La pandemia de COVID-19 ha ocasionado una crisis sin precedentes en la mayoría de países del mundo desde su aparición a fin de diciembre en la ciudad china de Wuhan. La enfermedad golpeó fuertemente a Europa, EE. UU. y actualmente mantiene en vilo a la región.

Sin embargo, existen países que, pese a que fueron los últimos en contagiarse y el número de casos del virus no se compara con los de las grandes naciones, el impacto de la pandemia ha significado un golpe mayor por ser territorios donde existe una crisis humanitaria desde mucho antes y la enfermedad llega a ahondar las necesidades que otras enfermedades y los conflictos bélicos ya han dejado por años.

Afganistán, Bangladés, Burkina Faso, República Centroafricana, Chad, Comoras, República Democrática del Congo, Etiopía, Gambia, Guinea, Guinea-Bissau, Haití, Liberia, Madagascar, Malawi, Malí, Mozambique, Nepal, Níger, Nigeria, Ruanda, Santo Tomé y Príncipe, Sierra Leona, Siria, Tayikistán, Togo, Venezuela y Yemen figuran entre los países que se pueden ver mayormente afectados por la pandemia de COVID-19, según registros de las Naciones Unidas.

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En estos países el sistema sanitario ha resultado insuficiente para contener el brote de la enfermedad. En el caso de Etiopía existe 0,1 médicos por cada 1000 habitantes, a diferencia de España donde hay 4,1 médicos por la misma cifra de personas, esta deficiencia se suma a la escasez de agua y hacen imposible poner en marcha medidas de prevención, registró La Vanguardia.

“El virus está llegando a países donde ya se viven crisis humanitarias causadas por los conflictos, los desastres naturales y el cambio climático”, dijo a fines de marzo el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres.

La ONU mantiene activo el Plan de respuesta humanitaria global COVID-19 que prevé recaudar 6700 millones de dólares y del que hasta la fecha ha recaudado $1200 millones para ayudar en la lucha contra el virus a unos 63 países.

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Sin embargo, la caída del precio de materias primas, como el petróleo, y el desplome del turismo ha amenazado a todas las economías del mundo y en el caso de los países pobres, donde gran parte de la economía es informal, la mayoría de los trabajadores se han visto afectados por las restricciones y confinamientos impuestos para frenar al virus.

“El coronavirus golpeará duro a regiones que ya se encontraban con la soga al cuello... al menos una quinta parte de los 117 países en desarrollo muestran la vulnerabilidad combinada de un servicio de la deuda alto y una gran dependencia del comercio con China que, además, es uno de sus principales acreedores”, dice Gonzalo Fanjul, investigador y activista contra la pobreza en un análisis para El País.

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Philip Alston, relator de la ONU, dice que una de las dramáticas consecuencias de la pandemia es que puede arrastrar a más de 500 millones de personas adicionales a la pobreza y menciona que “la mayoría de los países están haciendo muy poco para proteger a los más vulnerables a esta pandemia por cerrar naciones enteras sin hacer un mínimo esfuerzo para asegurar que la gente pueda salir adelante”.

“Para los países más pobres, que carecen de cualquier tipo de margen fiscal, el riesgo es que todo el esfuerzo de Europa, EE. UU. y otras regiones desarrolladas se limite en ellos mismos. Esto sería injusto e insensato”, agrega Fanjul.

Desde la ONU se ha hecho un llamado a los líderes del G-20 a comprometerse a prohibir aranceles, eliminar las restricciones al comercio que afectan el despliegue de equipos médicos, medicamentos y otros bienes para combatir la epidemia, alentando también la renuncia a las sanciones impuestas a países y así garantizar el acceso a alimentos y asistencia médica.

Otro apoyo para los países vulnerables vino desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), que anunció el alivio de la deuda de 25 países pobres y desde el inicio de la emergencia sanitaria puso a disposición 160 000 millones de dólares en ayuda durante 15 meses para los más afectados. (I)

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