgos Suárez, guayaquileño que perdió la vida en la guerra del Cenepa, el 3 de febrero de 1995. Foto: Francisco Verni.

Corina Tello recuerda la Navidad de 1994 con mucha nostalgia. Fue la última que compartió con su esposo, el cabo Richard Burgos Suárez, de 28 años, quien un día después regresó al cuartel militar en Gualaquiza, Morona Santiago.

Esa festividad la disfrutaron en Guayaquil, rememora Tello. Hace una pausa en su relato, pues su voz se quiebra. “Pasamos aquí con su mamá, es un recuerdo muy bonito, es un recuerdo inolvidable, porque de ahí ya no lo volvimos a ver”, cuenta.

Burgos participó en la guerra del Cenepa y murió en combate el 3 de febrero de 1995. Tello tiene presente que su esposo, días antes de Navidad, le comentó que podía haber problemas en la frontera con Perú porque había concentración de tropas en esa zona.

“Él me decía que se encontraban con patrullas peruanas pero que todo estaba bien, se compartían cigarrillos, incluso jugaban naipes”, comenta la mujer.

El 26 de diciembre ella vio y habló por última vez con Burgos, con quien procreó dos hijos. “Me acuerdo que yo le pedía que si había guerra, se escondiera o se disparara en el pie para que así herido lo sacaran de ahí”, rememora la mujer entre lágrimas.

Agrega que durante el conflicto armado se informaban únicamente por la prensa, ya que no tenían comunicación directa con Burgos o sus superiores. Y fue viendo un reportaje que se enteraron de su muerte.

Enseguida, la mujer armó maletas y viajó hacia Gualaquiza, de donde es oriunda, para confirmar la noticia. En el cuartel cercano a ese sitio le indicaron que su esposo había fallecido.

“Nunca lo vimos porque igual a él no lo pudieron sacar hasta después de siete meses, tampoco vimos nada más que la caja, creo que por eso nosotros no nos curamos”, manifiesta Tello.

Dice sentirse agradecida con las autoridades de la época, pues siempre tuvo el apoyo de ellas.

Burgos recibió honores y fue declarado héroe nacional luego de su muerte. Escuelas y calles, en Guayaquil y Gualaquiza, llevan su nombre. Y su hijo menor, Kevin, de 27 años, forma parte del Ejército.

EL TRIUNFO

María Medina: ‘Pidió machete, botas y dos metros de plástico, de ahí no lo vi más’

Los esposos azuayos Franco Yuqui Sarmiento y María Medina Sánchez perdieron a su hijo Carlos en la guerra del Cenepa. Foto: Ángel Aguirre.

Los esposos Franco Yuqui Sarmiento y María Medina Sánchez, oriundos de Paute (Azuay), perdieron al tercero de sus hijos en la guerra del Cenepa, hace 25 años. El cabo segundo Carlos Yuqui Medina murió en la línea de frontera luego de haber sido tomado prisionero por las tropas peruanas. Sus compañeros lo rescataron herido, pero el militar no pudo restablecerse.

Carlos Yuqui Medina, de entonces 22 años, servía en el destacamento de Quevedo (Los Ríos). Había pasado, en compañía de sus padres, las fiestas de Navidad de 1994 y de Año Nuevo en El Triunfo (Guayas), en el barrio 12 de Agosto, donde se estableció la familia azuaya.

“Me pidió un machete, unas botas y dos metros de plástico, y de ahí no lo vi más”, recuerda la madre del cabo segundo, llorando al revivir aquella despedida.

Evoca la frase que el militar solía decir ante los ruegos de su progenitora de que se cuidara: “Mente positiva”, era su respuesta a la preocupación maternal.

El padre menciona que su hijo, que era ayudante de taller y que no terminó la colegiatura, evitaba hablar de sus actividades en la milicia, que ellos en Quevedo, en una visita, conocieron que él, al menos en noviembre de 1994, dos meses antes de la guerra, había estado en la zona en disputa binacional, “preparando el terreno”.

“Más o menos el 1 de febrero se muere mi hijo, ahí no podían sacar el cadáver, a los 13 días nos dieron el cadáver, junto al de Fabián Cueva Pillajo, era el otro”, reseña el padre del militar.

En la casa en la que el cabo segundo Carlos Yuqui Medina vivió 19 de sus 22 años cuelgan cuadros de él vestido de militar, más unas medallas y reconocimientos póstumos por su heroísmo.

En El Triunfo, una calle lleva su nombre, además de un parque en la misma localidad guayasense.

Los padres reciben una pensión del Estado por la pérdida del militar que defendió el territorio nacional. Ellos son convocados cada vez que hay un homenaje a los héroes. La semana pasada estuvieron en Quevedo, Los Ríos. (I)

Los 34 patriotas que fallecieron en guerra del Alto Cenepa.