Desde el 4 de junio del 2014 al 30 de agosto del 2017 escribí, para EL UNIVERSO, cinco artículos de prensa relativos a los Juzgados de Paz.

Interesado en el tema, por considerarlo socialmente beneficioso, inicialmente expliqué su origen constitucional y luego su organización y estructura legal, determinada al expedirse el Código Orgánico de la Función Judicial.

Después, gracias a la información proporcionada por la Presidencia del Consejo de la Judicatura, conocí y trasladé, a los lectores de este Diario, la forma como se había planificado trasmitir a la ciudadanía la creación, integración y funcionamiento del novedoso sistema para lograr la solución de cierto tipo de conflictos sociales, gracias a la novedosa existencia y posible labor de los proyectados Juzgados de Paz.

Ahora, gracias al trabajo periodístico de doña Lizeth Escobar Donoso, publicado en este Diario el reciente 21 de septiembre del 2020, con motivo del Día Internacional de la Paz, he actualizado mi información de los Juzgados de Paz en Ecuador y me parece importante consignarla a usted, aunque sea en forma sintetizada.

En el país hay 428 Juzgados de Paz, unos en áreas rurales y otros en sectores urbano marginales, que han resuelto 7.220 causas desde el año 2015.

En múltiples ocasiones no ha hecho falta expedir resoluciones por escrito, sino que las partes litigantes llegan acuerdos aceptables, que restablece la paz que se había alterado.

Quienes actúan como si fueran jueces en este tipo de solución de conflictos no reciben remuneración alguna y eso hace que algunas personas no se postulen para ese cargo; pero, felizmente, casi siempre existen en los diversos entornos sociales quienes, con buena voluntad, aceptan esa responsabilidad, con buen ánimo.

Según testimonios recogidos, los litigantes quedan satisfechos de poder arreglar sus diferencias sin tener que incurrir en los gastos que implica tramitar un proceso en los juzgados y tribunales, en un sistema que exige la intervención de profesionales generalmente especializados quienes, salvo casos excepcionales, cobran por sus servicios.

Entonces, por no tener recursos económicos suficientes, algunas personas padecen injusticias que al no poder ser reparadas, producen verdaderas heridas morales o daños económicos, que pueden generar nuevos males, en forma de revancha, llegando a crear verdaderas espirales de violencia.

Creado el sistema, cuya eficacia ha sido ya demostrada, tanto las autoridades responsables del fortalecimiento y desarrollo de los Juzgados de Paz, como las comunidades que ya gozan de sus beneficios, así como la ciudadanía que se preocupa del bienestar social, apuestan por la concordia y rechazan la injusticia, deberían aunar esfuerzos para que esta sencilla semilla positiva sea preservada de los males que la pueden aquejar, fortalecerla en todo lo que sea posible y sus buenos frutos sean cada vez más abundantes.

¿Acaso no es más fácil y agradable vivir en ambientes urbanos o rurales donde no hay rencillas ni pleitos pendientes o mal resueltos entre vecinos?

¿Apoya usted la gestión de los Juzgados de Paz? ¿Por qué?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)