Mientras la mayoría del mundo celebra la Navidad el 25 de diciembre, los habitantes de Quinamayó la festejan el 16 de febrero, con algunas características únicas de su pueblo.

Este pueblo ubicado en el Valle del Cauca, a 20 minutos de Jamundí, tiene tradiciones propias de la etnia afrocolombiana. Esta en particular se remonta a la época de la esclavitud y es un ritual que sigue manteniéndose a pesar de los siglos.

Los ancestros de los habitantes de Quinamayó empezaron a celebrar la Navidad 45 días después del 25 de diciembre, pues en esa fecha acababa la dieta de la Virgen María, una tradición de las comunidades negras, que acostumbran a guardar una cuarentena o dieta luego de dar a luz a un hijo.

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Foto: afroamiga Foto: Jair Fernando Coll Rubiano

Esa fecha también fue elegida porque a los esclavos no se les permitía celebrar junto a los hacendados, de modo que sus fiestas empezaban después.

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Las celebraciones de Quinamayó se llaman Adoraciones al Niño Dios y combinan rituales oriundos de África, católicos y propios de sus habitantes.

Una de las tradiciones es que durante el año, se esconde en una bolsa al Niño Dios y se lo coloca sobre el armario de alguien de la comunidad. Entonces todo el pueblo sale a buscarlo de casa en casa, cantando y bailando, hasta encontrarlo, escoltarlo y depositarlo en el pesebre.

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Las fiestas de Quinamayó son tan célebres que otros pueblos del Valle del Cauca acuden a recibir al Niño Dios, en medio de bailes, gastronomía y música, con festejos que se prolongan hasta el fin de semana por la cantidad de personas que visitan la comunidad.

Foto: Jair F. Coll / El País

Los asistentes a las fiestas suelen bailar “La Fuga”, un conjunto de pasos arrastrando los pies y con las manos hacia atrás. Este baile también data de la época de la esclavitud, en los breves momentos que sus ancestros podían descansar pero seguían encadenados.

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Las Adoraciones al Niño Dios representan un “renacer” para el pueblo de Quinamayó y su etnia. Incluso la figura del niño Dios posee las características de la etnia afrocolombiana, y para las fiestas lo sitúan en mitad de María y José, que son interpretados por niños del barrio.

Las cantoras de la comunidad le dedican arrullos, alabanzas y cantos. Suele haber también un desfile, en el que se van uniendo los niños que han sido escogidos como los ángeles, soldados, las madrina y demás. (I)