Nuestro invitado

Ningún error se soluciona disfrazándolo, y menos aún con acciones insulsas que pretendan corregirlo sin siquiera conocer su origen, ¡imposible! Y es además una falla inexcusable tratándose de los conflictos del sector agropecuario, cuyas causas deben ser identificadas y corregidas sobre fundamentos técnicos, no políticos, con planificación sustentable y perdurable, no provisional; lamentablemente, muchas autoridades han escogido el facilismo de las soluciones “parches” que solo entretienen y desvían la atención sin corregir la raíz del inconveniente.

-La rentabilidad de las actividades agropecuarias, por ejemplo, no se consigue aumentando los precios de venta sino permitiendo que el agricultor produzca más y a menor costo, obteniendo así mayor utilidad incluso vendiendo más barato.

-El contrabando agrícola no se contrarresta con controles policiales en las fronteras y carreteras, sino equiparándonos a los precios internacionales, pues en similitud de precios pierde interés ingresar productos extranjeros.

-Exportar los excedentes de las cosechas es necesario para evitar la saturación del mercado interno, pero nadie nos comprará si no estamos ajustados a los precios internacionales.

-Corregir el desastroso estado de la vialidad rural no se consigue arreglando las carreteras principales donde se asienta apenas el 10% de los productores, sino habilitando la red de caminos secundarios y terciarios donde se ubica la mayor cantidad de unidades productivas.

-La viabilidad económica y la capacidad de pago de los proyectos agropecuarios depende especialmente de la estructura del flujo de las obligaciones, más que de la tasa y el plazo.

-La Banca pública debería fundamentar su acción en respaldar los proyectos para desarrollo valorando su viabilidad, y no fijando sus expectativas de cobro por la vía de los embargos, pues el éxito de un proyecto agropecuario depende de su correcta planificación y ejecución técnica, y no de la cantidad de hipotecas y garantías personales.

-La eficiencia financiera no se alcanza con sistemas informáticos para el seguimiento de los préstamos concedidos, mucho menos llevando el Banco “a la calle”, sino democratizando el acceso a los créditos, para que también los pequeños productores obtengan préstamos de largo plazo para infraestructura y tecnificación, y no solo esos discriminatorios cupos de miseria que apenas sirven para acrecentar su pobreza.

-Mejorar la educación superior no depende de los títulos de posgrado que puedan ostentar los profesores, sino de la experiencia que dichos catedráticos hayan acumulado en la práctica de su profesión.

-La seguridad de la población rural y de las unidades de producción no se conseguirá con discursos melosos de las autoridades de gobierno responsables, sino permitiendo y compartiendo con los productores la defensa de sus propiedades, sus familias y sus vidas, con la misma reciedumbre con que son atacadas.

Son tantos y tan conocidos los ejemplos que nos cansaríamos antes de nombrarlos a todos, por eso el objetivo de estas reflexiones es reconocer la importancia de identificar las causas de los problemas, porque únicamente corrigiéndolas evitaremos los desaciertos y podremos entonces aspirar por un desarrollo agropecuario sustentable y sostenible, que es no solo el sueño de todo productor, sino también su derecho… y se lo debemos. (O)