El chapulete, ‘augurio del fin del invierno’, ya vuela por las calles y zonas rurales

Ver libélulas pululando por las calles, particularmente en zonas cerca de cuerpos de agua, se ha convertido en algo cotidiano para muchos guayaquileños. Coloquialmente llamados chapuletes, existe la creencia popular de que la aparición en mayores números de estos insectos marca el fin de la época lluviosa en la Costa. Existe una diversidad de colores de libélulas en el país: verdes, rosadas, marrones, azules, rojas, negras y demás.Una de las más numerosas y llamativas en Guayaquil y alrededores es la gran libélula verde, de nombre científico Erythemis vesiculosa. Esta especie está distribuida ampliamente en el continente americano, desde Estados Unidos hasta Argentina. La salud de sus poblaciones y su presencia en múltiples países son dos de los factores por los cuales la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la considera como una especie cuyo estado de conservación es de preocupación menor.Cuenta con un cuerpo largo y delgado con alas transparentes, que usa para cazar insectos. Es la especie más grande del género Erythemis.“Usualmente estas especies (las libélulas) están asociadas a cuerpos de agua. Tienen un ciclo de vida en el que su etapa ninfal, o larval, la pasan en el agua. Así pueden pasar lo que dura un invierno, o 6 meses, o más tiempo dependiendo de la disponibilidad de agua. Luego empiezan a salir”, expresa Lisbeth Espinoza, docente de la facultad de Ciencias de la Vida de la Espol. Son depredadores: en su etapa larval se alimentan de larvas de mosquitos, renacuajos y microalgas. Cuando ya son capaces de volar comen grillos, moscas, otras libélulas más pequeñas y mosquitos, utilizando sus mandíbulas.Un estudio publicado en 2020 por científicos de la Universidad de Turku, en Finlandia, estudió los hábitos alimenticios de individuos de 4 especies de libélulas en un verano. Revelaron que cada espécimen estudiado consumió cientos de miles de insectos, llegando a cazar poco menos de un kilogramo de presas, resaltando la importancia de las libélulas en la cadena trófica, funcionando como reguladores de las poblaciones de insectos que consumen. Sobre la idea de que la emergencia de las libélulas en números más grandes significa el fin del invierno, Espinoza señala que es “una creencia tal vez válida (...). Están asociados a cuerpos de agua, ellos inician con las lluvias. Los adultos disponibles al inicio del invierno ponen sus huevos en charcos, riachuelos, lagos, incluso en piscinas. Si ha habido muchas lluvias, si han tenido mucho alimento, que es lo que normalmente ocurre en esa época, es lo más común que al final de la temporada empiecen a emerger”, recalca Espinoza.El invierno es propicio para la proliferación de insectos: hay más vegetación para los que se alimentan de hojas, y por lo tanto más alimento para sus depredadores, como las libélulas y otras especies. A medida que las lluvias se detienen también hay menos insectos. “Es parte del ciclo de la vida”, señala Espinoza. A pesar de su amplia distribución en el continente americano, usualmente se las encuentra en zonas con climas tropicales, donde no se sienten marcadas las cuatro estaciones del año (primavera, verano, otoño e invierno) , sino que las épocas del año se dividen en lluviosa y no lluviosa, como sucede en Ecuador. “Sí existen especies habituadas a otros climas, pero no tanto como en las zonas neotropicales”. Parte del éxito de las poblaciones de libélulas se debe a la resiliencia de sus larvas, de acuerdo a Espinoza. Incluso, pueden sobrevivir en aguas contaminadas, y son numerosas en zonas intervenidas por humanos, como las plantaciones arroceras y camaroneras que abundan en Guayas. En estas aguas se aplican insecticidas y demás químicos para asegurar la producción, pero las libélulas de todas maneras las usan para su ciclo.Alexandra Hernández, entomóloga asociada al Instituto Nacional de Biodiversidad, concuerda con Espinoza en que la emergencia de los chapuletes cerca al fin de la época lluviosa tiene que ver con su ciclo de vida. “Tiene que ver con su ciclo de reproducción. Empiezan a tener más disponibilidad de agua, ponen en las orillas sus huevos. Por eso recién la gente las empieza a ver en estas épocas en zonas urbanas” y alrededores, expica Hernández. (I)

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