Ecuador es el país con mayor número de especies por kilómetro cuadrado. La cordillera de los Andes, el encuentro de las corrientes marinas frente a sus costas y que su territorio sea atravesado por la línea equinoccial que divide al planeta son determinantes para la biodiversidad existente.

El descubrimiento de nuevas especies se da todos los años, incluidos nuevos mamíferos. “La cordillera de los Andes es una barrera geográfica. Todas las especies del lado occidental pertenecen a una región que se llama del Chocó o noroccidental, que es muy diferente a la selva amazónica en la región Oriental, cada una tiene su propia evolución”, dice el científico Francisco Sornoza.

Esto hace que haya subespecies de un lado y otro de la cordillera, pero otras sí han evolucionado y son completamente genuinas.

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“Cuando se descubrió el olinguito (Bassaricyon neblina) para mí era una especie diferente, pero no había especialistas en mastozoología en ese tiempo, no se hizo mucho caso. Más de una década después, un investigador estadounidense observa el espécimen que era una hembra en un museo de historia natural, ahí se percata de que es una nueva especie para la ciencia y fue descrita en el 2013”, asegura Sornoza.

Cuando se encontró y se preservó el cuerpo fue confundido con un olingo, pero el del lado occidental era más pequeño, recuerda. Ambos no pueden cruzarse porque sí son especies distintas. Lo mismo ocurre con la formación de subespecies como el caso del jaguar de la Costa y el del Oriente, separados por millones de años con variaciones muy pequeñas, pero en ese caso sí pueden cruzarse, dice Sornoza.

La discusión para concluir si son especies diferentes incluye exámenes genéticos sobre todo si se parecen. “En el tema de primates es más complicado. Está el mono machín de la Costa, que es Cebus albifrons aequatorialis y el del Oriente es Cebus albifrons solamente, todavía hay discusiones fuertes, se necesita trabajar más en el tema genético”.

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En el caso de los micromamíferos, pues sí es más probable que sean especies diferentes. Tal es el caso del hallado recientemente por Sornoza en la reserva privada Kapari, en la parte occidental de la provincia de Pichincha, animal que es parte del grupo de los marsupiales.

“Ecuador sigue sorprendiendo con la diversidad de vertebrados que habitan en su territorio. Este es un nuevo mamífero que se suma al listado de fauna silvestre que habita en el lado occidental del Ecuador, está en proceso de publicación”, dice Sornoza, director de conservación de Kapari.

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En el país solo se había registrado una especie parecida, en el lado oriental, por lo que este hallazgo significa un nuevo hallazgo en el lado noroccidental del país. “Creemos que son completamente diferentes divididos por los Andes que implica una separación geográfica y pues no hay contacto por millones de años entre los que quedan de un lado y del otro”, asegura Sornoza.

Jorge Brito Molina, investigador del Instituto Nacional de Biodiversidad, también está analizando este hallazgo.

En ese caso sí existe la probabilidad de que también esté en Colombia a la misma altitud que está en Ecuador. “Se necesita hacer más trabajo de campo para ver la extensión de su hábitat. El problema es el financiamiento de esta labor para culminar los estudios y así completar la publicación como nueva especie”.

Sornoza encontró al micromamífero una noche de julio del 2018 en el sendero Latitud Cero, llamado así porque por allí pasa la línea equinoccial en la zona del farallón, un precipicio cubierto de bosque de 260 metros. “Estaba haciendo fotos de las especies nocturnas”, recuerda.

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Un micromamífero del grupo de los marsupiales, en Kapari. Foto: Cortesía Francisco Sornoza

La riqueza del Ecuador subyace en la diversidad de ecosistemas que están en territorios limitados con microclimas en los que hay especies que solo viven en esa porción de terreno, como el colibrí estrella de garganta azul (Oreotrochilus cyanolaemus) descubierto también por Sornoza en un bosque de páramo en los límites de las provincias de El Oro y Loja. Es una especie endémica que está en peligro crítico de extinción.

“Es un páramo aislado rodeado por el bosque seco, entonces en ese caso es una isla, el bosque reemplaza al mar si se lo compara con el archipiélago de Galápagos. El ave quedó aislada y evolucionó como única especie”.

La corriente marina de Humboldt que llega del sur del continente y la cálida que proviene del norte convergen frente a las costas del Ecuador y generan microclimas. “Entonces hay subespecies que se han convertido en especies nuevas justo en medio de estos microclimas. Un ejemplo es el periquito (Pyrhura orcesi) y el tapaculo (Scytalopus robbinsi), ambos de El Oro, que evolucionaron en medio del traslape de estas dos regiones naturales, la del Chocó húmeda y la de Tumbes que es seca”.

En esos microclimas, agrega Sornoza, se han descubierto nuevas especies de anfibios y reptiles. De ahí la riqueza también en ese grupo de animales.

“Sucede además en el tema de flora. Hay orquídeas que solo están en el pico de una montaña, son endémicas de allí y a dos kilómetros de ese punto, en otro pico, ya no existen, entonces son microclimas únicos y específicos que evolucionaron”.

Esto implica una dificultad ya que con un hábitat tan reducido la amenaza es mayor para las especies.

Dos nuevas especies de árboles para la ciencia se descubren en Kapari

La reserva privada Kapari, ubicada en la ladera occidental de Los Andes, tiene 50 hectáreas y alberga también dos especies de árboles nuevas para la ciencia, las que están en proceso de publicación pero ya se encuentran en peligro crítico de extinción. Fueron descubiertas entre 2019 y 2020. (I)