Nuestro invitado

La trampa de la polarización consiste en eliminar la pluralidad de pensamiento y poner en confrontación a “buenos contra malos” como si la realidad fuese un juego de bandos irreconciliables. La situación se grafica de mejor manera en una sola frase: estás conmigo o estás contra mí. Esta vieja estrategia política de dividir y vencer pone a prueba a las sociedades en su capacidad de diálogo, en la voluntad de respetar pensamientos y formas de vida que son diferentes. En la actualidad se luchan causas en todo el mundo por parte de distintos grupos que ponen a la población frente al espejo en su capacidad de convivir con el “otro diverso”, pero dentro de los mismos derechos y deberes. La despenalización del aborto y el consumo de ciertas drogas en cantidades limitadas, la eutanasia, la explotación minera, el matrimonio igualitario, el derecho de los animales, la movilidad, entre otros, son los que nos ponen frente a un cambio de ciclo sociocultural, que indudablemente replantea la política, lo público y la cotidianidad.

Hay hechos que deben ser expuestos al debate mundial para su solución inmediata, debido a los poderosos efectos que se evidencian diariamente como la contaminación ambiental, las variaciones climáticas y el consumo ilimitado de recursos de todo tipo en un contexto de recursos limitados, como el agua dulce. En este tipo de temas no podría haber polarización, ya que las actuales y nuevas generaciones se debaten por la sobrevivencia y eso no solo dependerá de la manera como se despierte la conciencia en la humanidad acerca del cuidado del planeta sino, y sobre todo, de una política ambiental global que sea sustentable y sostenible. La pregunta que debemos plantearnos al diseñar un modelo económico y político es qué les estamos heredando a quienes nos acompañan y también sucederán en el paso por esta vida.

En pleno siglo XXI no puede haber en ninguna sociedad personas de primera, segunda, tercera o cuarta categorías. Nadie debería ser excluido por sus particularidades si eso, indudablemente, no atenta o confabula en contra de una convivencia en igualdad de derechos, pero también de deberes. Lo más deseable sería alcanzar la eliminación de políticas positivas con el tiempo en favor de algún grupo, en la medida de que se alcancen a reivindicar las demandas históricas de segmentos que defienden su procedencia étnica, su credo, su diversidad sexo genérica, su formación educativa, su cultura. Las distintas manifestaciones sociales y mundiales que vemos a diario avizoran que este siglo es el de las diversidades en todos sus matices. Está cerca la muerte del relato único.

Sin lugar a duda, el mundo en su afán de buscar armonía atraviesa por muchas complejidades porque los ritmos y las intensidades, así como las cosmovisiones y las formas que vive cada sociedad, son diferentes. El antídoto para comprender la velocidad y la inercia, en cuanto a los cambios vertiginosos a los que estamos expuestos, es no negarse a conocer y reflexionar todo aquello diferente, distinto y plural. (O)

* Docente investigador.