Mónica Orellana, de 36 años, lloró desconsoladamente en el baño de una institución médica privada cuando le confirmaron que tenía cáncer de mama en noviembre de 2019. Cuenta que sintió una “bolita” en el seno izquierdo, pero ella pensó que era “normal”, ya que en ese tiempo daba de lactar a su pequeña hija.

La alarma se encendió cuando de la mama ya no salía leche y empezó un dolor “molestoso” cuando usaba sostenes.

Ella acudió al Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) luego de que en una casa de salud privada le realizaran “mal” dos biopsias.

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En el IESS le dijeron que tenía carcinoma. El doctor que la trató le dio dos opciones: conservar el seno y extender el tratamiento (quimio y radioterapias) o extirparlo y reducir el tiempo de los procedimientos. Optó por la extirpación. Le ordenaron dos quimioterapias antes de la operación y luego de la intervención debía realizarse cuatro más.

Dice que tuvo “suerte” porque los exámenes y la primera quimioterapia se gestionaron rápido, ya que las atenciones en el IESS son “fatales para pacientes oncológicos o con enfermedades catastróficas”.

La primera quimio fue el 19 de febrero de 2020. La segunda estaba programada para el 19 de marzo, pero llegó la pandemia y el IESS suspendió el tratamiento. La desesperación se apoderó de Mónica. Debido a la falta de recursos para costear la siguiente quimioterapia ($ 1.200) de forma particular, acudió a su familia por ayuda.

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Luego, como la operación el IESS también la canceló, Mónica tuvo que conseguir $ 3.700 para realizarse el procedimiento en una clínica.

Vendió comida, rifó una refrigeradora y acudió a las redes sociales. Con la campaña Juntos por Moni recaudó más de lo que necesitaba y esto le ayudó a costear medicamentos.

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Luego regresó al IESS. Fue “forrada” por el temor a contagiarse de COVID-19. En esa quimio hubo complicaciones. Vio “estrellas”, tuvo taquicardia. Los médicos le rompieron el traje antifluidos, le sacaron la mascarilla y la atendieron de urgencia para evitar un paro cardiaco.

Actualmente, Mónica está esperando que el IESS la derive a un centro privado para las radioterapias: “Tengo tres meses esperando”.

Estuve a punto de tirar la toalla. En algún momento quise detenerme y que la enfermedad avance, pero mis tres hijos fueron mi impulso para no hacerlo. Es importante realizarse chequeos a tiempo, ya que así tenemos más probabilidades de ganarle a esta enfermedad”, dice.

Para Mónica Orellana la motivación que la impulsa a seguir luchando sus sus hijos. Foto: Cortesía

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En Ecuador, el Ministerio de Salud Pública (MSP) registra 56.022 atenciones por cáncer de mama entre el 2017 y agosto del 2020, las que corresponden a 7.117 distintas mujeres con esa patología en ese periodo.

De acuerdo con los registros del Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer, en Ecuador se diagnosticaron 28.058 casos nuevos de cáncer en 2018, 12.782 fueron hombres y 15.276, mujeres.

De las mujeres, 2.787 corresponden a casos nuevos de cáncer de mama con una tasa de incidencia de 31,8 afectadas por cada 100.000 habitantes, según la última cifra global disponible. El MSP menciona que implementa estrategias de captación y tamizaje en mujeres aparentemente sanas que permite detectar el cáncer de mama en etapas iniciales.

La mayoría de mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en etapas iniciales (I y II), si reciben tratamiento, tienen un buen pronóstico con tasas de supervivencia a 5 años del 80% al 90%, indica Ahmad Wali Mushtaq, oncólogo y responsable de la gestión en el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo de Quito.

En el país el cáncer de mama ocupó el onceavo lugar como causa de muerte en mujeres en 2019, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Entre los tipos de cáncer está en tercer lugar después de la neoplasia maligna del útero y la del estómago.

Para Miguel Rueda, de la Sociedad Ecuatoriana Multidisciplinaria de Mastología, las cifras de diagnósticos demuestran que hay mayor conciencia de la enfermedad en el país. Sin embargo, es importante que se sigan derribando miedos y tabúes para disminuir la mortalidad cuya tasa en el país pasó de 3,9 en 2016 a 4,46 muertes por cada cien mil habitantes en el 2019.

Detectar en una etapa temprana el cáncer de mama es primordial. Si bien es fundamental que la mujer se realice un examen de palpación, cada mes al bañarse, posmenstruación, en búsqueda de algún nódulo en la glándula mamaria, no es ni debe ser considerado como el único método para detectar el cáncer.

Hay que realizarse chequeos, entre ellos mamografías, especialmente si hay condiciones preexistentes como la edad, dice Rueda.

Toda mujer a partir de los 35 años, sin antecedentes familiares de cáncer de mama, debería realizarse una mamografía bilateral para la detección temprana de malignidad. Y acompañarlo de un eco mamario si es necesario.

Además, dice el especialista, está el factor hereditario. Si la madre, hermanas, tías o un familiar hasta la cuarta generación de una mujer tuvo cáncer de mama las posibilidades de que desarrolle la enfermedad son altas. Por eso se recomienda que se realicen las pruebas genéticas BRCA1 y BRCA2.

Este examen puede indicar si se tiene un mayor riesgo de padecer cáncer y proceder a un tratamiento de cirugía de reducción de riesgo, dice Tannia Soria, presidenta de la Sociedad Ecuatoriana de Oncología.

La menstruación precoz, menopausia tardía, ausencia de embarazos, gestación tardía, diagnóstico de alguna mastopatía (cambios en el tejido mamario), tratamientos hormonales, consumo de alcohol o tabaco, dieta no equilibrada, sobrepeso y el estrés también son factores a tomar en cuenta para la detección del cáncer de mama, añade Soria.

El síntoma más común de esta enfermedad es una masa o protuberancia en la mama, pero pueden existir otras señales que den una alerta: hinchazón total o parcial del seno (aunque no se sienta una protuberancia definida), irritación o hendiduras en la piel, dolor en el seno o en el pezón, retracción (contracción) de los pezones, enrojecimiento, descamación o engrosamiento de la piel de la mama o del pezón o secreción del pezón que no sea leche materna son algunas de las señales, según la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, muchas mujeres con cáncer de seno en etapa inicial no presentan síntomas, asegura Rueda. De allí la importancia de realizarse chequeos médicos.

La mamografía es el único estudio que realmente reduce la mortalidad”, indica Wali.

Cada año en las Américas, más de 462.000 mujeres son diagnosticadas con cáncer de mama y casi 100.000 mueren a causa de esta enfermedad. Si la tendencia continúa, para el año 2030 el número de mujeres diagnosticadas con esta patología aumente en el 34%.

En América Latina y el Caribe el mayor porcentaje de muertes por cáncer de mama ocurre en mujeres menores de 65 años (56%), según la Organización Panamericana de la Salud.

Mañana, 19 de Octubre, es el Día Mundial de la Lucha contra el Cáncer de Mama. (I)