La regeneración urbana de nuestra ciudad es un proyecto que se ve, los cambios se aprecian y se admiran. La ciudad se ha convertido en una metrópoli en desarrollo y digna de ser visitada y conocida.

Sin embargo, Guayaquil es una urbe peligrosa, a pesar de los controles que existen, no ofrece suficiente seguridad y el índice de delitos va en aumento. Nuestra querida ciudad, de la que nos sentimos orgullosos los guayaquileños y más aún quienes vivimos los cambios estructurales, parece estar llegando al caos moral y espiritual y se vive con temor y desconfianza.

¿Será la represión de parte de las autoridades competentes la única solución?

Definitivamente es necesaria, pero sabemos que el mal se debe atacar en su raíz.

Por un lado está el consumo del alcohol y drogas. ¿Conocemos cuántos femicidios se cometieron bajo esos efectos? ¿Cuántos actos delincuenciales son motivados por la droga?

La generalización de la corrupción para obtener dinero fácilmente, porque no solo es a niveles millonarios, sino que se propaga como la gripe que ya se considera algo normal de vez en cuando contraerla y es tan difícil de erradicarla.

¿Cuál es nuestra esperanza? Porque no podemos darnos por vencidos sin luchar y arrimar el hombro en la causa de la regeneración social de nuestra ciudad y del país.

¿Podemos confiar en la educación? Aunque también se escucha que hay maestros corruptos que aceptan “regalos” para beneficiar a algún alumno, yo sí creo en la educación y en la posibilidad de realizar campañas de valores en escuelas y colegios.

También creo que se debe potenciar la formación de las familias ricas y pobres. Todas pueden ser víctimas de estos males, pero las que carecen de medios se debaten en el dolor de perder a sus hijos por las adicciones o muertos por peleas entre pandillas, muchas veces, sin poder hacer nada.

Educar en la verdad, sin celebrar las mentiras o trampas que hacen los hijos o nietos, porque son pequeños y hacen gracia. La rectitud en el obrar debe ser inculcada con amor y paciencia. Aun en los juegos se aprende a ser transparente porque no se admiten engaños.

Responsabilidad en las tareas escolares. Apoyar no significa asumir los deberes de los hijos, así les enseñaremos a mentir y a obtener las notas por el esfuerzo ajeno.

En lo pequeño se educa para lo grande. Rectitud, el amor a la verdad y a la honestidad, el respeto a los demás y a sus pertenencias, el esfuerzo sostenido para obtener fines rectos y justos son resultados de la dedicación y ejemplo familiar.

Importantísimo apoyar a las instituciones educativas y a las familias en la formación ética para la vivencia de los valores fundamentales de la convivencia humana pacífica, con respeto a los derechos individuales y colectivos.

Implementar una política de reconocimiento de las buenas acciones que, a contracorriente, realizan muchas personas y que pueden animar con su ejemplo. Páginas blancas, buenas noticias en los medios de comunicación y menos crónica roja desalentadora, sin ocultarla. (O)