El Palacio de Carondelet, la sede del poder Ejecutivo y residencia del presidente de la República, actualmente Daniel Noboa, es un lugar de relevancia histórica y política para Ecuador.

Este emblemático edificio toma su nombre del Barón de Carondelet, presidente de la Real Audiencia desde 1799 hasta 1807, y ha sido testigo de todas las administraciones presidenciales del país. Sin embargo, el entorno de este importante sitio ha cambiado notablemente en los últimos tiempos.

Ministro de Defensa, Gian Carlo Loffredo: ‘El país necesita de más militares para este nuevo combate urbano’

Desde enero de este año, con la emisión del primer decreto de estado de excepción por conflicto armado interno, la seguridad en los alrededores del Palacio de Carondelet se ha incrementado considerablemente.

Publicidad

Este aumento en las medidas de seguridad incluye la instalación de vallas metálicas que mantienen una separación de aproximadamente 10 metros alrededor de las calles García Moreno, Chile y Espejo, aislando los tres flancos del edificio.

Estas vallas han transformado la atmósfera del centro histórico en un área más restringida y controlada.

Los miradores de San Francisco, ofertas gastronómicas que aprovecharon la vista privilegiada en el centro histórico de Quito

Katherine Anchala caminaba días atrás por la calle Espejo junto a una familiar. Con pesar dijo que tuvieron que rodear el edificio porque no se les permitió el paso por la García Moreno.

Publicidad

“No podemos pasar y nos toca dar la vuelta. Antes no se veía esto. Cuando ya se escucha que habrá alguna movilización, lo cierran desde abajo y es peor”, enfatizó.

QUITO.- En fechas especiales o amenazas de manifestación el control alrededor del Palacio de Carondelet suele extenderse a las demás calles de acceso. Foto: Alfredo Cárdenas.

El 5 de abril, el Gobierno declaró el Palacio de Carondelet como un bien patrimonial protegido ante conflictos armados internos y externos, colocando el Escudo Azul, símbolo establecido por la Convención de La Haya en 1954 para identificar y proteger sitios culturales ante ataques en tiempos de guerra.

Publicidad

Esta medida busca salvaguardar el patrimonio cultural del país, aunque ha generado diversas reacciones entre la ciudadanía y expertos.

Especialistas trabajan en recuperación y preservación de documentos del Registro Civil, entre estos consta acta de defunción de Jaime Roldós

Lenin Lara, docente e investigador de la Universidad Internacional del Ecuador (UIDE), explicó la importancia de conservar el patrimonio histórico, como el Palacio de Carondelet y la Plaza Grande, enfatizando que estos elementos juegan un papel crucial en la comprensión del pasado del país.

Lara reconoce que aunque las vallas pueden resultar estéticamente desagradables, son necesarias para proteger estos sitios en el actual contexto político-social, donde el vandalismo ha sido una amenaza real, como los eventos ocurridos en octubre del 2019.

“Tiene que ser protegido, y si esta es la alternativa no muy estética de alguna manera se protege al bien inmueble”, señaló Lara.

Publicidad

El Templo de la Patria, el museo que alberga la historia de la batalla de Pichincha

Por otro lado, la implementación de estas medidas ha generado malestar entre los residentes y visitantes del centro histórico.

Sandra Sánchez, otra residente, compartió un sentimiento similar al de Katherine, al señalar que las restricciones impiden un tránsito fluido.

“Sí molesta, porque toca dar la vuelta entera. Y antes se bajaba por aquí nomás para ir a la Marín. Dicen que es por tema de seguridad, pero la verdad aquí más bien los turistas creo que no pueden disfrutar”, expresó la ciudadana.

Alfonso, quien prefirió mantener su apellido en reserva, criticó las medidas de seguridad alrededor del Palacio, al argumentar que se enfocan en proteger a las autoridades mientras la población general permanece desprotegida.

DuoLab Studios, emprendimiento quiteño que crea rompecabezas con identidad ecuatoriana

“Realmente brinda seguridad donde no deben, porque la población está totalmente desprotegida” relató.

El ciudadano confesó que estuvo el último fin de semana en el centro histórico y que le preocupó ver locales cerrados, lo que han considerado ahora los turistas es transitar por calles determinadas, pero abandonando otras a causa del control, argumentó.

Así, mientras los turistas y trabajadores forman parte del cotidiano caminar de la capital en la Plaza Grande, las vallas metálicas siguen formando el fortín que envía el mensaje de seguridad y fuerza ante sus actuales enemigos, el crimen organizado. (I)