Construir una vía que conecte directamente a la urbe guayaquileña con un nuevo aeropuerto podría traer efectos negativos a la fauna y flora de Cerro Blanco, un remanente de bosque seco tropical, un ecosistema diezmado por la expansión de la frontera agrícola y la construcción de proyectos inmobiliarios.
Julián Pérez, ingeniero ambiental y docente de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Escuela Superior Politécnica del Litoral, señala que la cantidad de flora y fauna en Cerro Blanco es “espectacular”, y esto podría verse afectado por construcciones.
En Cerro Blanco se han registrado 54 especies de mamíferos, 24 tipos de murciélagos y 240 de aves, además de más de 700 especies de plantas vasculares, el 20 % endémicas de la región tumbesina.
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El experto señala que se debe elaborar un balance entre las opciones que tienen las autoridades para llevar a cabo el proyecto: elaborar una autopista que atraviese el bosque, una que rodee la zona y la de elaborar un túnel que atraviese el cerro.
“Debemos estudiar el balance de pérdida y ganancia de biodiversidad, de captura de carbono y efectos sociales para definir cuál de las alternativas es mejor (...). Va a haber impactos en cualquiera”, explica Pérez.
Algunos de estos efectos son el daño que causaría el ruido de maquinarias a los animales, pérdida de hábitat de los animales por deforestación, posible derrame de químicos por parte de maquinarias, aislamiento de especies y generación de material particulado, que afectaría a flora, fauna y personas.
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Estas son algunas de las especies en peligro que habitan en Cerro Blanco
Papagayo de Guayaquil (Ara ambigua guayaquilensis)
Mono aullador (Alouatta palliata)
Venado de cola blanca (Odocoileus peruvianus)
Mono capuchino ecuatoriano (Cebus aequatorialis)
Pecarí de collar (Dicotyles tajacu niger)
Jaguar (Panthera onca)
Pérez señala que el proceso de determinar los efectos de construir en cualquier medida en Cerro Blanco también debería servir para poder analizar los daños ambientales causados por ciudadelas y operaciones mineras en la vía a la costa.
Menos del 10 % del bosque seco de la Costa, hábitat del jaguar en la región, está conservado
“Es importante resaltar que si bien es cierto que la posible construcción de una carretera crearía un impacto, tenemos la posibilidad como guayaquileños de hacer un proceso correcto para disminuir estos impactos ambientales. ¿Qué ciudadelas consideran sus impactos ambientales? ¿Todas tienen tratamiento de aguas residuales? Las que están cerca del estero tienen problemas con los cocodrilos, tienen que llamar al Ministerio del Ambiente para removerlos de sus propios hábitats porque a la gente no les gusta”, indica.
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También apunta que sin contar con un estudio ambiental completo concerniente a la posible obra, muchos análisis representan “juicios sin valor”. (I)