El rastro del plomo comienza en cientos de niños intoxicados en Estados Unidos y termina, hasta el momento, en 953 kilos de canela en polvo comercializados en Quito. En el medio, hay una cadena de empresarios que se acusan entre sí, incluso sacando a la luz supuestos documentos falsos. En la Fiscalía, se han planteado al menos nueve denuncias penales por este problema.