Sin duda una de las acusaciones más tristes hacia la literatura (y el arte) es que no interesa (o es falsa, mentirosa) porque es ficción. No voy a negar que la novela sea de hecho una gran mentira, aunque recordemos la precisión de Vargas Llosa: Una mentira que revela una verdad. Acaso esa triste acusación provenga de consumir mucho best seller tanto literario como audiovisual. Disculpen que vuelva a apuntar a los Vengadores como un fabuloso ejemplo de la ficción que efectivamente es falsa, mentirosa (sí “útil” para descansar). No he visto la última ni la penúltima ni casi ninguna entrega de Marvel, pero tuve la “suerte” de ver una o dos de ellas. Parte de mi encanto por la ciencia ficción (=ficción) es que coloca a los seres humanos frente a situaciones inauditas y en ello realiza su cometido, explorar la condición humana, sus compartimientos: las dudas existenciales, el riesgo de la libertad o las decisiones (recordemos La La Land), y así. En las situaciones planteadas en las películas que pude ver, es decir, el repetitivo “salvar el mundo” de una amenaza externa (olvidando, como siempre, la peor amenaza: la interna), los “superhéroes” se comportan usualmente con una notable indiferencia y sarcasmo, posmodernos de cabo a rabo, considerando que están por morir o la humanidad a punto de ser “eliminada”. (Comentario aparte: qué arrogancia la de Marvel de siempre querer destruir el planeta).

Claro que tal reacción hacia la ficción (a saber, que no interesa) es apresurada. No me imagino que la mayoría niegue la verdad que se manifiesta en La bella y la bestia, ni en la metáfora de Bradbury en Fahrenheit 451, ni en las múltiples y duras decisiones que toman los protagonistas de El Señor de los Anillos. O la idea del amor en Nemo o El Rey León. Hay verdades que solo se revelan plenamente en la ficción. Y lo que es más, no es raro que varios coincidan en que el mundo ficcional puede ser más interesante, auténtico, que el que vivimos (o sobrevivimos). El año pasado le preguntaron al novelista indio-británico Salman Rushdie sobre el papel de la ficción y acotaba: “La reconstrucción (…) sobre la naturaleza de lo real es ahora, paradójicamente, una tarea de la ficción”. Nuestra “realidad” está plagada de fake news, de personas que se esconden tras un perfil virtual, tras un filtro, que evitan las conversaciones cara a cara, optando por los mensajes de texto, reduciendo las posibilidades de la comunicación (ni qué decir de los temas). ¿Cuál es la realidad, cuál es más auténtica?

Antes de que existieran los iPhone, el amplio desarrollo de las ciencias, ¡el internet!, las bibliotecas con bibliografía internacional, cuando la gente no se quejaba de problemas de concentración, ni existía el IB ni las maestrías ni los doctorados, existía Aristóteles. Y en su Poética, en palabras de Yarza, explicaba: “El argumento de la tragedia es algo particular, pero su fin es la representación de un universal. La imitación de una realidad particular, de una acción, es la vía para representar verdades universales”. La ficción para el griego es imitar algo que podría verosímilmente suceder.

¿Para qué la ficción?

(O)