Por Sonia Yánez Blum (X: @soniayanezblum)
Desde que vivo en Europa, mis días se inician con una taza de café en la mano y los titulares comerciales de Estados Unidos en la pantalla.
No por costumbre, sino por necesidad.
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Trabajo con clientes en Ecuador, tengo familia allá, y parte de mis responsabilidades profesionales implican estar al tanto -en tiempo real- de las comunicaciones oficiales de EE. UU. sobre comercio internacional.
Esta crisis arancelaria no es solo un titular para mí. Es parte de mi día a día.
Y como especialista en gestión de crisis y estrategias de comunicación, me veo en la necesidad de analizar no solo el fondo de esta disputa, sino la forma: cómo cada actor comunica su postura y cómo esto moldea la percepción internacional y el impacto económico.
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Un vistazo desde la forma de comunicar, no solo el contenido
Unión Europea: moderación con firmeza
La UE ha optado por una estrategia de comunicación calculada y técnica, proyectando un equilibrio entre diplomacia y defensa de intereses.
- Apuesta por el multilateralismo, usando informes técnicos y conferencias institucionales como herramientas de claridad.
- Subraya el consenso, incluso cuando hay disensos internos como el de Hungría.
- La narrativa: “Estamos abiertos al diálogo, pero no cederemos sin reciprocidad”.
- Apple envió 5 vuelos cargados de iPhone desde India hacia EE. UU. para mitigar los nuevos aranceles de Donald Trump
China: fortaleza narrativa, acción meditada
El discurso chino es directo: no se trata solo de comercio, sino de soberanía.
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- Emplea una retórica de resistencia: “Lucharemos hasta el final”.
- Activa mecanismos legales (como la OMC) para contrarrestar, y se posiciona como defensor del sur global.
- Usa plataformas como X para movilizar simpatía internacional.
Estados Unidos: el impacto de la disrupción comunicacional
EE. UU., liderado por una estrategia altamente polarizadora, usa canales no tradicionales como Truth Social para emitir anuncios clave.
- Los mensajes simplificados activan emociones, no argumentos.
- La contradicción entre discurso y realidad económica (ej. predicciones de recesión) erosiona la credibilidad.
- Su enfoque es funcional para movilizar bases políticas, pero riesgoso para la estabilidad de mercado.
Las palabras importan. Y mucho
Cuando hablamos de estrategias de comunicación en crisis internacionales, no se trata solo de lo que se dice, sino de cómo se dice, dónde se dice y a quién se dice.
En un mundo donde la percepción influye en la bolsa de valores, y una declaración puede mover los mercados, cada palabra cuenta.
La crisis arancelaria entre EE. UU., China y la UE revela tres estilos comunicacionales clave:
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- Técnico y multilateral (UE): favorece una narrativa basada en datos, legalidad internacional y cohesión institucional.
- Bélico y nacionalista (China): usa un enfoque simbólico con mensajes poderosos pero medidos, dirigidos tanto a su población como al “sur global”.
- Disruptivo y polarizante (EE. UU.): comunicación directa, emocional, enfocada en movilizar audiencias internas, pero con costo en credibilidad externa.
Conclusiones desde la comunicación global:
- La UE construye credibilidad desde la institucionalidad.
- China combina orgullo nacional con estrategia legal.
- EE. UU. prioriza el impacto inmediato, aunque comprometa coherencia.
Desde este rincón europeo, viendo a mi país desde la distancia y conectada a tres husos horarios, observo una lección clave:
La narrativa no es un accesorio, es el eje de la influencia global.
Y en tiempos de crisis, comunicar con estrategia es tan vital como negociar con firmeza.
Por eso, para quienes trabajamos en comunicación, relaciones internacionales o negocios globales, esta crisis no es ajena. Es un recordatorio poderoso de que, en el tablero geopolítico, el mensaje puede valer tanto como la medida. (O)