El juicio político que enfrentará el presidente Guillermo Lasso tiene escenarios parecidos al proceso del que fue absuelto Alberto Dahik, en 1995, cuando fue vicepresidente de Ecuador y acusado de malversar los gastos reservados. Los niveles de “odio y canibalismo político” son las coincidencias que encuentra Dahik entre los dos juicios.

Además, como hace 28 años, una de las fuerzas que impulsan el juicio político es el Partido Social Cristiano (PSC), pero esta vez ya no aliado con el roldosismo (como en 1995), sino con el correísmo. Aunque Dahik fue absuelto por la mayoría del Congreso de aquella época, tuvo que huir del país hacia Costa Rica, debido a una orden de prisión en su contra dictada por el presidente de la Corte Suprema de Justicia. Con el exilio de Dahik el país inició un proceso de inestabilidad política, con golpes de Estado y derrocamientos, que se detuvo en 2006 cuando Rafael Correa llegó al poder, en el que permaneció por una década.

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¿Cree que las mismas condiciones que usted vivió en el juicio político que se entabló en su contra en 1995 las esté pasando Lasso actualmente?

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El odio político es definitiva y exactamente igual. Yo fui víctima de una persecución política muy clara, una irracionalidad en el ataque al Gobierno que le costó muchísimo al Ecuador y que abrió la puerta, ese juicio político, para que en el país se viniera un periodo de inestabilidad realmente salvaje.

Luego de ese proceso en su contra el país vivió golpes de Estado, derrocamientos, interinatos presidenciales inventados, presidentes huyendo en helicópteros y también exiliados. Si se llegase a concretar la destitución de Lasso, ¿cree probable que se abra otro periodo de inestabilidad?

No solo que lo puede abrir, sino que hay otro agravante que es el fondo de pensiones del IESS (del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social), que está absolutamente quebrado actuarialmente y que puede hacer que la gravedad de todos los problemas que tiene Ecuador aumente, generando una crisis social impresionante. Estamos jugando con fuego en el Ecuador.

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¿Cuál cree que es el escenario que enfrentará el presidente Lasso en los próximos días?

El presidente va a ir a juicio político, creo que ha manifestado ya que va a enfrentar ese proceso (lo ha dicho el ministro de Gobierno, Henry Cucalón), y por lo tanto estamos en un escenario en el cual hay que esperar qué dice el presidente y qué vota la Asamblea (si lo destituye o no).

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Lo que sí vamos a esperar es que el mundo va a ver al Ecuador como un país de alta conflictividad, de alto riesgo. Las inversiones externas y la de los propios ecuatorianos van a detenerse, el ambiente de negocios se va a deteriorar.

Las fuerzas políticas que impulsan el juicio contra Lasso afirman que el país ya está sumido en la incertidumbre, en la inestabilidad por la gestión de Lasso, por lo que destituirlo y que asuma el vicepresidente es una salida constitucional que mejoraría este escenario…

Ecuador está muy lejos de ser un país en el cual se hayan logrado acuerdos mínimos de gobernabilidad, de estabilidad financiera y macroeconómica, de reformas al sistema de pensiones (del IESS). Temas que países como Chile, Perú y Colombia lo han hecho.

Y, adicionalmente, al no haberse llegado a esos acuerdos, los niveles de conflictividad y de canibalismo político siguen existiendo en el Ecuador por décadas. Entonces, una forma de ver esto (la oposición) es decir que aquí hay una Constitución, hay un proceso, que están dentro de la ley, pero otra es la de pensar en el país y decir cómo es que durante todas estas décadas no ha habido, de parte de los líderes políticos, la voluntad de lograr entendimientos básicos.

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Alberto Dahik, exvicepresidente de la República.

Para mí esto último es la gran preocupación. El presidente se puede quedar o ir, pero ¿qué va a pasar con el país? El país tiene problemas estructurales gravísimos, exceso de gasto corriente, abultada deuda, una estructura irracional de tasas de interés, un sistema de subsidios perverso que garantiza la pobreza y la falta de recursos. Hay una indecisión terrible sobre la minería que es vital para el futuro del Ecuador, una muy mala legislación laboral, un sistema educativo que no logra entender hacia dónde va el mundo.

La pregunta es ¿en qué va a contribuir este juicio político a que esos problemas se resuelvan?, si los interpelantes (PSC y correísmo), que han sido gobierno, no han logrado resolver estos problemas.

Al juicio se suma la amenaza de líderes indígenas como Leonidas Iza de salir a las calles si Lasso decreta la llamada muerte cruzada. Prácticamente están orillando al presidente a dejar el cargo, ¿qué escenario le depara al país?

No es nada halagador. Ecuador durante estos últimos 20 meses no ha encontrado una ruta de gobernabilidad, hay errores del Gobierno y de la oposición, pero mucho más allá de esto hay una actitud caníbal.

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Los partidos de oposición siempre han creído que la única manera de generar una expectativa para una elección futura es oponerse rabiosamente al gobierno de turno para generar un espacio electoral y esto no le ha dado resultado al Ecuador desde el retorno a la democracia.

¿Cómo enfrentar este canibalismo político que tanto usted menciona?

No hay otra solución que sentarse a hablar entre todos. A veces escucho que “cómo se va a hablar con los correístas, con los socialcristianos, con los de la izquierda”, pero hay que hablar con todos para llegar a acuerdos mínimos porque si no, el país no puede salir adelante.

Pero la administración de Lasso se ha pasado buscando acuerdos, de hecho se autocalificó “el Gobierno del encuentro”. Al parecer estos diálogos terminaron en letra muerta. Además, cuando fuerzas políticas contrarias se sientan a conversar, en la población hay la idea de que se están “repartiendo el país” y se deslegitima este proceso. Entonces, ¿cómo hacer para que el diálogo funcione?

El diálogo no es decir sino creer y actuar. Convencerse de que todos tienen algo que aportar por más diferente que sea el pensamiento y las ideas. Si no hay una actitud sincera, se vuelve una retórica. Yo viví (en 1995) un chantaje del Congreso que lo denuncié y terminé en el exilio. La pregunta es ¿ha variado eso hoy?

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El cambio de mentalidad de la población también es importante y tiene que pasar por una gran reforma educativa, pero primero tienen que ponerse de acuerdo los líderes políticos para hacer que los grandes objetivos funcionen. La mentalidad de que el Estado debe resolverlo todo está tan arraigada en el Ecuador que es angustiante, ya que se cree que el Gobierno tiene una plantación gigantesca de árboles que sirven para imprimir billetes. (I)