A pocos días de iniciarse el año 2020, signado como el año de celebraciones alusivas a los doscientos años de la independencia de Guayaquil, primera ciudad libre de la Audiencia de Quito y pieza clave en el proceso de la independencia sudamericana, hemos empezado a conocer los proyectos que auspiciados por la M. I. Municipalidad y el Comité del Bicentenario, se llevarán a cabo para realzar el histórico acontecimiento. 

En cercanías de la magna fecha, sería muy oportuno y acertado que a las magníficas obras físicas y novedosos proyectos culturales se añadiera el rescate del Archivo Histórico del Guayas, entidad que custodia nuestro sagrado patrimonio y donde reposan precisamente los más valiosos documentos sobre la gesta del 9 de Octubre de 1820 y posteriores acciones de la campaña independentista que, partiendo de Guayaquil, culminó en Pichincha. 

Por incomprensibles actitudes e irresponsabilidad de quienes –en su momento– antepusieron intereses personales a los sagrados intereses de la ciudad, esa institución patrimonial guayaquileña pasó desde hace algunos años a depender del Ministerio de Cultura y Patrimonio, funcionando hasta el presente en las bodegas de los antiguos talleres de la Volvo, adaptados para sus actividades administradas desde Quito, como dependencia de menor categoría del mencionado ministerio, sin presupuestos adecuados ni atención elemental a sus más urgentes necesidades, entre ellas climatización, dotación de personal técnico, investigadores, historiadores, equipos de trabajo, insumos para su pequeña imprenta y un largo etcétera que nos llena de vergüenza y preocupación. 

No puede ser posible que los guayaquileños sigamos hablando del bicentenario, sin tomar conciencia de un tema de tanta importancia. El rescate del Archivo Histórico del Guayas es asunto de todos. Más allá de las consideraciones presupuestarias que en realidad no deben ser cifras tan elevadas como las de algunas obras proyectadas, por respeto a nuestros antepasados, por gratitud a nuestros próceres, por constituir un deber cívico ineludible, debe constar como prioridad número uno.(O)

Jenny Estrada Ruiz,

historiadora, Guayaquil