El alcalde de Quito ha montado una crisis de gabinete para ocultar la gigantesca irresponsabilidad alrededor de las 100 000 pruebas PCR adquiridas por el Municipio, de las cuales apenas se utilizaron, en un mes, 624. Resulta escandaloso el sobreprecio que se habría pagado por la compra, pero igual de indignante resulta la desidia en las políticas del Municipio. ¿Quién hacía el seguimiento a las pruebas? ¿Cómo no se detectó antes la negligencia?

Yunda quiere hoy chantarse la camiseta del funcionario implacable que no esconderá a ningún corrupto en su administración. Lo dijo en el tono bonachón y grandilocuente que caracteriza a su estilo. “Si hay irregularidades, investiguen”.

Pero el alcalde tiene hoy que hacerse cargo de sus propias palabras más allá del manejo publicitario que tuvo con la importación de las pruebas. Primero, se presentó feliz, orgulloso, en el aeropuerto de Quito cuando llegó el avión con las 100 000 pruebas. Quería mostrar la eficiencia del Municipio. Destacó, en ese mismo momento, la importancia vital de las pruebas: se trataba de un instrumento clave para no dar palos de ciego con el manejo de la crisis sanitaria y moverse con instrumentos científicos. El alcalde anunció, además, nuevas compras: llegarán –dijo– miles y miles más de pruebas adquiridas con el sagrado dinero del pueblo de Quito.

Pues bien, esas palabras las tiene que asumir. Si es tan sagrado el dinero de los quiteños, ¿por qué no reaccionó a tiempo frente a las observaciones al contrato? ¿Cómo es que en un mes apenas se hicieron 645 pruebas de 100 000? El dato muestra que el Municipio ha manejado la crisis a ciegas, sin recursos científicos para identificar a los contagiados, todo lo cual nos lleva a dudar no solo de las cifras, sino de la situación actual para transitar al semáforo amarillo.

Y Yunda haciéndose el loco, tomando distancia de su equipo de colaboradores y advirtiéndonos a todos que nadie puede dudar de su accionar en esta crisis. He salvado, dijo, diez mil muertes calculadas. Un buen alcalde, responsable de sus palabras, serio frente una crisis tan compleja, lo menos que podía hacer era asegurarse de que las pruebas se realizaran. Ni su equipo ejecuta las políticas establecidas ni él se preocupa de darles seguimiento.

La destitución, por lo pronto, de los secretarios de Salud y Ambiente, y la evaluación de los gerentes de tres empresas municipales, cuando la ciudad hará el salto al semáforo amarillo el miércoles, muestra la precariedad técnica de la administración municipal. Resulta difícil pensar que una administración con esas fragilidades y problema de gestión, con un alcalde especialista en torear los problemas, en darles capotazos con declaraciones de tribuna, que no hace seguimiento a las políticas y a la gestión, haya manejado la crisis tan bien como parecieran reflejar las cifras a su favor. Sortear la crisis de su administración, que muestra dos costados feos, indicios de corrupción e ineficiencia en la gestión, requerirá mucho más que hacerse el desentendido. Yunda piensa que todo es cuestión de treparse al escenario, guitarrear un poco y dejar contento al público. (O)