De 45 a 50 minutos de espera. Ese tiempo le toma a Nancy Paspuel embarcarse en la única línea de bus (Catar) que le permite ‘salir’ de su barrio, La Pulida, en el noroccidente de Quito. Ya a bordo, de pie y apretujada, avanza lento hasta El Labrador, la primera de sus tres paradas. Hace trasbordo y sigue su camino hasta llegar, una hora y media después, al sector de Cocotog (norte).