La Asamblea Nacional retomó el debate sobre el tratado de libre comercio (TLC) entre Ecuador y China, negociado durante el gobierno de Guillermo Lasso, el 11 de enero pasado. La discusión duró apenas dos horas, y el presidente del Legislativo, Henry Kronfle, la suspendió de forma indefinida.

Algunos asambleístas, particularmente de la Revolución Ciudadana y de Pachakutik, expresaron su oposición al tratado, aduciendo que afectaría a las industrias nacionales, mientras que otros legisladores apoyaron aprobar el documento, pues consideran que daría más oportunidades de empleo.

Ahora, sin embargo, casi 100 organizaciones ambientales han manifestado su rechazo a las medidas planteadas por el TLC bajo varias aristas, expuestas por Fernanda Solíz, directora del Área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar y una de las voceras para esta acción colectiva.

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Solíz señala que, según el parecer de las agrupaciones, el tratado se negoció sin la participación de la ciudadanía ni la academia, priorizando a “sectores empresariales, sobre todo las élites agroexportadoras, el capital financiero bancario y las grandes cadenas comercializadoras, que son los únicos y centrales beneficiarios de este tratado”.

Otro ángulo, exponen, es la posible exportación de desechos desde China hacia Ecuador. Solíz dice que, a pesar de que Ecuador es signatario del convenio de Basilea, que prohíbe el comercio transfronterizo de residuos, Ecuador igualmente importa desechos plásticos de Estados Unidos desde 2018.

“No lo hizo directamente el Estado, sino empresas privadas, burlando marcos normativos nacionales e internacionales”, indica, agregando que Ecuador es el tercer país que más desechos recibe de Estados Unidos, detrás de México y El Salvador.

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Dos literales del artículo 4.2 del tratado con China consideran mercancía a “chatarra y desperdicios derivados de operaciones de manufactura en una parte que sean aptos únicamente para la recuperación de materias primas” y “bienes usados consumidos y recogidos allí que solo sean aptos para la recuperación de materias primas”.

Solíz refiere que la importación de basura estadounidense al país empezó luego de que China prohibiera la práctica en su territorio. Ahora, agrega, el país asiático busca países que recepten sus desechos y los usen como materia prima para sus procesos productivos.

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La experta cuestiona la capacidad del país de reciclar esta basura, pues aduce que, de los desechos plásticos que se importan del país norteamericano, “más del 50 % no pueden ser utilizados porque llegan contaminados. La responsabilidad de gestionar esos desechos recae en el mismo Estado a través de sus GAD”. “Nos preocupa convertirnos en uno de los basureros de este gigante asiático”, advierte.

En los anexos del tratado se detallan los productos que pueden ingresar a China y Ecuador sin aranceles o con una reducción progresiva de ellos. Se contempla la importación y exportación de distintos tipos de residuos, como escorias y cenizas de residuos municipales, desechos radioactivos, lodos de gasolina con plomo y baterías.

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“La ceniza puede volar en el ambiente, filtrarse en nuestros suelos. Analizar la cantidad de contaminantes que pueda tener esto es cada vez más complicado, si la basura de aquí ya es difícil de tratar”, indica Legny Vivas, coordinadora de la campaña ciudadana para rechazar el TLC.

El cronograma arancelario detallado también contempla reducciones de impuestos para orquídeas y rayas, además de tiburones y sus aletas.

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Sin embargo, aunque se incluyen palabras como residuos, desechos y diferentes especímenes de flora y fauna, Julio Prado, quien fue ministro de Producción durante la negociación del acuerdo entre 2021 y 2023, señaló en su cuenta de X (antes Twitter) que el texto del TLC no permite la importación de basura desde China, y que la terminología de las tablas del cronograma arancelario se incluye en tratados como este en todos los TLC, pues la importación o exportación de cualquier producto debe realizarse bajo las leyes nacionales de los países signatarios.

“El arancel contiene la lista completa, ya sean restringidos o no. Muchos de esos van años con 0 % a todo el mundo. Así aparezcan en la lista no se pueden importar. Todos los TLC se negocian así”, expuso Prado en sus redes sociales.

Escribió, además, que los chinos no podrán llevarse aletas de tiburón, pepinos ni tortugas, pues su pesca está prohibida por la Ley Orgánica para el Desarrollo de la Acuicultura y la Pesca.

Otro punto de las organizaciones es que el TLC, en su artículo 9.2, respecto a la facilidad de inversión, relajaría regulaciones ambientales. No obstante, como resalta Prado en su perfil de X, el siguiente artículo, el 9.3, dice que ninguno de los dos países deberá derogar medidas ambientales como estímulo para la producción.

Solíz, sin embargo, considera que esto muestra que se trata de un tratado “mentiroso, que intenta ir disfrazando al mismo tiempo que flexibiliza”. La experta también expresa preocupación por la economía de pequeños productores, agricultores y trabajadores, pues no podrían competir en el mercado con productos chinos con menos aranceles. (I)