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José María del Corral, director mundial de Scholas Occurrentes: La violencia no se combate con más seguridad, se combate con educación

Del Corral se encuentra de visita en Ecuador con miras a implementar en el país un programa dirigido a jóvenes.

José María del Corral es fundador y director mundial de Scholas Occurrentes, una organización internacional creada por el papa Francisco. Foto: Cortesía

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El director mundial de la fundación pontificia Scholas Occurrentes, José María del Corral, se encuentra en Ecuador desde el 31 de agosto con el propósito de explorar posibilidades para implementar en el país un programa de encuentro entre jóvenes de distintas religiones, regiones y niveles socioeconómicos, para identificar los problemas que los aquejan y construir soluciones.

Del Corral reflexiona sobre la importancia de cultivar en los jóvenes algo que dé sentido a sus vidas, en comunidad, que los aleje de aquello que impide su crecimiento. Para ello, la educación debe ser transformadora, debe partir por escuchar y entender las necesidades de los jóvenes.

Para llevar a cabo el proyecto de Scholas en el país, el director mantendrá reuniones con autoridades de Estado, con establecimientos académicos en Quito y Guayaquil. Este viernes 2 de septiembre tendrá un diálogo con el presidente de la República, Guillermo Lasso, y la primera dama, María de Lourdes Alcívar, en el Puerto Principal.

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Scholas Ocurrentes es una organización internacional de derecho pontificio que está presente en 190 países y está integrada por más de 400.000 centros educativos.

¿Cómo se inició el Scholas Occurrentes?

Venimos trabajando desde hace muchos años con el entonces padre Jorge Bergoglio, en Buenos Aires, cuando había un clima muy difícil para los jóvenes, porque había mucha desesperanza (...), sonaban las cacerolas en la calle y la gente gritaba ‘que se vayan todos’. Ese momento Bergoglio dice ‘tenemos que hacer algo por los jóvenes’, porque había muchos jóvenes que se querían ir del país y la gran mayoría no podía. Así nació, reuniendo jóvenes de distintas religiones y de colegios muy distintos, públicos y privados. Esa experiencia duró seis meses y los chicos llevaron a la legislatura una ley en la que ellos mismos promovían una educación que tuviera sentido, que pueda recuperar el encuentro, el diálogo. Ellos estaban hartos de la violencia, de la inseguridad. Así nace Scholas, sin haber presupuesto que mi jefe iba a ser el papa Francisco, y después empieza a extenderse por el mundo.

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¿Cómo se dio su visita a Ecuador?

Charlando de esto en nuestra sede de escuelas en el Vaticano, la señora embajadora (Alicia de Jesús Crespo) dice que sería muy bueno para el país (Ecuador) que Scholas pudiera llevar adelante algunos programas relacionados con el tema de la esperanza en la juventud y trabajándolo desde esta mirada educativa. Así fue como se dio esta reunión, se interesaron mucho las universidades, los colegios, el Ministerio de Educación.

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¿Qué se tiene pensado hacer en el país?

Lo que tiene Scholas, a diferencia de otras propuestas, es que nosotros lo que hacemos es generar espacios de escucha. Reunimos a jóvenes de distintas comunidades durante una semana y tenemos una metodología para que los chicos puedan abrir realmente su preocupación, su corazón, a través de un mural, juegos. No es solamente racional, no es llenar un cuestionario diciendo ‘mis problemas son’, no. Es todo un trabajo que hacemos con los adolescentes, donde los chicos expresan realmente lo que les preocupa. La segunda etapa es no quedarse con la denuncia, con el reclamo, sino cómo ellos pueden organizarse y comprometerse a buscar soluciones.

¿Se tiene algún avance para el encuentro de jóvenes en Ecuador?

Estamos este momento en una etapa diagnóstica. Me ilusiona mucho que los jóvenes de toda Latinoamérica se puedan reunir en algo así, esperanzador y comprometido. El papa ama a Ecuador, cuando le comenté de venir acá para evaluar posibilidades, él estaba muy contento. Yo estaré con él trabajando nuevamente el 17 y 18 de este mes en Roma. Mi idea es comentarle todas las posibilidades para llevar adelante un proyecto, esa sería la segunda etapa. La primera es hacer un uniforme con el diagnóstico y las posibilidades que vemos.

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¿Cómo se levantará el informe diagnóstico?

Hicimos un preinforme virtual durante la pandemia, con un grupo de adolescente de distintas partes de Ecuador que se llamó ‘Pensarnos’. Esos datos se entregaron al Ministerio de Educación. En ese encuentro virtual salieron como dos grandes problemáticas de los jóvenes: las adicciones y la inseguridad. Ahora la idea es ver las posibilidades reales, no solamente desde la administración pública, sino también desde otras organizaciones de la sociedad, desde la la Iglesia, para lo que dice el papa poder hacer un pacto educativo.

¿En qué consiste el pacto educativo?

El papa cree que llegó un momento que tenemos que pensar a largo plazo. No podemos quedarnos siempre con la coyuntura, porque en la coyuntura y el enfrentamiento los que más pierden son los jóvenes. La educación es un proceso de largo plazo, no es inaugurar una escuela hoy o mañana, es un proceso mucho más profundo y, por eso, hace falta una política de Estado a largo plazo. Por eso el papa dice que hay cosas mínimas, fundamentales, que todos nos tenemos que poner de acuerdo, porque está en juego la vida de los jóvenes.

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Una vez que se levante el diagnóstico, ¿cuándo se prevé comenzar con el proyecto?

A mí me encantaría tener un pequeño resultado, un piloto, una prueba donde ya se pueda llevar adelante el presencial, antes de fin de año. Sería muy importante llegar a diciembre con una experiencia concreta, donde podamos empezar un proceso para después escalar a otras realidades y lugares.

¿Cuáles son las falencias del sistema educativo vigente; por dónde deben darse los cambios?

No se trata de hacer más de lo mismo. No es cuestión de venir y que Scholas ponga colegios. No es eso. A nosotros los docentes nos han educado para enseñar, para hablar, para bajar línea. Hoy estas nuevas generaciones de jóvenes ya vienen con otro chip, con otra manera de procesar las cosas. Son dos realidades que no se encuentran. Cuando nace Scholas, los chicos dicen: “Queremos una educación que tenga que ver con nuestras vidas y no con aprobar materias y colgar un título en la pared”. Lo que Scholas fue descubriendo es que hay que enseñar a los docentes a escuchar, más que hablar. El gran problema de la educación es que no está centrada en la escucha. Hoy los jóvenes están pegando un grito y nosotros, como sistema, miramos para otro costado. Los jóvenes están gritando porque les duele y ese dolor es el que tiene que tomar el sistema educativo, pero en compromiso y conjunto con la sociedad, no lo puede resolver la escuela sola.

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En ese contexto, ¿qué rol tiene la interacción entre el arte, el deporte y la tecnología?

Lo que hicimos como propuesta cultural es que en vez de ponernos contra los reales intereses de los chicos, asumimos esos intereses y hacemos que esos intereses se conviertan en una propuesta educativa y cultural. Por ejemplo, el fútbol puede ser un negocio, una corrupción, o el fútbol puede ser un instrumento para la educación.

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Más allá del tema educativo, ¿de qué manera aportará el programa de Scholas a los jóvenes ecuatorianos que viven en un contexto de violencia e inseguridad?

La violencia es la contracara de la falta de sentido. La violencia no se combate con más seguridad, perdón que lo diga así, se combate con educación. El mejor Ministerio de Seguridad es el Ministerio de Educación, y lo hemos comprobado. Tuvimos una experiencia con chicos palestinos e israelíes, y la propia Universidad Hebrea de Jerusalén, que es una universidad muy prestigiosa académicamente, tomó el proyecto de Scholas e inauguró una cátedra en su institución. Los chicos lo que están queriendo es algo que le dé sentido en la vida, algo que los haga ser. La educación se quedó, como dice el papa, en el ‘chiquitaje’, en matemática, lengua, en repetir cosas, en aprobar exámenes, no en la profundidad. La educación tiene que recuperar lo antropológico, lo que el alumno necesita como persona. El alumno necesita un sentido, algo por el cual luchar, si no lo tiene compra otras luchas no reales que le venden. Por eso hoy hay mucho más extremismo, los captan en internet. La violencia, la adicción y todo lo que vemos son los síntomas; la causa es mucho más profunda, es antropológica. Y la causa se combate con una educación centrada en la persona. (I)


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