Un discurso conciliador de algo más de diez minutos en un hotel del norte de Quito reemplazó, la noche de este domingo 15 de agosto, a la tarima con orquesta y seguidores bailando que presentó al sur de la capital la Revolución Ciudadana (RC) en el final de la votación de la primera vuelta presidencial.

Luisa González, la presidenciable del correísmo, ingresaba al salón separado poco antes de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) dé a conocer que con el 90 % del escrutinio la tendencia de la votación nacional era irreversible y Ecuador ya tenía presidente: Daniel Noboa, de la alianza Acción Democrática Nacional (ADN).

Una voz femenina poco después de las 19:00 anunciaba, en un salón lleno de asambleístas electos, autoridades públicas en funciones, empleados públicos y seguidores del correísmo, que González saldría a las 20:30 a dar declaraciones. Todos se relajaron, pero pocos minutos después la seguridad se movía por el lugar y ahora la presentadora aseguraba que dentro de poco estaría en el lugar el binomio presidencial. Pedía a los presentes que hicieran sentir el cariño que significa ser de la RC5.

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Los aplausos intentaban reemplazar al nerviosismo y el decaimiento que mantuvieron por casi tres horas todos aquellos que permanecieron atados a las pantallas de sus teléfonos celulares viendo subir y bajar el porcentaje del binomio Luisa González-Andrés Arauz. Este último ya sintió el peso de la derrota cuando fue la carta presidencial de la RC que perdió en abril de 2021 la segunda vuelta electoral contra Guillermo Lasso, el presidente que se despedirá de su cargo algo más de dos años después.

A González y Arauz les acompañaron en el escenario cerca de 16 personas: autoridades de la RC como su presidenta, Marcela Aguiñaga; las asambleístas electas Marcela Holguín, Viviana Veloz, Franklin Samaniego, el parlamentario andino Virgilio Hernández; la prefecta de Pichincha, Paola Pabón; el alcalde de Quito, Pabel Muñoz. Todos mostraron un rostro serio, que únicamente tuvo un cambio cuando en medio del discurso se nombró a su “líder”, Rafafel Correa.

El discurso de González arrancó agradeciendo a Dios, a su compañero de fórmula. Ella perdía la voz por una tos repentina y pedía agua. Decía que había hablado tanto en estos días que estaba agotada. El espacio lo llenaban los seguidores con gritos de “se ve, se siente, Luisa está presente”, aunque uno que otro seguidor le cambiaba la última parte por “Luisa presidente”. “Es que no entiendo por qué perdimos”, le decía alguien con acento venezolano a otro que le respondía en portugués.

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La ahora excandidata presidencial agradecía a cada uno de los militantes y seguidores que caminaron y pusieron fe en su binomio en estos meses de campaña, a los votantes les enviaba un abrazo y el cariño por apoyar al proyecto político. A los que no votaron por ellos les daban felicitaciones, pues ganó, les decía, “aquel candidato que eligieron”. Sin nombrar a Noboa, decía que los abrazaba como ecuatorianos.

También abrió un espacio para agradecer a todos los representantes de la RC, a los prefectos, alcaldes, juntas parroquiales, a los concejales y asambleístas. Les decía gracias porque también trabajaron por este proyecto.

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Segundos del minuto cinco del discurso de González eran dedicados a Daniel Noboa. “Al candidato ahora presidente electo, Daniel Noboa, nuestras felicitaciones profundas, porque es democracia. Nosotros jamás hemos llamado a incendiar una ciudad, ni jamás salimos gritando fraude”, indicaba una Luisa González que agradecía a todas las mujeres que respaldaron a la primera candidata a la presidencia del Ecuador.

Quito 15 de octubre del 2023. Luisa Gonzalez y Andrés Arauz admiten derrota en las elecciones DANIEL MOLINEROS/API Foto: API

Anunciaba que en unos minutos llamaría a Noboa para felicitarlo y recordarle que el pueblo ecuatoriano escuchó sus propuestas, escuchó que a los jóvenes les prometió que el 100 % de los graduados de los colegios van a tener cupo en la universidad, que les ofreció a los jubilados darles la pensión en el valor del salario mínimo ($ 450 mensuales), reactivar la economía, traer inversión extranjera, pacificar este país, tomar el control de las cárceles; esperamos que todo eso lo cumpla, le refería.

Para todos esos proyectos que él ofreció al pueblo ecuatoriano y que ha ganado en las urnas, González le decía a Noboa que cuente con el apoyo de la Revolución Ciudadana. Paralelamente a que refería que Ecuador necesita acuerdos mínimos, estar unido, le aclaraba al nuevo presidente que puede contar con los votos de los asambleístas del correísmo para las reformas legales, de seguridad, salud, educación, “para lo que necesite”, siempre y cuando no sea privatizar los recursos del país, la salud, el empleo, la educación. “Para eso no”, le insistía.

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Los aplausos se escuchaban, pero los rostros no demostraban la emoción de tan solo horas antes. Los rostros con expresiones desencajadas de quienes estaban en la tarima demostraban que aún no se digería la pérdida.

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La situación era tal que Aguiñaga, la presidenta de la RC y prefecta del Guayas, luego del discurso de González, pese a que reconocía que sacaron en esta segunda vuelta más de 4,5 millones de votos, la mayoría en provincias de la Costa, indicaba que como movimiento debían reflexionar por qué las ofertas de campaña no calan en la Sierra central, comenzando por Pichincha, y en la Amazonía.

“No creo que quedamos golpeados luego de estas elecciones. Queda un gran camino, pues seguimos siendo la primera fuerza política del Ecuador, seguimos estando en la segunda vuelta. Así que pensar que estamos golpeados, no. Yo creo que es un momento de reflexión a la interna de qué es lo que está pasando con la Sierra central y la Amazonía”, añadió Aguiñaga.

Ya en la parte final de su discurso, Luisa González expresaba que no quería irse sin decir un “basta de odios”, “basta de polarización”. Según ella, el Ecuador necesita sanar y ante ello repetía que el país puede contar con la RC para un acuerdo común de patria.

Ante la consulta de un periodista en medio de los aplausos, González recordaba que Rafael Correa es el líder de este proyecto político y que cuando ella habla de gratitud a todos sus compañeros está incluido quien es el primer líder que tiene la RC. También dijo que era muy pronto para hablar si ella sería la carta presidencial del correísmo para las elecciones de 2025.

El discurso terminó y llegaron los abrazos, las palmadas en la espalda, los puños chocando, los besos. El pastel preparado para la ocasión y que tenía una imagen del binomio con el nombre de Luisa quedaba para otro momento.

El fin de la campaña llegaba en medio de la atenta mirada del equipo de seguridad que no permitía acercarse ni a González ni a Arauz. Los seguidores, militantes y autoridades de la RC, en grupos, salían del salón preguntándose qué es lo que falló, qué pasará con el país en manos de un gobierno de derecha, asegurando que para el 2025 se abre otra oportunidad de alcanzar el poder en Ecuador. (I)