En el año 2015 dicté una conferencia sobre los mileniales y la universidad. Recuerdo que luego de transitar por una exposición donde se evidenciaban las diferencias en la manera de observar, explicar y participar en el mundo, entre una generación de docentes que con suerte eran migrantes digitales y las nuevas generaciones de estudiantes nativos digitales, terminaba con la pregunta ¿pueden los habitantes de un paradigma determinado enseñar a otros a vivir en otro paradigma?

¿Pueden los docentes tomar distancia de su construcción simbólica de la realidad, para conectarse con sujetos que estarían estableciendo otra idea de lo que se es y se debe ser en el mundo, y que además lo harían a través de otros medios y dinámicas?

Hoy nos está tocando abordar ese cuestionamiento obligatoriamente. La implementación de las clases online ha desnudado no solo una falta de preparación tecnológica por parte de varias instituciones educativas, sino una ausencia mutua de empatía en el proceso de conectarse entre los estudiantes y los docentes.

Por un lado, los profesores se vieron forzados a invadir, a su manera, el mundo digital de sus alumnos, sin poder competir con el tipo de experiencias que ellos viven en esos entornos. Con otros hábitos con respecto a los tiempos, las interacciones y las gratificaciones. Por otro lado, los niños y jóvenes, familiarizados en estos canales con la posibilidad de recibir rápido lo que quieren y cómo lo quieren, y con la opción siempre presente de cambiar en el instante, si algo no les gusta, tampoco tienen la paciencia o comprensión para aceptar con un mínimo de entusiasmo recibir clases por los medios online de la forma en que se está realizando.

Alessandro Baricco, escritor italiano, en su ensayo The Game (Anagrama, 2019) aborda que en poco más de tres décadas los computadores, smartphones y otros dispositivos digitales han ido cambiando la sustancia misma de nuestra concepción de la realidad y nuestra relación con ella. Y lo han hecho con una lógica que en gran parte es heredera de los videojuegos: hacerlo todo más fácil, más agradable.

El ser humano ahora prefiere ejecutar las cosas rápido y superficialmente, vaga por la corteza de las cosas sin otra razón aparente que no sea la de limitar la posibilidad de una aflicción, afirma Baricco.

En este contexto, la educación ha repensado las formas, integrando una fragmentación de contenidos y objetivos a través del microlearning, diseñando sistemas de gratificación y recompensas con la gamificación, incorporando más actividades lúdicas, etcétera. Sin embargo, hay una línea muy fina que divide el rendirse al sometimiento de la dopamina y las experiencias de placer, con la búsqueda de aprendizajes significativos y pensamiento crítico a través de nuevos recursos pedagógicos.

Siento que empezamos de manera forzada y vamos a ir resolviendo estos temas sobre la marcha. Sin embargo, es necesaria una reflexión y capacitación, en todos los niveles, porque el modelo, así como está hoy, parece estar más cerca del game over que de una nueva medalla. (O)