“La Iglesia está tomada”, le dijo el dirigente indígena Miguel Lluco a las decenas de feligreses que habían acudido a la misa de las 06:00 del 28 de mayo de 1990, en la Iglesia de Santo Domingo, ubicada en el centro histórico de Quito. La gente estaba confundida y asustada. No entendía qué pasaba hasta que Lluco subió al altar y explicó a los presentes que exigían al gobierno de Rodrigo Borja la resolución de al menos 70 conflictos de tierras, el reconocimiento del Estado plurinacional y la implementación de la educación intercultural bilingüe, entre otros pedidos.