Solanda, un populoso sector del sur de Quito, ha sido por mucho tiempo un lugar donde los residentes han convivido con problemas de delincuencia común, como robos y asaltos.

Sin embargo, en los últimos años, la violencia ha escalado a niveles alarmantes, generando un clima de miedo e incertidumbre entre los habitantes.

Los recientes asesinatos no solo han consternado a la comunidad, sino que también han puesto en evidencia la inseguridad que predomina en la zona.

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Durante un recorrido de un equipo de EL UNIVERSO por Solanda se recogieron testimonios de sus residentes, quienes, bajo el anonimato, han compartido su preocupación y desesperanza ante la situación.

“Aquí últimamente siempre hay peleas, asaltos, sicariatos. Hubo aquí un muerto, otro más allá”, comentó una vecina que ha vivido en el sitio por más de treinta años.

La violencia en este barrio ha llegado a un punto crítico, afectando no solo la vida cotidiana de los residentes, sino también el comercio y la economía local.

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Los negocios, que antes podían operar hasta altas horas de la noche, ahora cierran temprano por miedo a ser víctimas de la delincuencia, según sus propietarios.

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Otra residente, quien también prefirió mantener su identidad en reserva, relató cómo la presencia de militares en el barrio había logrado calmar la situación temporalmente.

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“Cuando estaban los militares estaba más tranquilo, pero ya no pasan los militares. Ahorita estos meses, porque ya ha de ser unos dos mesecitos que no están, esto es un caos”, señaló.

Miembros de las Fuerzas Armadas realizaban patrullajes en el sector desde el primer decreto de estado de excepción por conflicto interno armado, declarado por el presidente de la República, Daniel Noboa, en enero de este año.

El pasado domingo, 18 de agosto, Solanda vivió una noche de terror. Un ataque armado dejó tres personas fallecidas y dos más resultaron heridas, un hecho que conmocionó a la comunidad.

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Eran las 19:15 cuando el silencio de la noche fue roto por las detonaciones de armas de fuego. “Según dicen, llegaron en una moto y el de la moto se bajó y les disparó a toditos. Vinieron a quien era y a quien no era, y lamentablemente murió gente inocente”, relató un testigo cercano a las víctimas, quien también prefirió mantenerse en el anonimato.

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QUITO.- Una de las calles del barrio Solanda, en el sur de la capital. Foto: Alfredo Cárdenas.

Las víctimas, Alexis, Joel y Jordan, tenían entre 21 y 23 años. Alexis, de 23 años, dejó una hija de tres años y estaba comprometido.

Joel, también de 23 años, ayudaba en su hogar. Mientras que Jordan, de 21 años, era un joven universitario que estudiaba en la Universidad de las Fuerzas Armadas (ESPE) y estaba comenzando un negocio de venta de ropa y accesorios para motociclistas.

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Según Paola Suárez, jefa del distrito Eloy Alfaro de la Policía Nacional, la zona necesita una intervención urgente de todas las entidades gubernamentales, ya que la violencia ha alcanzado niveles insostenibles.

“En lo que va de 2024, el distrito Eloy Alfaro registra 29 muertes violentas”, informó Suárez.

La jefa del distrito criticó que, a pesar de los operativos policiales y las detenciones, muchos de los aprehendidos han sido liberados casi de inmediato.

Los habitantes de Solanda se sienten desprotegidos. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades ha generado un sentimiento de frustración entre los vecinos, quienes ven cómo su barrio se ha sumido en la criminalidad.

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A pesar de la violencia que los rodea, los residentes siguen buscando formas de mantener una vida normal. No obstante, la constante amenaza de ser víctimas de delitos ha cambiado drásticamente la forma en que viven y trabajan.

Los negocios cierran temprano, la gente evita salir de noche y el miedo es una constante en sus vidas. Los locales ahora cierran antes de las 22:00, cuando antes —según los vecinos— la principal avenida, la calle J, tenía una vida nocturna muy activa, los negocios vendían bastante y no había los sicariatos que tienen ahora de manera seguida.

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El miedo a represalias ha llevado a que muchos vecinos prefieran no hablar abiertamente sobre la situación en Solanda. Empero, aquellos que se atreven a compartir su realidad lo hacen esperando que exista algún cambio.

“Por favor, vuelvan a mandar a los militares”, pidió una residente, recordando los días en que la presencia de las Fuerzas Armadas ofrecía una sensación de seguridad, aunque fuera temporal.

QUITO.- Un girasol y varias orquídeas, entre otras flores, indican el sitio donde para siempre se extinguió la luz de tres jóvenes la noche del domingo 18 de agosto de 2024, en el barrio Solanda. Foto: Alfredo Cárdenas.

En medio de este ambiente de inseguridad, la venta ambulante se ha convertido en otro problema que afecta al comercio local.

Aunque algunos vecinos reconocen que las ventas ambulantes atraen a más gente y pueden beneficiar a los negocios, también señalan que su proliferación descontrolada puede ser perjudicial.

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A esto se sumó la jefa policial, Paola Suárez, quien indicó que varios negocios ambulantes servirían como guarida para la comisión de delitos.

La madre de Jordan Josué, uno de los fallecidos, expresó su dolor durante el funeral de su hijo. “Mi hijo era un orgullo..., un ejemplo de perseverancia, amistad y superación”, compartió entre lágrimas.

Santiago Maigua, padre biológico de Jordan, hizo un llamado a las autoridades para que se investigue a fondo el caso y que no quede en la impunidad.

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Los residentes de Solanda, cansados de vivir con miedo, exigen una respuesta efectiva de las autoridades para frenar la ola de violencia que ha tomado sus calles.

Un ramo de flores se convirtió en el recuerdo de una violenta matanza. Mientras tanto, los habitantes intentan mantener la cotidianidad, aunque sus rostros reflejan el miedo y precaución al caminar. (I)