Mientras escribo esta nota, ojeo reacciones sobre la renuncia de Mangas. Decido cambiar el titular, ese que se lo piensa junto al esquema y se lo modifica en el desarrollo. Había pensado en uno que hiciera relación a las formas de hacer política. Y que recogiese las diferencias entre el planificador y el operador, los datos y la ética, la necesidad y la voluntad, el analista y el vocero políticos. Pero decido, entonces, referirme más bien a los hechos.

El análisis de Mangas desata, en primer plano, conclusiones políticas que tienen consecuencias visibles, inmediatas y sensibles por las que sus compañeros y detractores lo apoyarán y lo acusarán, las que finalmente provocaron su renuncia. Fue un factor de unidad entre morenistas y correístas, cómplices del relato. Pero, en un segundo plano, el sistema político y la opinión pública deberán escudriñar qué más guarda ese relato en sus intersticios. Para que permita conocer el mar de fondo de la situación actual, que hoy como hace una década, está también caracterizado por la opacidad.

Resumo la argumentación. Tres estrategias: dialogar sin ceder, autocrítica moderada y lucha contra la corrupción derivada a terceros. Cinco líneas de continuidad de la revolución ciudadana en las políticas y equipos: económico, político, planificación, seguridad y política exterior. El paraguas: retomar Montecristi. El libreto no sorprendió porque se lo rumoreaba. Pero la certeza de la escucha de viva voz repletó de incredulidad a la población.

Algunas notas sobre el primer plano. Correa quería gobernar/controlar desde las instituciones del Estado aunque perdiese el Ejecutivo, nos dice Mangas. Es decir, Moreno fue concebido por Correa como una fachada electoral, que si llegase a la presidencia debía subordinarse a Glas, candidatura que le fue impuesta. El candidato vicepresidencial era un innombrable, pero debía ser protegido por la candidatura, ya que conocían la trama de corrupción. Y que si llegasen a ganar podía dejar de ser un mero expectante de poder, es decir, permitir a Correa proseguir como dueño de todos los escenarios. Así Glas derivaría en el mayor adversario interno y externo de Moreno.

El relato sigue equívocamente: perdieron, casi perdieron y casi ganaron, ganaron en la primera y en la segunda vuelta. Dejo para las autoridades lo que de allí se deriva. Lo cierto es que Moreno se sobrepuso a la conspiración interna y pasaron a la segunda vuelta, en la que pactaron o indujeron a comportamientos a los partidos de la oposición que podrían pronunciarse por Laso. Los que en esa etapa/vuelta estuvimos lejos de las decisiones inmediatas de los actores poco pudimos saber. En mi caso, nada.

Mangas nos habla de enfoques de campaña opuestos y deja ver a los liderazgos enfrentados. Esto es normal que ocurra en una organización política. Lo que no es dable es que el enfrentamiento de liderazgos se sostenga en un diálogo estéril, que arrebata la fertilidad de la sociedad, energía que luego se desliza hacia las alcantarillas.

Otras notas sobre el segundo plano. Moreno ganó pese al escenario operacional y político adverso. No había partido político, que dicho en mi lenguaje se traduce en que Acuerdo PAIS no existía, o al menos en la dimensión en que se exageraba. De lo que se puede obtener dos líneas de conclusión: lo que existió solo fue una capacidad estatal de movilización así como un estilo para producirla; y, que no hay razón alguna para que ahora exista partido y movilización pese al cambio de estilo.

“…para ese momento ya todo se sabía, la lista de Odebrecht…”. Las implicaciones jurídicas quedan para la justicia. Interesa conocer la estrategia de lucha contra la corrupción que se había esbozado. Transcribo el sentido de una frase final del relato de Mangas: no vamos a ir en cacería de cada acto de nuestros compañeros porque quisieran que nos autodestruyéramos. Es decir, la señal que dio a los militantes de Acuerdo PAIS es que prevalecerá la protección de sus compañeros para que no se vean afectados por la investigación de la corrupción. Y para ello, la lucha contra la corrupción se hará a través de los dispositivos institucionales existentes –Contraloría, Fiscalía, Justicia– y no de modo directo por la entrega de evidencias y pruebas desde la administración. La conclusión reviste suma gravedad porque la corrupción se cometió prioritariamente en la Función Ejecutiva. Al menos se estaría soslayando una responsabilidad.

... la lucha contra la corrupción se hará a través de los dispositivos institucionales existentes –Contraloría, Fiscalía, Justicia– y no de modo directo por la entrega de evidencias y pruebas desde la administración. La conclusión reviste suma gravedad porque la corrupción se cometió prioritariamente en la Función Ejecutiva. Al menos se estaría soslayando una responsabilidad.

Me preocupa especialmente el tema de la consulta popular. Ni siquiera fue vista como una operación de legitimación frente a las debilidades del origen presidencial y a la necesidad de reconformar la aceptación ciudadana. El régimen entiende a la consulta como una operación para “cerrar la transición”, mientras que los ecuatorianos queremos entenderla como un paso para recién “abrir la transición hacia la democracia”. Por ello, es que desde mi punto de vista, la consulta deberá ser lo que la sociedad ecuatoriana aspira a que sea. La principal disputa por el significado está en los adherentes por el Sí. El boicot del No –la conspiración solapada– entrará por la tranquera con significados tenues y débiles desde los que se querría encerrar a la voluntad popular.

Una primera conclusión es que el Gobierno trata de extraer su representación de las marginalidades de Acuerdo PAIS. El régimen sería la expresión de la rebelión de algunos relativamente relegados contra los realistas, quienes finalmente se quedaron con Correa. Sin conocer aún el mar de fondo en Acuerdo PAIS, podemos reconocer que el régimen hace contundentes esfuerzos por no representar a todos los ecuatorianos.

Una segunda conclusión es que el régimen no busca concertación, esto es, solo persigue extraer puntos de vista de la población para alimentar a sus decisiones. De ello se deriva que el Gobierno no busca ampliar su representatividad y reconstituir sus bases –sociales, regionales– sino que solo persigue la renovación de las élites de Acuerdo PAIS a cargo de la gestión estatal. ¿Por qué no se ha planteado la concreción de compromisos, con metas precisas y verificables, en acuerdos parlamentarios, electorales, locales, aunque estos, los acuerdos, no tengan que ser pactos de gobierno? La sociedad civil y la sociedad política deben tener claro en qué terreno pisan y con quién dialogan. O que el Gobierno muestre lo contrario pese al cambio de ministro.

La conclusión general es que la ruta hacia la democracia deberá ser construida por la sociedad o será devorada por la continuidad y sus formas opacas de hacer política. Peor que antes. La ruta hacia la democracia provendrá de un cambio de comportamientos y entendimientos, que solo los pueden dar los objetivos estratégicos de la patria sustentados en un acuerdo nacional. El audio puede tener imprecisiones de análisis. Pero lo importante es que el régimen nos muestre cambios o las equivocaciones. La guerra de maniobras para la renovación de agentes políticos dentro de Acuerdo PAIS y para atemperar a las reivindicaciones ciudadanas tiene que terminar. Y debe darse inicio a la política al servicio del país. (O)