Luis estuvo inmerso en el mundo de las drogas durante cinco años y en ese lapso, su conducta y aspecto físico cambiaron drásticamente. Del joven dócil y obediente que asistía al colegio pasó a ser agresivo y aislarse de su familia y su entorno. A los 16 años cayó en la adicción.

En patios, aceras y debajo de puentes de Durán, este hombre, a los 21 años, andaba descalzo y consumía drogas, entre esas la H. El día a día para Luis se reducía a buscar algún artículo para venderlo en la calle y conseguir dinero que le permitiera satisfacer su adicción.

Retornaba a su casa luego de estar una semana en la calle y se llevaba ciertas cosas para venderlas y seguir consumiendo. Además, hurgaba en la basura para encontrar algún artículo de reciclaje que pudiera vender para comprar droga.

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“Por curiosidad entré a la droga, por querer pertenecer a los grupos de muchachos que querían crear una moda o imitar a las películas, pero me salió bien caro”, comentó el hombre que debió pasar por un duro proceso para rehabilitarse.

Ahora, el hombre lleva nueve años rehabilitado, alejado de las adicciones, y se ha enfocado en su trabajo en labores de construcción, específicamente en las instalaciones eléctricas en proyectos residenciales dentro y fuera de su cantón.

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“Aprendí a vivir, que se podía vivir. Hoy ya no tengo eso de volver atrás, quiero seguir adelante por mi familia. Tengo otra mentalidad”, dijo.

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En el 2014, su madre, Rosa, contó que Luis tenía un aspecto deteriorado, alejado de su círculo familiar, por lo que desesperada buscó a entidades estatales de salud para que recibiera un tratamiento adecuado y pudiera ser internado en una clínica; sin embargo, el joven quedó en un listado de ingreso a un centro.

“Todavía espero la llamada, tuve que endeudarme con chulqueros para ingresarlo a un sitio particular, no me importó pagar por él”, señaló la progenitora, quien ahora ve que su hijo progresa sin necesidad de la droga.

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Por intermedio de un primo, Rosa pudo conversar con la doctora Julieta Sagnay y, aunque al principio se negaba a ingresar al centro, Luis se quedó allí y pudo alejarse de la adicción a los diez meses de tratamiento.

Durante este proceso estuvo en el centro con el acompañamiento de la especialista y otros terapeutas. Él contó que llegó al sitio con su autoestima y amor propio por “el piso”, pero con la guía y apoyo de terapeutas pudo salir adelante.

En esos primeros días, el hombre sentía dolores en los huesos como “si le estuvieran martillando”, además náuseas y diarrea, que acompañaban la abstinencia. Aquello trataba de lidiar con hidratación y paracetamol.

“Es una etapa que toqué fondo, acepté el tratamiento, de ese hueco quería salir. Estaba cansado, no podía, ya me tenía atado la droga, por voluntad propia no podía salir. Me cogía la noche donde el cuerpo ya no daba más, mi mentalidad era durar toda la semana y todo el mes si era posible consumiendo, pero ya el cuerpo al séptimo día ya no me daba, donde me caía me quedaba dormido”, recordó este hombre.

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Con el paso de los días se fue convenciendo de seguir el camino de mejora. “De ahí comencé con mi nueva vida, me ayudaron bastante, a hacerme valorar, hacíamos terapias, iba un pastor a conversarnos sobre la palabra de Dios, convivíamos bien”, refirió el hombre sobre su paso por el centro.

Una vez culminada la etapa de rehabilitación, este hombre salió en busca de nuevos propósitos con una nueva vida. En ese camino se enamoró de Melanie, su pareja, quien también se recuperó de adicciones, y formaron una familia con dos pequeñas de 1 y 4 años.

A los jóvenes que actualmente son tentados por ese mundo, él considera que ellos deben buscar la ayuda en sus seres queridos o especialistas y poner de su parte para dejar las drogas. En ese duro camino, recomendó aceptar el reto de salir adelante y apuntar a propósitos en sus vidas.

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“La vida sin consumir es linda. Ver a mi familia es algo que anhelaba, pero como vivía en mi mundo no veía”, comentó Luis.

A futuro, el hombre aspira a servir a Dios predicando el Evangelio y rescatando a jóvenes que estén involucrados en adicciones. Como otra tarea pendiente, él quiere terminar el colegio y seguir estudios de ingeniería eléctrica.

En el predio de Durán, en un sector popular, Rosa, la madre de Luis, dijo sentirse agradecida y orgullosa de su hijo, y también insistió a las madres que no los abandonen en su crecimiento, para que les brinden ayuda y asistan con especialistas que los guíen a enfrentar problemas y necesidades.

Ella consideró que si Luis habría estado consumiendo en la actual época quizás pudo haber sido otro el desenlace de él. “Dios para todo tiene un propósito, si él hubiera estado consumiendo y si ahorita matan por una deuda, todo se da en el momento perfecto. Gracias a Dios no terminó en una cárcel”, expuso.

Además, agregó que en el sistema de salud se deberían ampliar los centros de rehabilitación, que se forme un plan de atención a los jóvenes, que se creen oportunidades laborales y además recorridos en barrios populares para rescatarlos de problemas sociales y adicciones.

“Él (Luis) tiene un poco de temor, solo tiene que ponerse de propósito que sí puede acabar sus estudios”, manifestó la madre. (I)