El auge de los populismos pone en riesgo los cimientos de una sociedad como los de la norteamericana, un problema que, no obstante, no es exclusivo de los Estados Unidos. Ese auge tiene que ver con la incorporación de grupos de ciudadanos que hasta entonces se sentían alienados de la política.
No todo es culpa de los partidos. COVID-19 al margen, la humanidad atraviesa tiempos inciertos de profundos cambios. Por eso las democracias necesitan renovar los pactos sociales que las sostienen en un diálogo continuo y cada vez más complejo con las sociedades, promoviendo modelos inclusivos de gobernanza en los que cada actor debe renunciar a su agenda ideológica de máximos. Estados Unidos ha sido tradicionalmente un modelo de grandes encuentros en el centro. Hoy está obligado a encontrar el modo de volver a serlo. (O)
Pedro García Rodríguez, Girona, España