Quien fue ministro de Salud desde que empezó el gobierno de Daniel Noboa, en noviembre de 2023, Franklin Encalada Calero, renunció a ese cargo para asumir en junio de 2024 el reto de gerenciar el hospital Teodoro Maldonado Carbo, en el sur de Guayaquil, el más grande y complejo de los centros hospitalarios del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).

El régimen de Noboa le impuso esa tarea y, tras cumplir un mes en el puesto este 29 de julio, Encalada reconoce ante EL UNIVERSO que el objetivo es titánico debido a la infraestructura deteriorada y las casi 6.000 citas médicas y 300 cirugías en fase de programación sin concretarse con las que se encontró.

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“Este es un hospital de cuarto nivel porque aquí, por ejemplo, hoy (29 de julio) en horas de la tarde vamos a trasplantar un riñón; mañana (30 de julio) tenemos trasplante de córneas. En esta semana vamos a iniciar también el programa de cirugías bariátricas, que no había desde hace muchos años”, asegura.

Una de sus ventajas, dice, es que trabaja como cirujano en el Teodoro Maldonado Carbo desde el 2015, por lo que afirma conocer a la mayor parte de los casi tres mil funcionarios que laboran en este hospital inaugurado el 7 de octubre de 1970; de ahí que las instalaciones ya cumplirán 54 años.

Con esa bandera busca cambiar la atención en las 34 especialidades, afectada por la postergación de citas médicas, falta de medicinas e insumos y el retraso en las cirugías.

Con ventilador y repelente en mano se interna a pacientes en el hospital Teodoro Maldonado

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A ello se suman las contrataciones fallidas y la corrupción en las adquisiciones. “Vamos a dejar nuestra etiqueta de empatía, de afecto, amabilidad y, sobre todo, de honestidad, que es lo que más necesitamos hoy como ecuatorianos”, afirma.

Franklin Encalada es el cuarto gerente que tiene el hospital Teodoro Maldonado Carbo del IESS durante lo que va de este año. Foto: Jorge Lozada S.

¿Qué es lo más complicado con lo que le ha tocado lidiar hasta ahora?

Conocer que tenemos un problema de infraestructura, que el hospital necesita impermeabilizarse, porque con cada lluvia le entra agua por todos lados. Ha tenido muchas impermeabilizaciones, las cuales no han funcionado; inclusive, todavía hay contratos en los cuales está vigente la tarea, pero sigue entrándole agua.

¿Por qué no se ejecutan las obras?

El hospital tiene 16.000 m² de superficie y una empresa te dice que va a impermeabilizar 1.600 m², pero el resto no porque “Eso no me ha pedido el proceso”. Resulta que en los 1.600 m², si bien es cierto que no entra el agua, a partir del metro cuadrado 1.700 ya empieza a meterse el agua. Justamente conversando con el señor presidente (del Consejo Directivo del IESS, Eduardo) Peña, le he dicho de los problemas. Si nosotros no le ponemos un techo, se nos va a venir el hospital abajo. Acordémonos de que fue fundado el 7 de octubre de 1970. Este hospital por infraestructura y vida útil está dando de más, pero los servicios que ofertamos han venido mejorando, la medicina ha avanzado, los artefactos y el equipamiento ahora son diferentes. Tenemos el robot Da Vinci funcionando cinco días de los siete de la semana.

Otro de los problemas es la climatización de las distintas áreas.

Cuando llegamos al hospital nos dimos cuenta de que hay un problema de climatización serio, que ya tiene cerca de cinco años. Hemos climatizado dos áreas; faltan cinco más por climatizar; poco a poco estamos dando viabilidad a esto. Cinco de los diez quirófanos no funcionaban; ahora ya tenemos funcionando cuatro quirófanos, más uno que lo utilizamos para limpieza quirúrgica. Entonces, todos están funcionando al día de hoy.

¿Qué hace para reducir el número de consultas postergadas, que suman seis mil?

Habilitamos la consulta externa 24/7: estamos atendiendo de lunes a domingo en horarios extendidos. Hay médicos a los que les hemos redistribuido los horarios; otros han solicitado el pago de horas extraordinarias, que lo estamos haciendo. Para que el médico pueda tener horas extras también tiene que tener la persona que limpia, el auxiliar, la persona de admisión; entonces, aperturamos la consulta externa. Y es así que cada día en la consulta externa atendemos de 120 a 150 consultas médicas represadas. Ya tenemos cerca de 600 consultas atendidas este mes de las 6.000 represadas, un 10 % del total. Es un avance; sé que tal vez no es demasiado.

¿Y las 300 operaciones que no han programado?

También nuestros médicos están viniendo a operar los fines de semana. Llevamos operadas 30 cirugías de las 300. Hemos dado un alivio al 10 %.

Encalada en la capilla del hospital Teodoro Maldonado Carbo, la que fue remodelada. Foto: Jorge Lozada S.

¿Qué impide un avance más rápido?

Dos cosas lo dificultan. Programamos casi 300 citas para un sábado y un domingo, pero solo vienen de 120 a 150 personas, no más, quizás por la dificultad de venir un fin de semana. Lo otro es el problema de seguridad. Este es un hospital de referencia; acá vienen de todas las provincias. Uno de nuestros eslóganes es que el paciente que entra es nuestro y le damos una respuesta. Mucha gente, al ver que el hospital funciona, quiere venir acá. Tenemos varios hospitales cerca, el de los Ceibos, Sur Valdivia, Efrén Jurado, pero quieren venir al Teodoro Maldonado.

¿Pero por qué hay tantas citas médicas represadas?

El nudo crítico está en que primero tenemos un mal sistema de agendamiento de citas. De los muchos pacientes que acuden al Teodoro Maldonado Carbo, cerca del 70 % no debería acudir aquí, a este hospital. Por ejemplo, viene un paciente que tiene 300 de azúcar y viene al Teodoro Maldonado Carbo, cuando la diabetes debe ser tratada en el nivel uno y dos (de la red de salud). Nuestros endocrinólogos no están para ver al diabético, sino para ver al diabético descompensado, aquel que ya no tiene ojos, no tiene riñón, no tiene extremidades, que tiene una complicación respiratoria.

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Pero vienen porque en los centros y hospitales más básicos no los atienden.

No deja de ser una situación que compromete a los establecimientos del nivel 1 y 2. Esa es una debilidad que tenemos, lo del agendamiento de referencias, que no es competencia propia de este hospital.

¿Cómo cree que debe manejarse lo del agendamiento?

En mi época de ministro hicimos la cátedra de Diabetología. Dejamos cerca de 90 posgrados para eso, porque las enfermedades metabólicas son las que debilitan a un sistema sanitario. El problema de la diabetes está en auge y no hay médicos diabetólogos en el país; hay doce y ninguno trabaja en el sector público, solo privadamente. A los médicos recién graduados les cae un diabético y no saben manejarlo. El paciente que debe acudir a una institución hospitalaria es el que tiene comprometido otro órgano, no solamente su diabetes, pero los envían. Entonces, las listas se hacen más grandes debido a que no hubo un médico en territorio que dé una respuesta a la demanda del paciente. Esa es la primera debilidad. La segunda debilidad es que las referencias están hechas directamente a los hospitales del tercer nivel y no a los del primero y segundo. La tercera debilidad es la falta de profesionales en los hospitales.

¿En qué especialidades hay un mayor déficit?

Las especialidades que le hacen falta al sistema sanitario, no solamente al Teodoro, son oncólogos, cirujanos de cáncer, cirujanos metabólicos, endocrinólogos, diabetólogos, reumatólogos, cardiólogos, hemodinamistas, neurointensivistas. Recordemos que ahora ya estamos en el campo transdisciplinal de la medicina, en el cual el neurólogo no solamente está en el consultorio, sino que está en una terapia intensiva.

¿Cómo pretende solucionar este déficit?

Una de las formas es con las universidades (muestra unos documentos). Aquí está el llamado a los especialistas, medicina interna, cirugía, terapia intensiva, cardiología, dermatología, imagenología, nefrólogos, urólogos, emergenciólogos, endocrinólogos, anestesiólogos, traumatólogos, otorrinolaringólogos y oncólogos.

¿Cuántos se sumarán al hospital Teodoro Maldonado Carbo?

Son cerca de 56; llegarán en unas tres semanas. Estos posgradistas ayudarán a mejorar la atención, con inmediatez, y ayudarán a disminuir la lista de espera.

Vista de la planta alta del hospital Teodoro Maldonado Carbo del IESS. Foto: Jorge Lozada S.

¿Cómo ha solucionado la falta de pruebas para testear las enfermedades respiratorias, como COVID-19 e influenza, en plena temporada invernal?

Sacamos un proceso de compra de pruebas COVID-19... Cuando llegamos aquí no había pruebas de COVID-19, y una de las enfermedades que se han venido encima es la influenza A, B, el virus sincitial respiratorio, que es causante de la epidemia que vemos actualmente. Sin embargo, tenemos que dar una respuesta; entonces, compramos las pruebas. Hubo cuatro empresas que nos dieron una cotización. Eran variadas, entre 34 y 28 dólares, así fluctuaban los valores. Sometimos a una puja. Y en la contraoferta quedó en 13,8 dólares cada prueba. Con estas puede usted identificar cuatro tipos de virus: influenza A y B, sincitial respiratorio y COVID-19. Pedimos un descuento del 25 % y la prueba la terminamos comprando en 9,98 dólares. Lo hicimos delante de todas las áreas requerientes y el contratista. Compramos 7.500 pruebas. Esa es una forma de dar transparencia, porque a veces, cuando el proveedor visita oficina por oficina, los funcionarios empiezan a volverse “creativos”; entonces, cuando uno se da cuenta, el producto se vuelve más costoso. Cuando hacemos este tipo de compras, con la frontalidad y delante de todos los funcionarios, se dan cosas como estas (lo del descuento referido). (I)