Mientras que en la mayoría de países los habitantes se han relajado con respecto al COVID-19, en China las autoridades vuelven a preocuparse por un repunte del virus que ha dejado cerca de dos millones de muertos desde el comienzo de la pandemia.

Casi tres años después de que aparecieran los primeros casos de COVID-19 en Wuhan, China, el país asiático vive un drástico aumento de contagios.

Ante el incremento del pánico, Xi Jinping, el presidente de China, hizo un llamado a proteger la vida de los ciudadanos.

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“Deberíamos lanzar una campaña sanitaria patriótica de manera más afinada”, para fortalecer “la prevención y el control” de la epidemia y “proteger eficazmente la vida, la seguridad y la salud de la gente”, dijo el mandatario, citado por el canal estatal CCTV.

Ayer se anunció que la Comisión Nacional de Salud de China dejará de notificar las cifras diarias de casos y de muertes vinculadas al virus a los medios de comunicación.

El ente agregó que ahora el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) publicará informaciones sobre la epidemia, orientados a tener referencias y a la investigación, pero sin precisar qué datos ni la frecuencia de los recuentos.

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Desde que se levantaron las restricciones en China el 7 de diciembre, solo se han reconocido oficialmente seis muertos por COVID-19. Este balance sería muy inferior a la cifra real de fallecidos, en un país en que buena parte de las personas mayores no están vacunadas contra el COVID-19, aseguran expertos. (I)