Una cruz blanca en el parque Bicentenario, en el antiguo aeropuerto, norte de Quito, es uno de los recuerdos que dejó la visita del papa Francisco a Ecuador. La cruz descansa sobre dos estructuras triangulares a varios metros del suelo.
Hay una placa que menciona que es un símbolo conmemorativo del sitio donde se celebró en el 2015 una misa campal. No obstante, luce deteriorada por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento.
Esa cruz blanca es en realidad la segunda que hay en la capital. La primera se la puede encontrar en el parque La Carolina junto a un centro comercial. Fue erigida en homenaje a Juan Pablo II, el denominado Papa viajero, que estuvo en Ecuador en 1985.
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En abril del 2015, Mauricio Rodas, a la época alcalde de Quito, se reunió con Francisco en el Vaticano. Le mencionó que la capital ecuatoriana se estaba preparando para recibirlo con los brazos abiertos.
El sacerdote argentino le respondió que sentía mucha alegría de ir a Quito y de poder estar cerca nuevamente de la imagen de Santa Marianita de Jesús, a quien le tenía mucho cariño y devoción.
El sumo pontífice estuvo en el país entre el 5 y 8 de julio de 2015.
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El exfuncionario recordó que el primer evento se realizó a su llegada en el aeropuerto Mariscal Sucre, donde fue recibido y se le dio la bienvenida.
En la plaza de San Francisco, en el centro de la urbe, hubo una ceremonia especial en donde recibió las llaves de la ciudad a nombre de los quiteños, en la cual se le manifestó que su presencia llenó a la capital de alegría y de emoción.
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Las llaves de la ciudad se colocaron en una caja de madera de cedro de 18x12 y 4 centímetros de alto con revestimiento de laca transparente. Lo adornó la frase: “El Municipio del Distrito Metropolitano declara huésped Ilustre de la Ciudad a su santidad Francisco I”. Fue elaborada en talleres de restauración del Centro Cultural Metropolitano.
La llave fue hecha en bronce y bañada en plata. Midió 16x53 centímetros y 1 centímetro de espesor.
La entrega de las llaves de la ciudad es una distinción que se otorga exclusivamente a jefes de Estado y a personalidades importantes de carácter mundial.
Otro evento fue una multitudinaria misa en el parque Bicentenario, luego de lo cual se construyó una cruz conmemorativa del acto religioso.
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Después de ir a Guayaquil, el pontífice regresó a la ciudad. “Sentir esa energía tan positiva que proyectaba, que irradiaba, siempre su semblante alegre, que transmitía paz, fue una sensación muy, muy especial”, dijo Rodas, de los varios encuentros a los que asistió.
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José Luis Jiménez, quien se dedica a la escultura en madera, especializado en decoración, fue seleccionado para elaborar un obsequio que iba a ser entregado al papa Francisco. Tenía que tener una representación de la Escuela Quiteña y de Quito.
Contó que tomó lo más representativo entre la Plaza Grande, la Virgen de El Panecillo e ideó un bargueño que es una caja que tiene varios componentes internos. Era usada por familias adineradas como especie de caja fuerte donde guardaban sus bienes más preciados.
Le dieron 29 días para crearlo, aunque el tiempo que usualmente requeriría era de dos meses. Constaba de ocho cajones frontales y 18 internos, elaborado en las maderas más finas. Su tamaño fue de 30 centímetros de largo, 25 centímetros de fondo y 30 centímetros de alto.
Jiménez elaboró además otro bargueño para el papa. En 2023 hubo un visita municipal a El Vaticano y previo a eso, en su taller, escogieron uno para entregarlo a Francisco. A diferencia del primero, el segundo tenía un estilo floreado y con colibrís.
A raíz del trabajo hecho para su santidad, tuvo pedidos de embajadas, por lo que el 90 % de sus clientes son extranjeros. El precio se fija de acuerdo con el tiempo de trabajo y al material que se usa, indicó el artista en su taller, ubicado en la tradicional calle La Ronda. Podría ir desde unos $ 100 a alrededor de $ 4.000.
Rodas indicó que la llegada de Francisco se dio en medio de tensiones políticas internas, pues hubo manifestaciones sociales.
Por ello, considera que hubo un mensaje de paz, de unidad y de fraternidad que fue oportuno y permitió que los ecuatorianos se den cuenta de que más allá de las diferencias hay un pueblo al que le unen muchas cosas.
Además transmitió la ayuda que se debe dar a quienes más lo necesitan y que la solidaridad debe primar. (I)