En Guayaquil y Durán, dos de las ciudades más azotadas por el crimen organizado en Ecuador, cada vez más niños y jóvenes pasan a formar parte de bandas criminales donde toman diferentes roles.

Billy Navarrete, director ejecutivo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CDH), recogió un testimonio anónimo en el que el entrevistado especificaba los métodos de reclutamiento de los menores de edad y las tareas que cumplen al involucrarse activamente con la banda criminal.

Microtráfico, sicariato y explotación sexual son las ‘tres caras del reclutamiento forzoso infantil’, menciona el informe del CDH.

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Según Navarrete, quien fue invitado al programa El Mono López, transmitido por Radio City (89.3FM en Guayaquil), los dos factores que propician el reclutamiento forzoso infantil son el abandono familiar y el abandono estatal.

“Los chicos están en ausencia de los padres y están al aire libre, en la calle, y es muy fácil captarlos con ofrecimientos que son rápidamente materializables. También abandono estatal porque todas esas comunidades son ausentes de las instituciones públicas que operan ahí”, explicó el especialista en el espacio radial.

Es así como niños de entre 12 y 13 años empiezan a ser reclutados, sin opción a negarse porque pueden sufrir represalias.

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Al iniciar su participación en las bandas criminales, ellos toman el rol de ‘campaneros’. Navarrete explicó que los menores son apostados en esquinas de un barrio a modo de vigía, no solo para alertar de los vehículos o personas extrañas que circulan, sino además para vender droga.

Eventualmente, los líderes de los grupos criminales los obligan a realizar sicariatos.

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El director ejecutivo del CDH mencionó que la reclutación de un menor de edad es casi “irreversible” y que él no conoce casos donde un niño o joven se haya podido retirar voluntariamente de la banda.

“Lo que está de por medio son amenazas y muerte. Amenazas directo a su familia que ha tenido que abandonar su casa y les ha costado la vida entera”, señaló Navarrete.

Este fenómeno también afecta a la educación de los niños.

Navarrete especificó que en comunidades como en Monte Sinaí, la deserción escolar alcanza tasas de más del 50 % este año, debido a que el enfrentamiento entre bandas se evidencia dentro de las aulas de clase.

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“Los padres no llevan a los chicos al colegio por esta mortandad y violencia que se expande al interior de las aulas”, indicó.

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Y otro mecanismo de reclutamiento que está incidiendo directamente en las niñas es la explotación sexual. El experto señaló que las chicas son captadas por las mafias y sus líderes, en muchas ocasiones, con el consentimiento de sus familias a quienes les conviene el beneficio económico.

Tampoco hay opción para ellas de negarse, pues pueden ser agredidas.

Esas son algunas de las especificaciones del reclutamiento forzoso infantil que se han evidenciado en el testimonio recogido por Navarrete y por el trabajo de campo que hace la organización.

De acuerdo con el entrevistao, el CDH está realizando las investigaciones, pero se necesita que el Estado y el Gobierno trabajen para materializar esos hallazgos.

“Nosotros hemos visibilizado este testimonio bastante claro en lo que describe el mecanismo de reclutamiento forzoso a niños, niñas y adolescentes, incluso con prácticas de abuso sexual y explotación sexual. Lo que no logramos es que esto se formalice, por ejemplo con una investigación policial, porque no hay confianza en esos mecanismos de investigación”, considera Navarrete. (I)