El mapa ideológico de la región se ha ido moviendo los recientes años y la primera mitad del 2021, con pandemia y todo, no ha sido la excepción.

El 2020 empezó con un proceso electoral en Ecuador en febrero, el que terminó en abril con el balotaje que ganó Guillermo Lasso, pasando el país en cuatro años de centroizquierda a centroderecha.

Le siguió Chile, donde la población decidió que el proceso constituyente que se llevará adelante sea manejado por miembros del centro hacia la izquierda, lo que hace pensar a analistas que la nueva máxima ley del país tenga esa tendencia, más allá de si el presidente que se escoge en noviembre continúe con la línea de centro derecha de Sebastián Piñera, vuelva a la centroizquierda del espectro de las antes Concertación, o termine girando a la izquierda.

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Esta semana fue Perú el que marcó también un cambio. En 2016 la segunda vuelta electoral enfrentó a Pedro Kuczynski y Keiko Fujimori, ambos de derecha, ganando el primero por escaso margen gracias al antifujirismo, que volvió a ser clave el domingo 6 de junio para que Pedro Castillo (izquierda) le dé la tercera derrota consecutiva en las presidenciales a Keiko.

Sin embargo, Castillo, quien ganó el escrutinio y deberá esperar que se resuelvan las impugnaciones para declararlo oficialmente ganador, no tendrá mayor influencia en los otros poderes y su promesa de cambiar la Constitución mediante las vías legales establecidas, además de algo difícil, deberá esperar para atender primero las urgencias creadas por la pandemia de coronavirus, un mal que enfrenta todo mandatario sin importar su línea política.

En Ecuador y Perú se han realizado elecciones presidenciales en este primer semestre del 2021. En Chile se dieron los comicios del proceso constituyente.

Pese al escenario actual, especialistas comentan que lo sucedido estos seis meses no corresponde a una visión o elección ideológica, sino que tiene otras aristas.

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Para el internacionalista Joaquín Hernández hay una transformación en la región que está afectando los modelos anteriores. Pone de ejemplo al joven presidente de El Salvador, Nayib Bukele, quien le parece está imponiendo un nuevo ritmo de hacer política y que también despiertan discusiones e incertidumbre por sus métodos.

“En el caso nicaragüense estamos llegando al máximo de la concentración de poderes, pero ahí no hay ideología. (El presidente Daniel) Ortega puede decir que es sandinista, pero evidentemente es una tiranía igual que la de los Somoza, tristemente. Ahora en el caso colombiano, que vive una crisis, no responde tampoco a una ideología... la mayor parte de los problemas que unen a la gente (que protesta) son de una índole totalmente diversa. Van desde los problemas de los camioneros hasta los de los estudiantes, falta de oportunidades de empleo, exclusión, inseguridad de las mujeres... en fin hay a toda una serie de malestares que difícilmente se podrían agrupar bajo una línea ideológica de derecha o de izquierda”, dice Hernández.

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Añade que en el caso peruano si bien Castillo gana teniendo a la mitad en contra, si se toman en cuenta los resultados de la primera vuelta ni él ni Fujimori llegan juntos al 25% de voto duro. Entonces no hay una polarización ideológica.

“Lo ideológico como tal, si lo entendemos como un conjunto de principios, visiones del mundo, políticas y estrategias orientadas hacia una determinada transformación de la sociedad, no existe... lo que hay (ahora) es un nuevo tipo de elector que ya no es el tradicional que debatía, bien o mal, sobre el socialismo o no, sino que simplemente vive y quiere en su momento recibir respuestas, solucionar problemas... además siente frustraciones de dos años de COVID-19″, apunta Hernández.

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La politóloga Ana María Correa también va por esa vía y ve que el sistema establecido está mostrando unas fracturas gigantescas. Para ella los sistemas que parecían funcionar adecuadamente resulta que no lo hacían o no lo estaban haciendo para todos los segmentos de la población de una manera equitativa.

“Por otro lado, hay un problema de representación y fragmentación política sin duda. Es decir, el problema recurrente de los sistemas políticos en América Latina que ahora se está expresando de forma más violenta, creo que más descentralizada, y sin necesariamente liderazgos muy visibles detrás de la movilización”, afirma Correa.

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La experta menciona que estamos en un momento bastante impredecible con liderazgos populistas de izquierda y de derecha, pero es clara al afirmar que dada la situación de crisis económica y social, una propuesta que no conecte con las necesidades profundas de los sectores más pobres de la población, sencillamente no tiene cabida en este momento.

Desde inicios de año expertos han señalado a BBC Mundo que las elecciones de este año, realizadas y venideras, se ven como un voto de castigo a los Gobiernos, algo que crea un escenario para el surgimiento de líderes populistas y más presión de calle. Algo que podría explotar aún más cuando se acaben las ayudas sociales implementadas por la pandemia.

Factor pandemia

La pandemia ha provocado o aumentado el malestar y descontento, no solo por la enfermedad, sino por el miedo, la falta comunicación, inseguridad de contacto, pérdida de empleo, contracción económica, pérdida de seguridad para el futuro y el encierro ha llevado a situaciones violencia, de hartazgo, de cólera. Una caldera que ya está rebozando, según Hernández.

Correa ve que más que decir que la región se encuentra dividida ideológicamente, cree que la pandemia ha dejado sociedades profundamente polarizadas y convulsionadas en aspectos que rebasan lo meramente ideológico.

“Lo que estamos viendo en Colombia, lo que vimos en Chile, los resultados en Perú, nos muestran que el modelo hace agua cuando se tensan los hilos del contrato social. La desigualdad en la región y la situación de vida de miles de personas en nuestros países se ha vuelto insostenible y creo que mucho de eso se está expresando en los eventos políticos de los últimos meses”, dice Correa.

¿Líderes en la región?

Correa dice que no hay liderazgos muy visibles en los procesos que se están cocinando en la región y más bien piensa que estamos experimentando fenómenos políticos y sociales que operan de una forma más horizontal y dispersa, sin que haya caudillos particulares que puedan asumir a cargo lo que está sucediendo.

“Creo, además, que nosotros mismos, los que estudiamos estos fenómenos, estamos sorprendidos ante lo que está sucediendo y es prematuro realizar análisis definitivos”, explica.

Para Hernández tampoco hay actualmente líderes indiscutibles como fueron, por ejemplo, los Castro (Fidel y Raúl) desde Cuba para la izquierda en décadas pasadas. Quizá cree que alguien como Gustavo Petro desde Colombia, el exguerrillero quien perdió en 2018 con al actual mandatario Iván Duque y que ahora se perfila como favorito para lanzarse en las elecciones de 2022, podría tomar esa batuta, pero el tiempo lo dirá.

“Es una persona simpatizante del Socialismo del siglo XXI, pero que también va a tener que dar cuenta de todos los problemas que se están presentando. Sino le podría llegar a ocurrir lo de Alberto Fernández (presidente de Argentina), golpeado por la misma gente que antes le aplaudía”, apunta Hernández. (I)