Que cuatro bebés recién nacidos lloren a la vez en el cuarto de una vivienda, en esos típicos departamentos de tres ambientes de Guayaquil, de unos 70 metros cuadrados, no es algo común.

La escena se vive en la casa de Adriana Guerrero, quien es madre de cuatrillizos junto con su esposo, Rodolfo Contreras.

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“Me operé de un quiste, entonces al inicio los médicos pensaban que era un embarazo ectópico (que se produce cuando un óvulo fecundado se implanta y crece fuera de la cavidad principal del útero), pero de ahí me dijeron que el embarazo continuaba, que me haga un eco a las seis semanas, así lo hicimos, allí nos enteramos de que venían cuatro bendiciones. Cuando me enteré sí me puse a llorar porque no me lo esperaba”, afirma esta madre.

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La pareja intentaba procrear desde el 2018 cuando se casaron. Ella se sometió a un tratamiento contra la infertilidad porque no podía quedar embarazada. Aun así las probabilidades eran bajas, les habían dicho.

Pero Adriana anhelaba ser mamá. “Aunque no de cuatro a la vez, siempre le rezaba a Dios que me dé la oportunidad de tener uno, pero gracias a él me envió cuatro bendiciones. Igual no es una queja, había perdido la esperanza de tener un hijo. Estaba un poco cansada de medicinas y de ir de forma constante al médico”.

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La última fue la vencida, ya que estaba por dejar el tratamiento contra la infertilidad, cuenta. Ahora igual va al médico, pero dice que acude feliz con sus bebés. Este domingo 14 de mayo ella, igual que otras mamás de Ecuador son celebradas por el Día de la Madre.

Los cuatrillizos nacieron a las 34 semanas de gestación y estuvieron en incubadoras. Llegaron en pares (hombre-mujer), “la parejita” de una sola vez, por partida doble.

“Han llorado los cuatro a la vez varias veces, es complicado, hasta yo me pongo a llorar con ellos, cojo a uno, lo cargo, luego a otro, y así voy alternando y los calmo”, dice la mujer que no encuentra las palabras para describir el amor de madre. “Cuando los tengo en brazos es muy bonito, sé que es cansado quizás, pero el cariño es profundo”.

Adriana renunció a su trabajo en una escuela privada como profesora de inicial para cuidar a sus cuatro bebés que el lunes 15 de mayo próximo cumplirán los seis meses de vida.

La decisión de dejar el trabajo fue consensuada con su esposo. Son cuatro bebés por lo que sería irresponsable, dice, dejarlos bajo el cuidado de alguna empleada doméstica o de familiares.

El gasto es fuerte, pero nos ingeniamos. Recibimos mucha ayuda, igual sí pienso retomar mi carrera de docente cuando ya mis hijos sean más grandes. Nadie los cuida mejor que una madre”, dice Adriana, de 32 años de edad.

Cada bebé viene con su pan bajo el brazo, dice el dicho, y esta pareja lo corrobora. Las dos cunas grandes que tienen se las dio un familiar, al igual que otros artículos para niños.

A la semana se van 200 pañales, más seis tarros de leche de fórmula, cuyo costo por unidad es de 20 dólares. “La triada es pañales, leche y pañitos húmedos, solo en eso se gasta casi 200 dólares a la semana”, asegura Rodolfo, quien es militar, por lo que forma parte del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas (Issfa), lo que también ayuda con los gastos médicos.

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En el cuarto saltan a la vista las pulseritas rojas en la muñeca de cada uno de los cuatrillizos, cuatro almohadones, cuatro colchas, tres coches, varias pañaleras, champú al granel, ollas de acero inoxidable para hervir los biberones. Al momento ya han adquirido tres docenas, un total de 48.

Sin embargo, la pareja busca una beca educativa, al menos parcial. “La situación es complicada porque son cuatro bebés que requieren también atención médica”, afirma Rodolfo, de 38 años de edad.

Uno de los varones tiene tetralogía de Fallot, una afección poco frecuente causada por una combinación de cuatro defectos cardiacos presentes al momento del nacimiento por lo que es congénito. Será sometido a cuatro cirugías, próximamente entrará a la primera.

El otro varón padece de hidronefrosis, que es la acumulación de orina en uno de los riñones.

Las dos bebés están completamente sanas. “Las mujeres son más fuertes, en esta ocasión lo comprobé”, dice Rodolfo entre risas. “Igual la situación de los varones por el momento es estable”.

Adriana alumbró el doble del promedio de hijos que tienen las ecuatorianas en edad fértil durante toda su vida (2,05), pero ella los tuvo de una sola vez, de manera simultánea.

La probabilidad de cuatrillizos es de uno entre 700.000 y un millón de embarazos, según los estudios.

El principal factor que incrementa las probabilidades de tener un embarazo múltiple es el uso de tratamiento contra la infertilidad, pero hay otros factores, señala la guía para pacientes Embarazo y nacimientos múltiples: mellizos, trillizos, o mayor número de bebés, de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva de Estados Unidos.

En Adriana también pudo influir su edad. “Como si se tratara de una carrera contra reloj, con el paso del tiempo el cuerpo femenino produce más hormonas que estimulan la ovulación, y los ovarios liberan más óvulos cada mes. A partir de los 30 años aumentan las probabilidades de un embarazo múltiple”, indica un artículo del sitio web huggies.com.ec

“En condiciones naturales, la posibilidad de tener un embarazo de más de un bebé es relativamente baja, de entre el 1,5 % y el 3%, variando según las fuentes. También se estima que la probabilidad varía según el origen étnico”, agrega este reporte.

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Un nacimiento múltiple requiere de tiempo, paciencia y destrezas que se van adquiriendo con la experiencia de atenderlo. Rodolfo cuenta cómo consiguieron que los cuatrillizos duerman casi toda la noche y madrugada sin levantarse pese a su corta edad.

El llanto empezaba a la medianoche y luego volvía entre las cuatro y cinco de la mañana, entonces decidieron adelantarse con los biberones listos ya que la razón del despertar abrupto era el hambre. “Así dormidos toman la teta, nos toma unos 45 minutos preparar y darles a los cuatro. Las tetas quedan lavadas, aquí lo importante también es la higiene, entonces las dejamos incluso hervidas”, asegura.

Esto permite que los cuatrillizos duerman desde las once de la noche hasta las ocho y media de la mañana siguiente.

En el hogar de Adriana y Rodolfo ya no hay horas de televisión u otro tipo de ocio.

Cada ida al médico es una odisea que requiere de cinco personas, aparte de los bebés. El que maneja, que en este caso es Rodolfo, más Adriana que lleva a uno, su suegra carga a otro y una tía o vecina al cuarto. “Las consultas tenemos que planificarlas con tiempo. Intentamos llevarlos de dos en dos”.

La rutina de Adriana empieza a las seis de la mañana cuando prepara los primeros biberones.

Las últimas cifras de nacimientos indican que en el país nacen cada año 256.106 bebés, es decir, la tasa de natalidad nacional es de 14,2 nacidos vivos por cada mil habitantes, cifras registradas durante 2021, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Adriana ya entró a esta estadística tras una lucha de cuatro años. Una lucha que ahora sigue con cansancio y menos horas de dormir, pero con un amor que impregna cada rincón de su hogar, ubicado sobre una de las empinadas colinas de Guayaquil, donde viven. (I)